Amor Temporal

¿Qué pasó ayer? Parte I

¿Recuerdas las dos reflexiones que mencioné antes? Pues olvídalas.

Primero, cuando Zorro Travieso se retiró de mi apartamento, después de un pasional beso de despedida y mi promesa de una pronta visita al club de stripers, y mi aturdimiento se disipó (después de beber como dos litros de agua) encontré en mi bolso la boleta con el pago de los honorarios por los servicios brindados y vaya si se cotizaba don zorro.

Eso ayudó a que dejara el agua y volviera a la ingesta de alcohol, para pasar la impresión.

Segundo, cuando encontré en la revuelta de ropa que estaba desperdigada por el suelo mi teléfono móvil vi cien notificaciones de Facebook; por un breve momento me alegré de ser tan popular y con ansias entré a mi muro para chequear cuál de mis increíblemente sexys fotos de perfil había recibido tantos likes y comentarios, pero mi entusiasmo se desvaneció cuando noté que las notificaciones hacían referencia a otras fotos de las cuales yo no tenía conocimiento y en las que la muy maldita de Magui tres Senos (volvía a ser merecedora de ese apodo) me había etiquetado.

Al respecto solo especificaré que las mismas mostraban mi peor rostro en las situaciones más embarazosas de mi existencia. ¡Y eso que he tenido situaciones embarazosas a lo largo de mi vida! Pero mis actos en dichas fotos las superaban. Y lo peor fue leer los comentarios de la gente conocida (los odiaba a todos) y sus me divierte y me encanta o el lamentable me entristece de mi madre.

En ese momento sentí que me estaba hundiendo en un abismo sin fin, como en la foto donde mi mano se sumergía hasta las profundidades del slip del stripper.

¿En qué momento Margaret había tomado tantas fotos y con ángulos tan precisos? Me sentía tan confusa como los chicos de ¿Qué pasó ayer?

Empecé a atar cabos y llegué a la conclusión de que Magui no estaba tan ebria como había pensado y mucho menos había sido honestamente gentil conmigo, solo actuaba para ganar mi confianza y que bajara la guardia.

Arrojé el móvil furiosa sobre la cama y fui directo a bañarme. Quizá hasta tenía suerte y me ahogaba en la ducha, porque ni bañera... #MiseraVida

Tiempo después, un poco más calmada, (había encontrado mis viejas pastillas de Alprazolam en el baño, recetadas por mi antigüa terapeuta en una ocasión en que me dio un ataque de ansiedad seguido de uno de depresión) pude salir del modo Swan y me dediqué a hacer la pertinente denuncia de las fotos a Mark Zuckerberg, esperando desaparecieran de red a la brevedad.

Llamé a mi madre, para explicarle lo acontecido.

—Lo sé madre, sé que las fotos fueron vistas también por mi jefe. Fue el que le puso me encanta a aquella del baile del caño...Por eso sé que no estoy despedida (pero la suspensión y la presión seguían. Lo supe cuando por privado escribió para decirme que espera que mi lado creativo/divertido también se reflejara en mi nueva historia para la sección de entretenimiento público, y no lo limitara sólo al ámbito privado). Y tranquila que ya las denuncié para que las bajen de la red por contenido adúltero, digo adulto...¡Cálmate, ya no soy una niña, sé lo que hago!... No, tampoco necesito nuevas sesiones con Monic —ese es el nombre de mi ex psicóloga— Eso fue cosa de una noche, y en ocasión de la despedida de solteras de una de mis ex compañeras de prepa que se está por casar (omití el hecho que se casaba con otra chica porque mi madre, como se notará, es algo conservadora.). Vale, te prometo que no volverás a verme hacer nada semejante en el futuro—. «Recordatorio: cambiar la configuración de privacidad de Facebook para no ser etiquetada en más fotos escandalosas sin permiso»—. Sí, también te quiero madre. Adiós.

Cuando colgamos ya eran las dos de la tarde. Tenía suficiente tiempo para descansar, reprimir los recuerdos de aquellas fotos de mi mente, planear una pronta venganza contra Magui tres senos y embellecerme para la boda, porque aunque tenía menos deseos de ir que nunca, había gastado mucho dinero en vestuario y accesorios, tiempo en compañía de gente que detestaba, mientras ayudaba a la planeación del evento, y sobre todo y quizá lo único bueno, un increíblemente atractivo prostituto me pasaría a recoger en cuestión de horas para ser mi compañero esa noche.

La realidad era que terminé durmiendo todo el rato, hasta que, la bien puesta alarma del celular, me despertó.

Eran cerca de las ocho de la noche y tenía dos importantes cosas que hacer: grabar el capítulo de Grimm que me perdería, para eso estaba la alarma, y arreglarme para la boda. ¡Jake pasaría por mí en un rato!

Me empecé a sentir ansiosa de nuevo, pero no recurriría al Alprazolam otra vez, ya que quería disfrutar de esa sensación esta vez.

Era algo bueno, mis nervios eran por verlo a él, porque desde nuestro primer encuentro no había parado de soñar con su sonrisa, de imaginar sus ojos verde—celestes y de fantasear con su increíble y firme trasero. Y así seguí mientras me ponía mi vestido de dama, (Flo había elegido un vestido de color champagne satinado, con tirantas anchas, escote v, espalda descubierta y un tajo de lado desde la mitad del muslo superior hasta los tobillos) y mientras me hacía el peinado, (lo llevaría en un suelto con ondas laterales que enmarcaran mi rostro), y también lo pensé mientras me colocaba el maquillaje, (suave y sutil en tonos rosas y dorados.).

¡Justo a tiempo!

El timbre sonó ni bien terminé de colocarme el último tacón. Salí apresurada en dirección a la puerta, sonriendo de oreja a oreja. Pero la sonrisa se borró cuando el Jake que esperaba resultó tener el rostro de Eric.