|02| Capítulo 30: Un chico nervioso

548K 29.3K 10.7K
                                    

BRUNO

Claro que no esperaba que corriera a mis brazos. Claro que no esperaba que me viese y que me abrazase diciéndome que me había echado de menos. Conocía a Mila, conocía a su orgullo y conocía la armadura que se colocaba cuando algo la hacía sentir frágil. Y ahora estaba frágil.

Estaba expuesta frente a mí luego de haber pensado que nunca regresaría, pero ese no era mi plan...

Mi plan siempre fue regresar.

La vida me golpeó duro después del campamento: Se llevó a mi papá, me quitó el fútbol americano y me arrancó de raíz las ganas de volver al campamento. Y pese a que me sentí un cobarde dejando a Mila por teléfono, no fui capaz de regresar.

No quería estar con ella en mi peor momento, no era justo para mí ni menos para ella. No me sentía como el Bruno de siempre, estaba quebrado y necesitaba mi espacio para entender lo que estaba sucediendo conmigo mismo.

Caminé en dirección al salón de eventos, contrario al camino que había seguido Mila, y Ethan enseguida alzó la mirada buscando una respuesta. Negué con mi cabeza y enseguida lo vi dejar su vaso encima de la mesa y caminar hacia mí. Los amigos de Mila se quedaron mirándome con mala cara, pero intenté que eso no me afectara.

—¿Y Mila?

—Se ha ido a casa.

Él resopló.

—Te dije que no sería fácil.

—Nunca pensé que lo fuera.

—¿Plan B?

Asentí.

—Ve a mi casa, iré a ver cómo está Mila.

Le recibí las llaves del auto de su padre y caminé hasta el estacionamiento. Sólo esperaba que ella no estuviera enfadada con Ethan.

Cuando llegué a casa de Ethan, Renato y Thomas seguían en su habitación jugando videojuegos. Apenas me vieron entrar y lanzar las llaves a la cama, se quedaron mirándome.

La decisión de ir a casa de Ethan y armar un plan para volver a verla la había tomado yo, pero Ethan era una pieza fundamental para que las cosas resultaran bien. Renato y Thomas sólo estaban ahí porque ya no tenían exámenes y querían unirse de alguna forma al "plan", pero claro que su única forma de unirse era jugar videojuegos y comer papas en la habitación de Ethan. Volver a ver a mis amigos era una de las mejores cosas que me pasó en el año porque me recordaron lo divertido de volver a reír con amigos y quedarnos hasta las cuatro de la madrugada hablando idioteces. Los extrañaba.

—Ha ido mal —confirmó Thomas al ver mi expresión.

Asentí.

—¿Plan B? —Renato pausó el juego y giró la silla.

—Sí, creo...—Mi voz no sonó tan segura como necesitaba.

—Ya, el idiota no está seguro ahora —soltó Renato rodando los ojos.

Thomas sonrió comprensivo, como siempre lo era.

—Estoy seguro, pero sólo... no conozco a su madre —me acerqué al mueble de Ethan y cogí mi mochila.

—De seguro es agradable, como Mila.

Los tres nos quedamos mirando y nos echamos a reír. Mila tenía un carácter especial, si su madre tenía el mismo, seguramente estaría perdido.

Busqué mis medicamentos en la mochila y me los bebí junto a una botella con agua que Thomas tenía en la habitación. Eran medicamentos para la inflamación de mi rodilla, debía tomarlos por un tiempo mientras retomaba lentamente el deporte.

¡Eres mio! ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora