Capítulo 1

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—Hinata Shouyou—

Pasó un mes completo desde que Tobio se había ido. Nuestra relación va bien, nos hablábamos por mensajes, llamadas y videollamadas.

Últimamente está con la idea de venir a Tokyo a verme, pero siempre terminamos "peleando" porque yo no quiero que venga. O sea, no es que no quiero que nos veamos, es sólo que no quiero que gaste su dinero que gana en sus pequeños trabajos de vez en cuando.

Yo: ¿Cómo estás?

Tobio: Bien.

Yo: No lo puedo creer...

¿Sigues enojado?

Tobio: ¡Que sólo quiero ir a verte!

Es normal.

Yo: No vengas o me enojaré.

Visto 18:17

Suspiré. A veces se pone tan estúpido... Aunque es en realidad culpa mía. Miré el celular.

Yo: Tengo que volver al entrenamiento.

Te quiero, enojón.

Me paré, y al hacerlo la otra puerta del gimnasio se abrió de golpe, dejando ver a los chicos.

—¡Tetsu-kun! —dijo Momoi tirándose a la espalda de Kuroko—. ¡Te extrañé muuucho!

Kagami estaba furia, pero se controló, algo muy raro.

—¡Oe, Satsuki! —miré al proveniente de la voz.

—¡Dai-chan! ¿Qué haces aquí?

—¡Me trajiste a la fuerza, idiota! Y más encima me dejas sólo en el portón—refunfuñó, reí ante estos.

Siempre era lo mismo cada vez que venían.

Me acerqué a Aomine, saludándolo.

—Hey—Aomine me devolvió el saludo, revolviéndome el cabello—. Te dije que no lo hicieras más, que me cuesta volver a peinarlo—me quejé, provocando que se riera un poco.

—¿Y? ¿Un uno a uno? —sonrió malicioso. Asentí repetidas veces con emoción.

Me coloqué delante del aro esperando a Aomine quien estaba dando bote al balón, nos miramos a los ojos y antes de darme cuenta ya estábamos peleando por el balón.

—Te has vuelto más rápido—susurró, pasé una mano por su lado tratando de quitarle la pelota, inútilmente la verdad.

Este la pasó por suelo, entre sus piernas a la otra y encestó. Resoplé.

—Pero ni siquiera puedo ganarte el uno a uno—me quejé, rió.

—Ten—me pasó el balón—, ¿cuánto tiempo puedes estar en la Zona?

—Por muy poco tiempo, es como si una fuerza me sacara de una patada en el trasero y me deja en serio cansado.

—Oh—sentí un escalofrío y miré sus ojos, ese desbordante y casi invisible luz azul de sus ojos. Estaba en la zona—. Venga—sonrió y entendí.

Cerré los ojos, sintiendo un calor recorrer todo mi cuerpo, mis manos cosquilleaban, mis pies hormigueaban. Estaba dentro.

Para cuando abrí los ojos Aomine ya estaba dando bote al balón, miré a un punto ciego y di un manotazo, quitándole el balón.

Corrí y salté, encestando. Aomine tomó la pelota rápidamente y, girando el balón entre sus dedos, encestó sin ningún esfuerzo.

Este chico es grandioso.

...

—Estoy agotado, no me puedo mover—me quejaba sentado en el marco de la puerta. Bebí agua de la botella e inhalé.

—¿Agotado?

Escuché la voz burlona de Aomine detrás de mí, lo miré estrechando los ojos.

De quién será la culpa.

—Es genial, la zona—murmuré, dejando el último chorro de agua caer sobre mi cabeza—. Todos los pensamientos innecesarios de mi cabeza se van y me muevo sin dificultad alguna.

—Aunque no lo haces al cien por ciento, pero no está mal.

Se sentó a mi lado. Posó su mano en mi hombro derecho y me movió.

—No... Au... Duele...

—Débil.

—¡Cállate!

Rió. Me le quedé mirando, me gusta cuando se ríe. Parece... Menos agresivo.

—¿Qu-qué?—murmuró, algo... ¿Incómodo? Por mi mirada.

—Te ves bien, riendo así.

Dije.

—Sin arrugar tanto la frente.

Reí. Este me removió y me quejé más fuerte. Me dolía mucho el cuerpo.

—Oye, lo oí de Kagami. Tú, ¿te irás?

Parpadeé. Bajé la mirada mientras mordía mi labio inferior y asentí.

—En dos meses volveré a mi casa.

Sonreí.

—¿Por qué?

Lo miré expectante. ¿Por qué estaba tan interesado? Aomine no es de preguntar.

—Uhm.

Me quedé pensativo. Oí un golpe en seco, que me sobresaltó. Observé su mano contra la puerta de metal y jadeé.

Eso debió doler.

—¿Aomine?

—A-ah—parpadeó, me miró y luego rascó su nuca, suspirando pesadamente—. No, no es nada. Iré con los chicos, cuando te recuperes si quieres jugamos.

Asentí sin decir nada más, lo miré, estaba cabizbajo. Resoplé. Ese chico es tan... Tan él.

—Shou-kun—la voz de Momoi llegó a mis oídos, me giré, mirándola.

—¿Sucede algo?

Me sonrió de lado.

—¿Sabes? Dai-chan no es de expresar tan abiertamente sus sentimientos. Hasta para algunas personas puede ser agobiante y hasta odioso.

Parpadeé.

—Y contigo ríe tan abiertamente que a veces me sorprendo.

—Momoi-san, no...

—No entiendes, ¿verdad? —rió suavemente—. Solo quiero decir que para Aomine eres muy importante.

Y se fue, dejándome en blanco. ¿Qué había sido eso?

¿Por qué? | Haikyū!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora