Laito

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Cuando terminó de leerla, arrugó la carta con la tinta corrida a causa de las lágrimas que derramó.

Estaba paralizado. Esas palabras, esos sentimientos, no podía creer que fueran ciertos. Sintió como su alma se rompía en pedazos con cada palabra que leía.

¿Cómo pudo abandonarles a él y a sus hermanos? ¿Cómo no pudo tener en cuenta cómo se sentirían al enterarse de su decisión? Sobretodo Laito, él es el más afectado, a pesar de que ha sido el único en leer la carta.

–Estúpido Ayato... ¡Te odio! ¡Te odio con toda mi alma!– exclamó como pudo, ya que resulta complicado gritar en medio del llanto.

Aunque dijera eso en realidad no lo odiaba, le resulta imposible odiarlo ya que sus sentimientos son lo contrario a lo que exclamó. En efecto, Laito también amaba a su hermano. ¿Cómo? Él tampoco lo sabe. Esto no ocurrió de la noche a la mañana, con cada momento que pasaban juntos se fueron uniendo eslabones hasta que llegó un momento en el que la cadena estaba completa.

Entonces, si lo amaba, ¿por qué razón se acostaba con la primera mujer que sus ojos esmeralda veían? Fácil: para poder olvidar a su amado hermano. Aunque todo fue en vano, nunca pudo olvidarle, él siempre rondaba en su cabeza y, como todos sabemos que es un pervertido, también tenía pensamientos fuera de lugar. Le extrañó que Ayato dijera que deseaba tener una noche de pasión con él, ya que no es normal en él ser así.

Hubiera estado de lo más feliz de no ser porque ya no estaba con ellos. Se fue y nunca volverá. La tristeza y la rabia, entre otros sentimientos, se adueñaron de su cuerpo. Se sentía acabado, su mundo de desplomó con la ausencia de quien más amaba.

¿Quién imaginaría que ambos hermanos se amaban en secreto? Resulta irónico. Al final, por culpa de sus temores, no pudieron estar juntos. ¿Tanto le costaba a alguno de los dos confesarse? Además, ¿qué es preferible: ser un cobarde y vivir con la duda, o enfrentarte a ese miedo de ser rechazado y seguir adelante con la cabeza bien alta con lo que sea que le responda?

Laito está destrozado. Arde de la rabia por lo que ha hecho Ayato, le culpa de su dolor... No. En realidad se culpa a sí mismo por no haber llegado a tiempo y detener su estúpida elección o por no haberse confesado. ¿Tan difícil era? Le dice millones de cosas bonitas a las chicas con las que se acuesta, obviamente todas mentira, pero no es capaz de decirle algo así a su hermano.

Ayato. ¿Cómo me pudiste dejar de esta forma? Tomaste la decisión equivocada, así no se arreglarán las cosas, en realidad, empeorarán porque yo no puedo vivir sin ti...– susurró con el corazón oprimido, en un intento de que el nombrado le oyera.

Como bien acaba de decir, Laito no puede vivir sin él, así que sólo le quedaba una opción: seguiría a su amado, no le importaba por lo que tuviera que pasar, sólo quería volver a estar a su lado.

Sin pensarlo dos veces, sujetó con firmeza la daga de Subaru y se la clavó en el pecho. Tosió algo de sangre y cayó al suelo en lo que fue su último suspiro, al igual que hizo Ayato horas atrás. Apenas sintió dolor, ya que el haber perdido a su amado era mayor sufrimiento que el de la muerte. Derramó sus últimas lágrimas y cerró los ojos cayendo en un sueño eterno.

Mi amado pervertido {Ayato x Laito}Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt