10 de junio de 1991

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10 de Junio de 1991

JULIAN

Mis padres se separaron cuando yo tenía trece años, fue algo duro de afrontar; mi madre se había enamorado de otro hombre, ricachón; se llevó a mi hermana pequeña, Elisa, de cinco años consigo, yo decidí quedarme con mi padre.

Para empezar nuestra nueva vida, nos fuimos a la ciudad donde él había nacido; compramos un amplio piso, padre encontró un trabajo formidable en el nuevo hospital de la ciudad, es médico; trajo a otra mujer a su vida, había sido paciente suya, se casó por segunda vez, pero ella, a pesar de que era joven y parecía saludable, sufría una grave enfermedad, la cual, no se la detectaron.

En lo que se refiere a mí, no tuve más remedio que aceptar las cosas y seguir adelante, todo ha sido muy difícil. Los estudios no fueron lo que esperaba y me he peleado con frecuencia con los chicos del barrio. Mi única consolación ha sido el periódico del instituto, la investigación y Vanesa, una chica morena de pelo largo, liso y negro, ojos violetas de aire misterioso, dulce y compresiva.

Ella parecía ser la única persona humana racional que me comprendía.

Pero todo cambió de repente. Una noche Vanesa apareció asesinada y violada en el instituto, se había quedado a terminar la editorial del periódico y no quiso que la acompañara, pues había encontrado un trabajo y debía ir, además, así lo deseaba ella.

Mi madrastra fue un gran apoyo, supo en todo momento hacerme sentir lo suficientemente fuerte como para superar aquello.

Nunca supieron quién o quienes fueron los culpables. Más tarde, a mis veinte años, había superado lo de Vanesa, pero mi carácter había cambiado, sólo me importaba trabajar y cuando me enteré de la enfermedad de Lidia, mi madrastra, fue también el preocuparme en cuidarla, especialmente cuando padre no estaba.

Una triste tarde de Abril, Lidia nos llamó a padre y a mí, ella ya no podía moverse de la cama y sabía que iba a morir de un momento a otro; padre tenía la mirada perdida; era la única mujer que le había amado y tocado su alma, y que para mí, se había comportado como una verdadera madre.

Se despidió de nosotros, me hizo prometer que cuidaría de mi padre y me dijo que yo ya estaba preparado para una nueva vida sin ella y sin Vanesa.

Padre ha caído, desde entonces, en una profunda depresión, ha dejado de trabajar, se esta muriendo de pena, y yo me siento inútil.

Esta mañana he encontrado un sobre dirigido a él, se lo he dado antes de marcharme al trabajo, cuando he vuelto, él estaba en pie esperándome: Quería que le llevara a un monasterio para llegar a tranquilizar su alma. Toda esa frase me pareció extraña, pero yo estoy dispuesto a hacer lo que sea por tal de ver de nuevo bien a mi padre, y le voy a llevar.

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