Capítulo 40 - No huir, nunca.

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Connor Aldrin.

Salí de mi auto con cuidado y lentitud luego de quitarme el cinturón de seguridad y desprender las llaves, miré hacia el auto que se encontraba detrás de mi y le hice una señal de que se fuera. Después levanté  uno de mis pulgares y caminé hasta el apartamento, el cual resultó no encontrarse tan cerca como creí pero no importó. Estaba bien.

Abrí la puerta de la casa, solté un quejido cuando eché los hombros hacia atrás y moví mi cabeza de un hombro al otro.

Coloqué mis llaves en la mesa y comencé a caminar hasta la habitación sin levantar los pies, lo cual resultó un tanto ruidoso y molesto pero ahora si estaba un tanto cansado.

Pasé una de mis manos por mi frente y froté ésta, al entrar a la habitación vi mi mano y noté la sangre en ella. Me quité la camisa y la dejé caer directamente al piso.

Miré hacia la cama y vi a Jess en ella, estaba leyendo o quizás fingía hacerlo para no prestarme atención.

-Hola- la saludé luego de ponerme un pants.

-Hola- me saludó sin quitar la vista de su libro.

Parpadee varias veces para tratar de leer el título pero terminé rindiendome unos segundos después.

Me acerqué al tocador y maldije bajo al ver mi pecho, abdomen y cabeza a través del espejo.

-Por eso la gente me miraba tan raro.

Me di la vuelta y vi a Jess quitar la mirada de su libro para verme a mi.

-¿Qué demonios?- lanzó su libro hacia un lado y rápidamente se levantó. 

Se acercó a mi y me tomó por las mejillas.

-¿Cómo estuvo tu día? A mi me chocaron.

-Connor, tu frente, tu nariz, tu cuerpo.

-Estoy bien.

-Necesitamos ir al hospital.

-No, estoy bien. En serio. Sólo quiero recostarme.

-¡No! ¿Estás loco? ¡Vamos a ir al hospital!

Jess tomó una de mis camisas y me la tendió, me la puse rápidamente entonces salimos del apartamento.

-¿En dónde está tu auto?- me preguntó luego de que subimos a su auto.

-Lo dejé en donde lo chocaron.

-¿Caminaste hasta acá?

-Si.

-¿Estás demente?- me preguntó mientras conducía.

-La respuesta a eso podría ser si.

-No es broma, Connor.

-No estoy bromeando.

-¿Bebiste?

-Si, pero no estoy borracho. Bebí muy poco y el sujeto del otro carro fue el culpable, me chocó porque iba hablando por teléfono, yo iba bien.

-Eres un imbécil. Debiste haber ido al hospital desde entonces.

-Estoy bien, sólo me limpiaran las heridas de la frente y la nariz, les pondrán una bandita y eso es todo lo que pueden hacer por mi.

-¿Te duele tu pecho o el abdomen?

-No mucho, fue un rápido golpe contra el volante y eso es todo.

-¿Tuviste mucho impacto?

-Algo, traía el cinturón de seguridad. No fue mucho.

Al llegar al hospital, ella me ayudó a bajar, se colocó a mi lado y me abrazó por un costado como si necesitara apoyarme en ella.

Cuando la vida se complicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora