Alien Secreto, Regalos de Navidad, 2016.

Alien Secreto, Ary"Minific"

“Y entonces, la oscuridad se enamoró de la luz…”

                         Capítulo 1

  El dolor y la agonía, atormentaba a una madre por el resiente fallecimiento de su joven hijo de diecinueve años de edad. Llanto y dolor, era su sentir mientras enterraban el ataúd en un lúgubre cementerio, donde los espectros caminaban sin sentir respeto por el campo santo.

  La familia entera, vecinos, se preguntaban porque la vida era tan injusta, pues el muchacho era joven y alegre, y que sin razón, había enfermado de gravedad y su madre, nada podía hacer, pues la pobreza se lo impedía…

  El pecado más grande, era la pobreza. Y de ese modo, aquella madre que habían criado a su hijo con tanta añoranza, empezó a culpar a Dios por su desgracia, acusándolo de haber robado la fuente de su felicidad.

  En medio de las lápidas de otros seres queridos que descansaban en la muerte, protegidos por los tétricos árboles secos en pleno invierno, un ente, una sombra veía el acontecimiento.
 

   El deber de los seres malignos siempre fue el de atormentar a la humanidad, tentándolos a cometer pecados desquiciados, donde la razón no tenía lugar.

   Pero uno de ellos, uno solo, no se atrevió a lastimar a un mortal, pues desde que lo conoció, se robó su aliento y su entero ser. El demonio no pudo hacerle daño desde el momento en el que aquel ser, vino al mundo…

  Y fue así que no pudo realizar su cometido, pues en cuanto lo vio, recibió una descarga en el centro de su pecho haciendo nacer un sentimiento del cielo, una emoción divina, y que era una fuerza poderosa en el mundo mortal.

El demonio no pudo evitar sentirlo…

  Fue tan grande su angustia, que por las noches, en lugares malditos, el aullaba de irá y desesperación, intentando en vano, arrancar ese sentimiento que sólo traería desgracias a su existencia, paradójicamente, a su existencia.

  Tantas veces intento matar a aquella frágil criatura mientras dormía, pero le era imposible.

  Lo tomaba en brazos, y con sus garras lo acariciaba hasta que la indefensa criatura despertaba en medio de oscuridad y frío. Pero no lloraba, ni se asustaba ante la sombra que lo sostenía, sólo lo observaba con aquellos ojos achocolatados, con un toque dorado llenos de vida, regalándole una tierna sonrisa.

¿Que clase de criatura no se intimidaba con una presencia maligna?

Era un misterio.

  Y así, los años pasaron. El pequeño niño, cada noche era acompañado por un ser del Inframundo, pero este no veía maldad en Él, simplemente se observaban. El demonio admiraba las facciones finas del niño y este le sonreía, pensando que era un arcángel, y que lo cuidaba de la oscuridad. Ambos se observaban hasta que el niño, ya cansado, cerraba sus hermosos ojos y con una pequeña sonrisa en los labios.

El tiempo pasó, y el niño, creció hasta convertirse en un hermoso muchacho de cabellos negros y largos, piel blanca y tersa, labios delgados color cereza, ojos grandes y expresivos, pestañas espesas y rostro ligeramente delgado. Una hermosa criatura que fue la perdición del demonio

  El muchacho de cabellera negra, siempre pensaba en la criatura que lo visitaba desde que tuvo memoria. Le fascinaba verlo, pues su aspecto, aparte de ser sobrenatural, era bello;  ojos oscuros y cejas espesas, cuernos que sobresalían de su cabellera castaña, y el cuerpo bien ejercitado. Y su mirada, variaba de una cariñosa, a una llena de lujuria, y ahora que era joven se dio cuenta de ese hecho que hasta el momento, había pasado desapercibido para el joven mortal.

  Con el paso del tiempo, las visitas se hicieron más infrecuentes; había noches en que sólo lo observaba y desaparecía como el humo… El joven lo extrañaba cuando esté no acudía a su encuentro.