La muerte de un sueño

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En memoria
de mi primo Walter.

Apenas abrí los ojos,
supe que había sido sueño.

Él estaba ahí,
con un aura de tinte difuso,
en una situación mas que inverosímil,
pero ahí.

Y me parecía una extraña sensación,
pero rehuí de la extrañeza
para abrazar el sosiego de tenerle cerca.

Por unos instantes psíquicos,
que son como cien años físicos condensados,
mis pupilas se fijaron en sus gestos,
y mis oídos se azoraron con su voz.

Me quedé tumbado en la litera,
y me sentí burlado por la naturaleza,
estafado por mi psiquis.

Me tocaba llorar la muerte del sueño,
como si no hubiese bastado
con haber llorado la muerte suya.

Puse los pies en el suelo,
caminé afectado hasta el reflejo del espejo,
y conjuré quitamiedos para mantenerme de pie.
¡Por favor, que me funcionen esta vez!
¡Que me funcionen!

Y se veía perdido,
pero se veía.

Lo notaba desubicado,
como lucen las cosas cuando no deberían estar allí.
Pero lo notaba.

Se sentía como una infracción,
como si con el sueño estuviese violando
una norma sagrada de Dios.

Y aquí entre nos,
sabia de siempre que era un sueño.
Y aun así me dejé llevar.
Permití que el show continuara
y que el metraje rodara de manera natural.

Y sabía también que no era él,
pero era un él reminiscente
que no dimite aunque lo ignore,
y que pido que no vuelva
cuando deseo en secreto
que me vuelva a visitar.

Terco como el sujeto al que representa,
sé que volverá.

Querido Monstruo Que Vive En Mi ClosetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora