Capítulo 24

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Lorelle

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Lorelle

Mientras Dylan besa mi cuello, abro mis ojos y miro al cielo. Desde aquí arriba, los cálidos rayos del sol de las cinco de la tarde, hacen que la vista sea la más hermosa que he visto en mi vida. El aire es más limpio, puro, y los besos en mi clavícula, me hacen estremecer y no precisamente de frío porque un hermoso, grande y fuerte cuerpo me mantiene calientita.

Un sonido de placer sale de mi boca cuando Dylan se presiona más contra mí, y al escucharlo él pregunta: —¿Estás bien, nena, o peso demasiado?

—Es perfecto, Dylan —replico feliz, con mis manos alrededor de su cuello—. Me gusta sentir el peso de tu cuerpo encima del mío.

—¿Sí? ¿Y eso por qué? —Esa voz seductora me desarma por completo.

—Porque se siente como si me estuvieras protegiendo del mundo entero.

Dylan me mira asimilando mis sinceras palabras con una intensidad que me abruma, y después de poner un pequeño, pero significativo beso en mis labios, declara: —Lo hago.

Un suave jadeo de emoción se me escapa, y a mi mente llega la nueva propuesta que tiene para mí. Dios mío, si es lo que estoy pensando, si quiere que me quede con él, no dudaré y mi respuesta definitivamente que será afirmativa. Le diré que sí. A pesar de mi amistad con Ellie, en Liberty nunca me he sentido como en casa, muy al contrario que en este lugar, pero ahora sé que no es la ciudad, son las personas que viven en ella, más bien una persona en particular.

Esa persona vuelve a besarme, más y más, por un largo y delicioso rato, y riendo sin aliento, le digo: —Dios, Dylan dame un respiro.

—No, pequeña. No puedo ni quiero dejar de besarte —susurra, y ataca mis labios hinchados otra vez.

Me doy por vencida y lo recibo encantada.

Quito el gorro gris de su cabeza para acariciar los mechones de su cabello, mientras esa gruesa lengua entra, sale, y acaricia toda mi boca de una manera tan posesiva, que me estremece de la cabeza a los pies. Sus manos recorren mis caderas y mi cintura por encima de mi pantalón corto azul y mi sencilla camiseta blanca.

Estamos en uno de los altos cerros del bosque Green Woods, en un picnic vespertino porque después de ese momento de comunión, de reflexión y de perdón que tuvimos Dylan y yo esta mañana, estuvimos todo el día metidos en la cama, acariciándonos, besándonos...Y para mí, se sintió como si estuviéramos haciendo el amor. Sus caricias y sus besos eran lentos, reverenciales, y fue más intenso, más profundo. Fue maravilloso.

Acostada y relajada en la gran manta de color roja y negra, Dylan regresa a mi cuello esparciendo más besos, y sonrió traviesamente por dentro recordando lo de hace unos momentos atrás.

Cuando llegamos a la cima y mientras recobrábamos la respiración, miramos el paisaje tomados de las manos. No podía dejar de mirar esa hermosa vista en donde el verde y el azul del cielo eran los colores predominantes, y tomé algunas fotos con mi teléfono. También me tomé fotos con Dylan, pero por Dios, este hombre con sus graciosas muecas, no me dejaba tomar la foto perfecta. Así que después de muchos intentos y muchas risas, al fin logré la imagen que quería. Dylan abrazándome por detrás, con su cabeza pegada a la mía, sonriendo sin preocupaciones, y en nuestras miradas había complicidad...y felicidad.

Esperando por ti (Dragon's Family #2) (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora