CAPÍTULO 32 | Mis demonios me llaman amigo

12.3K 1K 393
                                    


CHASE

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CHASE

La mayoría de las veces los siete chicos que están encerrados en esa casa no son los únicos que tienen miedo de que llegue la hora. A medianoche pasan muchas cosas, a menudo son cuentos y, de vez en cuando, no lo son.

Richard y yo sabíamos uno de esos cuentos, uno entre millones, y no nos costaba ni un poco estar alejados de ellos. Verlos sufrir... a él no le dolía, no le costaba en lo absoluto, pero a mí sí. Más porque sabía que eran personas normales, que tenían una vida por delante antes de todo esto y que ninguno tenía por qué llegar hasta este punto, hasta este lugar que en realidad no entienden. 00:00 mató a muchas personas y va a seguir haciéndolo porque nadie sabe cómo detener a mi padre. Ni siquiera yo.

Es el constante problema de buscar siempre una solución, incluso cuando crees saber que no la hay.

Faltaban tan sólo unos minutos, quizás diez o menos, pero todos ya estaban preparados sentados en los sofás. Richard y yo los observábamos en silencio, como casi siempre. Era la primera vez que yo lo hacía, que fingía ayudar a mi padre en su locura. Por supuesto que era consciente de que no iba a ser fácil verlo, presenciar más de cerca lo que él hacía, pero no había ninguna otra forma. Tenía que conocerlo, acercarme a él después del distanciamiento, para así poder hacer algo.

Quería detenerlo, quería hacerle entrar en razón y acabar con todo lo que él hacía. Me sonaba a locura, sigue sonándome a locura, pero estaba cansándome cada vez más. Me hartaba saber que no tenía un padre, que la muerte de mi hermana lo había matado también a él y que a partir de ese sufrimiento él pensaba matar a más personas. Había perdido la jodida cabeza, yo también lo estaba haciendo, pero no sabía qué más hacer.

Sólo quería hacer las cosas bien.

Incluso si eso significaba volverme contra él.

—¿No te molesta que hayan descifrado lo de los signos?—le pregunté, observando a los siete chicos inmóviles que estaban encerrados escuchando el sonido del reloj.

Richard no respondió al instante y, cuando lo hizo, sentí un poco el fastidio en su tono de voz.

—No—dijo con sequedad—. Todavía no responden la verdadera pregunta.

Lo observé de reojo, sus ojos estaban fijos en ellos pero sus manos tecleaban un par de cosas a las máquinas. Nunca entendí de dónde o cómo lo consiguió, hacer que sólo le baste su mente para llevar a cabo algo tan grande como 00:00, pero ahí lo tenía. Todo lo que necesitaba eran las máquinas, tecnología, algunos grandulones por si las moscas y su mente. Era un genio, poseía una gran capacidad intelectual hasta el punto que eso lo volvió loco. Incluso recuerdo lo que siempre me decía citando a Edgar Allan Poe:

La ciencia no nos ha dicho aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia.

Al principio me sonaba a excusa, a algo que él decía para no aceptar que estaba perdiendo la cabeza. Pero con el tiempo entendí a qué se refería o, mejor dicho, cuál era la intención de repetirse esa frase.

00:00Donde viven las historias. Descúbrelo ahora