Capítulo 20.

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Bostecé y abrí los ojos un poco aturdida ¿Me había quedado dormida? ¿Dónde estaba? Refregué mis ojos para poder ver con mayor claridad, apenas lo hice me encontre con el rostro de Castiel justo frente al mío.

Madre mía. Mi corazón casi sale del pecho y todos los recuerdos de la noche anterior vinieron de golpe a mi mente. Nos habíamos besado, habíamos dormido juntos. El rostro de Viktor aparecio en mi mente y me rompí en la culpa, tenía que salir de la cama de Castiel ahora mismo.

Le di un último vistazo, estaba aún dormido con la boca abierta, no pude evitar sonreir y me odio en ese mismo instante por eso. Suspiré mirando al techo y me senté a la orilla de la cama buscando mis zapatos, Castiel tenía el sueño pesado así que seguramente no despertaria.

Me había metido en un lío y ahora tendri5a que arreglar todo, me sentia bastante frustrada conmigo misma.

Me puse mis calencites y até mis zapatos para luego caminar hasta la puerta, antes de abrirla apoyé mi rostro en ella, la cabeza me daba vuelta. Sus besos se habían sentido tan bien. Necesito tomar una decisión y rápido.

Moví mi mano para girar la perilla cuando esta se movió fuertemente. Había alguien al otro lado de la puerta. Mi corazón se detuvo por un instante pero seguramente era Lysandro. Di una rapida mirada por la ventana, ya era de día, dormí toda la noche junto a Castiel…él le puso seguro a la puerta anoche antes de que comenzaramos a besarnos. Suspiré para abrir la puerta pero me detuvo un grito que vino desde el otro lado.

―¡¿Castiel?! ¡Abreme! ―Era la maldita voz de Debrah―. ¡¿Estás ahí, gatito?!

Esto no era buena. Volví a la cama y sacudí a Castiel para que despertara. Comenzo a abrir sus ojos algo confundido.

―¡¿Castiel?! ―Otro grito, hice una mueca. Su voz chillona hacia doler mi cabeza.

―¿Sucrette? ―Castiel me miraba con una leve sonrisa.

―No es momento de sonreir, bello durmiente. Tu novia está tocando a la puerta…

Tu novia, tendría que lavarme la boca despues de decir esas palabras.

―Maldición ―suspiró y se pasó las manos por el rostro.

―¡¿Estás ahí, Castiel?!

―Hazla callar o la callo yo ―estaba comenzando a irritarme. Castiel me rodó los ojos.

―¡Ya voy, espera un poco! ―gritó Castiel y se sentó al borde de la cama―. Tienes que esconderte…―Me dijo susurrando.

Lo que me faltaba. Le fruncí el ceño.

―Vamos, escondete en el armario ―Siguió susurrando y me tomó de la mano para llevarme hasta el armario.

―Te odio… ―dije seria.

―Ajá. Quédate ahí hasta que yo venga por ti.

―¿Por qué debería hacerlo? Castiel… ―Puse los ojos en blanco―. ¿Tan mal es que nos vea juntos?

―Sucrette…por favor.

―Vale, me quedo aquí… ―Me metí al armario y me senté en una esquinita suspirando. Castiel cerró la puerta y quedé a oscuras.

Escuché a Castiel caminar hacia la puerta y abrirla.

―¡Hola! ―La voz de Debrah resonó por todo el lugar seguido de un silencio. Seguro se estaban besando. Estaba besando los labios que yo besé ayer. Maldición.

―Pensé que te tomarías un par de días ―dijo Castiel.

Viktor. Viktor. Viktor. Dios mío ¿Qué iba a hacer? Me gustaría culpar al alcohol de toda la locura de la noche anterior pero estaba completamente sobria.

Corazón de melón: La sombra del pasado [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora