50. ¡Feliz cumpleaños, André!

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Me despierto con el murmullo de su voz

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Me despierto con el murmullo de su voz. Hoy es mi cumple años, y Adeline me está cantando Happy Birthday.

Hace un año Camille y yo estábamos planeando el viaje a Francia, y ahora tengo a la mujer más maravillosa a mi lado que está dispuesta a celebrar junto a mí.

—Despierta, bello durmiente —Besa una de mis mejillas—. Hoy será un largo día.

Bufo. En verdad quiero abrir los ojos y contemplarla pero el cansancio me sigue matando. Ha sido un mes bastante ajetreado.

La madre de Josh necesita de alguien que la cuide, así que hay veces en las que mi amigo no puede ir a la agencia, y ayer fue uno de esos días. He hecho una sesión fotográfica yo solo.

Siento como se sube a horcajadas sobre mí.

—Anda. André. Abre. Los. Ojos —musita entrecortadamente a causa de los besos que me da.

Abro un ojo y sonrío de lado.

—De acuerdo, de acuerdo —Tallo mis pesados parpados y con trabajo me siento en la cama—. Lo haré siempre y cuando me des mi regalo en este preciso momento.

Ella frunce el ceño.

Luce tan hermosa con mi playera puesta que me dan ganas de comérmela a besos.

—¡Chicos! —grita ella sonriendo.

¿Chicos?

No es que sea un hombre que sólo piense en sexo, pero en verdad me gustaría festejar mi cumple años número veintisiete en mi lugar favorito de todos, sí, dentro de ella.

Se baja con cuidado de mí, y abre la puerta.

Al ver a Camille y a Josh sosteniendo un pastel de chocolate, siento el impulso de brincar.

—¿Qué hacen aquí? —pregunto sorprendido.

Creí que mi pequeña nunca volvería a hablarme. Al menos yo no lo haría después de lo que ocurrió con las fotografías, sigo reprochándome porque no se lo dije en su momento, pero al verla aquí, me da la esperanza de que eso ya haya olvidado.

—Hemos venido para que puedas divertirte. Has estado encerrado en la agencia desde hace más dedos semanas —agrega Josh—. Necesitas descansar un poco, no queremos que llegues calvo antes de los treinta.

Camille lo mira de una manera tan intensa, que me provoca un hueco en el estómago. Jamás la había visto ver a alguien de esa forma tan sublime, tan adorable.

Ni siquiera al idiota de James.

Le dedico una sonrisa tímida y me siento en la cama, ella me devuelve el gesto con una mirada llena de paz.

Acercan el pastel hasta donde estoy, e inmediatamente pongo una almohada en mi entrepierna.

Adeline se da cuenta del porqué de mi acción y empieza a reír.

Cuando era tuya©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora