Capítulo cincuenta

24.8K 2.3K 1.3K
                                    

Gastón

Cometí un error. Y pensé que mi último encuentro sexual con Sofía terminaría quedándose en el pasado, que no traería problemas al presente. Pero ahora ella está frente a mí, sentada en el otro extremo del sofá, y con la mirada perdida en el suelo, esperando a que el temporizador suene, y la prueba dé su resultado.

Mis ojos se centran en la prueba que Sofía trajo a casa, esa que se hizo antes de venir y que ahora descansa encima de la mesa de centro. Aún tengo la desconfianza de que sea verdad lo que dice. De todas maneras, que esté embarazada no quiere decir que sea mío, porque yo recuerdo que, al despertar al otro día, vi el envoltorio del preservativo tirado en el suelo. Yo sí me cuidé, a pesar de no haber estado cien por ciento consciente de lo que hacía.

—¿Cuánto le falta a eso?

—No sé. Un minuto, tal vez. Quédate tranquilo y espera.

Como si fuera fácil quedarme tranquilo. No quiero ser padre. No quiero tener este tipo de ataduras con alguien que no quiero. No quiero un hijo con ella, pero si esto en serio está pasando, entonces, tendré que hacerme la idea de que muchas cosas van a cambiar en mi vida. Como mis prioridades, por ejemplo.

Me sacudo el pelo con nerviosismo. Brisa se cuela en mi mente, su mirada de decepción fue tan penetrante que me aterra pensar que las cosas terminarán por esta complicación inesperada. No es un secreto que Brisa no quiere a Sofía en absoluto, eso se confirmó hace unos días, cuando prácticamente se abalanzó sobre ella para darle la paliza de su vida.

El sonido del temporizador me pone alerta y en un estado de nervios que no he sentido jamás. Me pongo de pie, y me voy detrás del sofá, ansioso y a la vez sin ganas de una respuesta que termine con mi incertidumbre. Sofía se pone de pie y camina hacia el mueble donde dejó el test. Lo toma entre sus manos. Siento como si parte de mi oxígeno hubiera sido robado. El calor parece haber aumentado desde hace rato.

—¡¿Y?! —me atrevo a preguntar. Cruzo mis brazos.

Camina hacia mí para tendérmelo.

—Vas a ser padre, Gastón.

Mis ojos van hacia ella y luego a la prueba en sus manos. La tomo y la veo: salió positivo.

—¡No puede ser! —me doy la vuelta, nervioso, sin saber qué hacer. Brisa no se tomará bien esto. Me va a querer dejar. Y no sé si sea capaz de convencerla para que no lo haga.

—Sí puede ser, Gastón. Estuvimos juntos, tú lo recuerdas.

Me volteo a verla.

—No. Yo no recuerdo mucho de lo que pasó esa noche. ¿Cómo puede ser que estés embarazada?, ¿acaso el preservativo se rompió? Porque sé que usamos. Vi el envoltorio.

No quiero ser padre, mierda. No con ella. No quiero que un hijo nos una. ¿Suena mal lo que digo? Quizá. Pero es lo que pienso y quiero. Siempre deseé tener un bebé, un hijo mío, pero no en este tipo de circunstancias. Sofía es mi exesposa, y si bien sí deseé que un día tuviéramos un hijo, ahora no, porque no estamos casados, no la amo y no quiero que nuestro hijo (si es que es mío) tenga que lidiar con dos padres separados, que además se detestan.

Sé que lo que uno planea para su propia vida no siempre funciona, que a veces hay contratiempos, pero esto no tenía que ser así. Estoy enamorado de otra mujer, y esa mujer se llama Brisa. Con ella es que tenía que pasar esto y de haber sido un embarazo inesperado, por mí no habría ningún problema. Pero Brisa no es la que espera un hijo. Sofía sí. Y no me gusta.

—Hicimos el amor tres veces esa noche y en las dos últimas no usaste un condón. Terminaste fuera de mí, pero es muy probable que en una de esas veces no hayas alcanzado a salir antes de tiempo.

Destinados #D1 (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora