Travieso, travieso (parte 5)

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Deposité mi laboratorio a un lado, sujeté la jeringa firmemente y me introduje en aquel recoveco. Prácticamente me acosté para que la parte superior de mi cuerpo quedara dentro. Y ahí estaban aquellos seres calificados como inmundos por la humanidad, como seres cochinos y horribles, aquellos que con sólo hacer mención de su nombre, la gente transformaba su rostro en una máscara de asco. Sí, ahí dentro había cucarachas. Cinco de ellas, para ser más exactos. Y debo mencionar que fui muy afortunado, eran de las cucarachas panzonas, de esas grandes y cafés. Fáciles para atinarles con la aguja, fáciles para llenarlas de medicamentos.

Y todo era lógico:

"Si dicen que estos bichos son portadores de miles de enfermedades, tons, si logro curar a alguna, lograré curar a todos los seres humanos".

Simple y brillante.

Aquellas creaturas movieron sus antenas mientras corrían hacia las esquinas, parecieron detectar mi presencia.

"Ok, vamos a ver qué pasa".

Sujeté firmemente la jeringa y la abalancé con fuerza contra una de ellas. Las demás corrieron unos centímetros, pero no huyeron del lugar. Gran error.

"Sujeto 1 —un hilillo de medicina corrió por la aguja que raspaba la pared—: no sirvió, lo atravesé con la aguja. A veces no mido mi propia fuerza".

Extraje el punzón mientras que el bicho salía corriendo con una pata trasera temblándole muy rápido.

"Bueno, al parecer le di en un nervio. ¡Qué puntería la mía!".

En segunda instancia, llené el artilugio con la mezcla formada con el agua del gotero y los polvos de las capsulas.

"Ok, ahora tendré más cuidado".

Y con una precisión casi quirúrgica... bueno, tenía un pulso de baterista después de una tocada, pero el caso es que ahora sí le encajé la aguja a lo que me pareció suficiente profundidad... pero al parecer no fue suficiente; la pobre cucaracha corrió despavorida logrando romper sus alas, y parte de su cuerpo, creo yo.

"¡Ufff! Sujeto 2, tampoco sirvió. Ahora me faltó fuerza. ¡Pero que no caiga el ánimo! La tercera es la vencida".

El bicho anterior había quedado fuera de mi alcance, por lo que opté por uno más cercano a mí. Ahora sí, la inyecté rápido pero con suavidad. Ella trató de huir y para evitar el fracaso anterior empujé la aguja con un poco más de fuerza, cuidando de que no la fuera a atravesar otra vez.

"Ok, parece que está vez sí lo logré".

Para comprobar mi teoría, aflojé un poco la muñeca para ver cómo el bicho trataba de huir con la aguja dentro de él. Moví mi mano ligeramente, siguiendo el camino que la pobre trazaba a su paso.

"¡Perfecto! Ahora sí está hecho. A lo que sigue".

Saboreé mi triunfo despacio, moviendo el embolo suavemente, sintiendo de qué manera entraba aquel líquido dentro del pequeño bicho. Observé cómo lentamente la cucaracha engordaba a un lado de donde se hallaba la jeringa.

"¡Wow! Qué raro. ¿Será suficiente con lo que ya le inyecté? Nop, por si las dudas le daré un poco más, que ha de tener muchos microbios en la panza".

Y sucedió lo inevitable. La cucaracha siguió inflándose lentamente hasta que por fin estalló y otro hilillo, ahora con lo que parecían trozos blandos de color café, se embarró a la pared tomando camino al suelo hasta volverse del color blancuzco del líquido de la jeringa. Saqué la aguja con desilusión. Nuevamente había fallado.

Sergio, hoy y siempre ¿amigos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora