Capitulo 59

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 FINAL DE LA NOVELA. 1/2


Sus manos temblaban, mientras esperaba en la fría sala blanca. Su pie se movía insistentemente en el suelo, miraba a cada momento hacía aquel pasillo. Anne y Gemma estaban en camino. Los doctores aún no salían a decirle nada, llevaban casi una hora con Jorge. Suspiró frustrada. Apenas Jorge había abierto los ojos la habían sacado, solo consiguió mirarlo un par de segundos, lo que bastó para que todo volviera a tener sentido rápidamente.
Anne y Gemma llegaron y comenzaron a hostigarla con preguntas. Solo les dijo que había estado hablándole como siempre, y que el había presionado su mano, luego de eso lo hizo otra vez y abrió los ojos. Ellas asintieron y se sentaron a esperar. No querían avisar a nadie más, quizás era un reflejo y nada importante.
Luego de unos momentos, salió el neurólogo que atendía a Jorge .
-Hola –las saludó cariñosamente. Ya las conocía. –Bueno, iré directo al grano. –las tres sonrieron como pudieron, la ansiedad se las estaba comiendo. –Jorge despertó. No podemos decir con certeza el grado de daño aún, recién lo hemos enviado a unas pruebas. Demorará un poco, pero apenas estén realizadas, podrán pasar a verlo. Al parecer no existe pérdida de memoria, pues estuvo preguntando porqué habían sacado a Martina de ahí. -Martina sintió su corazón hincharse de alegría. Jorge había preguntado por ella, la recordaba. Se mordió los labios con fuerza para no llorar –lo que hemos analizado superficialmente es que le cuesta bastante hablar. Es por el trauma, pero probablemente no es permanente. Y en cuanto a otras cosas, las analizaremos con calma. –sonrió paternalmente. –Creo que son buenas noticias, es mejor de lo que siempre esperé.
La madre de Jorge no pudo evitar abrazar al médico. Estaba llorando de la alegría. Gemma miró a Martina y se sonrieron.
Más tarde fueron a la cafetería. Necesitaban un respiro antes de ver a Jorge . Habían dicho que las visitas serían de uno, y cortas. Martina quiso ir al último. Así que una hora más tarde, el médico salió para informarles que podían comenzar a entrar.
Anne fue la primera. Eran algo así como diez minutos por cada una. Gemma y Martina mientras tanto no hablaban mucho. La emoción las mantenía mudas. El hombre que amaban, cada una de manera tan diferente, pero aún así tan incondicional, estaba a tan poco de ellas. Gemma esperaba ver a su hermanito, lo extrañaba, había llorado tantas veces por temor a perderlo, y ahora podría verlo recuperándose. Por fin las cosas lucían mejor para la familia.
Martina  miraba al suelo, los nervios la consumían. Entonces Anne apareció llena de lágrimas. Abrazó a Gemma con fuerza y la dejó ir a ver a su hermano. Anne no quiso contarle nada a Martina , ella debía comprobarlo por si sola.
Los minutos eran eternos. Casi contaba los segundos para verlo. La emoción que sentía podía hacerla correr, pero debía controlarse, ser cautelosa. Jorge recién había despertado y no había que abrumarlo.
Tomó entre sus dedos el collar que Jorge le había regalado en el Empire State. Recordó el significado.
Te levantaré cuando estés cayendo. Por todas estas cosas que he hecho, creo que te amo mejor ahora.
Cerró los ojos y sonrió. En ese momento, Gemma salió sonriendo.
Sus piernas casi no respondían. Las miró sonreír. Caminó casi con miedo a caer, y con ansias también. Un cosquilleo recorría su cuerpo. Mariposas en su estómago aumentaban sus nervios. Parecía que el pasillo no terminaba nunca. Llegó a la puerta y la abrió con cuidado. Levantó la mirada y los ojos verdes de Jorge se clavaron en los de ella.
Largos segundos, mantuvieron la mirada. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Martina , Jorgese rio también. Martina tuvo que recordarse a sí misma que estaba débil y no podía lanzarse contra él. Pero casi no podía controlar lo que sentía. Comenzó a llorar y fue hasta él. Lo abrazó con cuidado, él soltó un sollozo mientras hundía su cara en el cabello de la muchacha. Entonces se miraron y sus labios se juntaron. Entre sollozos y risas, consiguieron besarse. No podían definir lo que sentían. Era una muestra pura y clara de cuanto se amaban. Martina cerró los ojos mientras sentía los labios de Jorge en su mejilla, su frente y su nariz, para luego bajar otra vez a sus labios. Las palabras sobraban. Tenían tanto que decir, pero el silencio lo completaba todo. Sus besos y caricias eran todo lo que necesitaban en ese momento.
Amor. Eso era. Estaban totalmente atrapados el uno por el otro, Martina apoyó la cabeza con cuidado en el pecho de Jorge, sin aplastarlo. Jorge lloraba en silencio. Quizás no había parecido eterno para él, pues estaba en un profundo sueño, pero en algún momento sintió que se iba a morir, y que no sería capaz de verla sonreír otra vez. Y eso lo había destruido. La amaba tanto, tanto que dolía, pero era un dolor delicioso. Lo hacía sentir tan bien, era algo tan misterioso todo lo que ella causaba en él. Necesitaba que ese momento durase para siempre.
Martina se conformaba con oír el latido del corazón de Jorge. Solo eso bastaba. Su acompasada respiración y su armonioso latido. Era música para ella. Luego de unos minutos se miraron otra vez.
-Hey... -susurró ella mientras le limpiaba las lágrimas a Jorge.
-Hey... -la voz de Jorge apenas salió.Martina tomó su rostro y le dio un besito.
-Te extrañé ¿sabes? –él asintió, ella le dio otro beso.
-Yo... también a... ti –era cierto, le costaba bastante hablar. Ella sonrió cálidamente. Otra vez las lágrimas caían por su rostro. –no llores... -susurró él.
-Es alegría. Es el hecho de verte otra vez mirarme. –susurró ella. Exactamente era eso. La sensación de mirar sus ojos verdes y saber que todo estaba bien, que nada había cambiado, que él la miraba con ternura como siempre. Era como volver a casa después de años de ausencia. El hecho de que él estuviera bien, de creer en un futuro. Juntos, como debía ser.
La sacaron por un rato, habían más personas que deseaban ver a Jorge. Antes de irse, le dio un suave beso en los labios.
-Te amo cariño... -susurró ella, él asintió dándole a entender que él también la amaba. Sonrió y salió de la habitación. No dejaba de sonreír. Por fin las cosas parecían ir bien.
Dos semanas después, le dieron el alta a Jorge. Aunque habían cientos de precauciones que tomar. Primero, como comenzaba la primavera, había sol. Debían proteger su vista de él. Le pusieron unos lentes bastantes oscuros. Martina le dio un piropo diciendo que lucía extremadamente guapo.Jorge se rio divertido.
No debía agacharse, así queMartina y Gemma lo ayudaron a vestirse. Martina se ofreció a ponerle la ropa interior antes de que Gemma hiciera algo.
-Debo asumir que no es algo que no hayas visto Martina  -comentó Gemma.Jorge rio divertido, las mejillas de Martina se volvieron de un tono carmesí intenso. –No puedo creer que estén haciendo cosas de grandes. Hermano ¿mamá sabe de eso? –bromeó Gemma
-No hay que decirle nada... -dijo Jorge –o le diré que también tu haces cosas de grandes.
-Soy más grande que tú –le guiñó un ojo –bueno, no diré nada. Aunque claramente espero no tener sobrinos aún.
Jorge le lanzó una divertida mirada a Martina , quien reía sonrojada. Luego de eso, Martina le puso un pantalón de buzo, para que se sintiera cómodo. Gemma le puso una polera, y sobre eso un poleron con capucha. Martina le puso las zapatillas. Llamaron al médico, quien lo ayudó a ponerse de pie. A Jorge le costaba caminar aún. Su coordinación no estaba en el mejor momento, por eso le llevaron una silla de ruedas. Jorge se había negado, pero era obligatorio. Martina  le dio un besito para animarlo, y le puso la capucha. Se ajustó los lentes de sol, y lo llevaron. Sus padres, y Robin esperaban afuera. Lo saludaron cariñosamente. Se despidieron de las enfermeras y doctores que se habían portado excelente con ellos. Las únicas quejas eran que Jorge era un niño mimado aún. Martina  rio a carcajadas al escuchar eso, y prometió burlarse siempre de Jorge .
Llegaron al auto y ayudaron a Jorge a levantarse. Lo sentaron en el asiento delantero, y manejó su madre. Atrás iban Robin y Martina. Gemma se fue con su padre en otro auto.

  Apenas llegaron a casa, Robin y Martina ayudaron a Jorge a bajar. Caminaron lento hasta la casa, e inmediatamente subieron con él a su habitación, pues el reposo absoluto era otra condición de la recuperación.  

-Es genial estar en casa –murmuró Jorge .Le acomodaron las almohadas y lo ayudaron a recostarse. Martina dulcemente le quitó el poleron y lo ayudó a acostarse con suavidad. Se quitó los lentes. La pieza tenía poca luz pues le podía ser molesto aún.
-¿Quieres algo? –preguntó ella con dulzura. Jorge negó.
-O quizás sí –dijo sonriendo.
-¿Qué quieres? –preguntó ella.
-Que tú me cuides –dijo él con una sonrisa. Martina sonrió también y le dio un suave beso.
-Debes dormir ahora. Te traeré agua y tomarás las pastillas.

  Jorge al cabo de media hora, estaba profundamente dormido.
Aún así, había algo pendiente en sus vidas. Algo que ahora a ambos les traía pesadillas por las noches. Algo que los había separado muchas veces.  

Enamorado de mi mejor amiga.-{JorTini}- ADAPTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora