✿只有部分✿

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✿Parte Única✿

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Muchas veces no valoramos lo que nos da la vida. Muchas veces perdemos la oportunidad de decir "gracias" cuando aún hay tiempo. Muchas veces una persona muy querida para nosotros puede marcharse de nuestro lado, sin que alcancemos a decirle lo mucho que significaba en nuestra vida.

Cuando los engranajes del reloj de nuestra existencia se detienen, cuando el último grano de arena cae, recién entonces nos damos vuelta para echar un vistazo a la vida que tan repentinamente se nos fue arrebatada.

¿De qué sirve tener dinero si jamás sabrás aprovecharlo?. Vive la vida al máximo, como si ya no quedara tiempo.

Existe un pequeño porcentaje de personas que acaban con su vida, un pequeño porcentaje que piensa que ya no hay salida, que todo está perdido. Y Yuri Katsuki era parte de ese pequeño porcentaje.

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Los gritos se aumentan en torno al gran edificio de la compañía de electrodomésticos más importante del país. En uno de los balcones se encuentra un joven a punto de arrojarse al vacío para sumirse en la silenciosa tranquilidad de la muerte. Sus ojos admiraban el paisaje, memorizándolo una última vez, esperando reencarnar en un lugar tan bello como este.

De sus ojos ya no caen lágrimas, de sus labios ya no salen sollozos, ya no quedan más gritos o lamentos. Ya no piensa en pedir ayuda. La ha esperado —inútilmente— demasiado tiempo.

¿Dónde está ese Dios en el cual había creído durante tanto tiempo?. ¿Dónde estaba ÉL, cuando —dentro de la bañera— había pasado gritando e implorando su muerte?, ¿dónde estaban sus padres, esos que prometieron nunca dejarlo solo?

Se había prometido luchar, se había prometido vivir, pero ya no más.

¿Por qué las buenas personas —las bondadosas, aquellas que entregan amor de forma desinteresada— siempre son castigadas?, ¿acaso es una cruel jugada del destino?. Tal y como si los astros se divirtieran viendo almas inocentes retorciéndose en agonía, intentando aferrarse con todo lo que tienen a su última esperanza.

De pie en el balcón, a un paso de la muerte, la mente de Katsuki Yuri repasa su vida, recreando todos sus momentos felices y algunos llenos de tristeza.

Su primera bicicleta.

Sus primeros patines.

Su primera novia y su primer beso.

Su primera decepción amorosa y el dolor en su corazón.

Su primera medalla de oro.

Su primera pelea.

Su primera ida al hospital y su primera quimioterapia.

El primer funeral, luego el segundo y el tercero.

Y ahora sólo falta él pero, a diferencia del resto de su familia, no habrá nadie que llore su partida.

Le habían diagnosticado leucemia a los 15 años, siendo despojado bruscamente de todas sus ilusiones, de todos sus deseos de vivir. Había intentado suicidarse tantas veces y la única que siempre había estado ahí para detenerlo y calmarlo, para apoyarlo y amarlo incondicionalmente había sido su madre. Ella, la persona más dulce y buena que jamás pudiese existir. Con su comida exquisita y su extraordinario sentido del humor, siempre había conseguido contagiar de alegría el día de cualquiera.

Una mañana, mientras su madre entraba a la ducha, una de las venas en su cabeza sencillamente reventó haciéndola que caer dentro de la tina, inconsciente. El agua caliente quemó gran parte de su piel, hiriendo gravemente sus piernas, sus brazos y gran parte de su vientre. Yuri la encontró media hora después y llevó de urgencia al hospital. En el pabellón le diagnosticaron un coma diabético, la situación empeorando dramáticamente. Pasaron los meses y Yuri siempre estuvo ahí, a su lado, viendo como los órganos de su madre lentamente iban muriendo uno a uno hasta que —dos días antes de su partida— hizo llamar a su hijo y con voz suave y melodiosa le dio su último consejo.

El príncipe que no quería ser salvadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora