Recuerdos de Rick IV: Sobredosis de adrenalina

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Miré a Rick con una mezcla de curiosidad y a la vez con angustia, el cuerpo sin vida de Kenzo me daba escalofríos, aun no me podía creer que yo hubiera hecho semejante atrocidad. La habitación se impregnó de un repulsivo olor a sangre, si pudiera salir corriendo a un baño a vomitar lo haría, pero seguía atada en la camilla.

-Creo que Kenzo utilizó ese colgante para hacerle algo a Usmev.

Rick apartó la vista del collar y fijó sus ojos en mí. Parecía que se había quedado perplejo y le costó varios segundos volver a parpadear y reaccionar. Con brusquedad se dirigió a la máquina que tenía al lado, de donde provenían los cables y tubos que se enredaban en mi brazo, aunque algunos se habían salido de mi piel en el momento en que me abalancé sobre Kenzo. Entonces Rick se apresuró a desconectar aquella máquina, acto seguido abrió la puerta de mi habitación y volvió de nuevo junto a mí. Tiró con fuerza de la camilla pasando las ruedas sobre el charco de sangre que aun brotaba de la herida de Kenzo, haciendo que el suelo quedara manchado de sangre por todo el pasillo por el cual Rick me conducía.

Aquel pasillo estaba iluminado por el fuego de unas pocas antorchas, haciendo que el lugar tuviera un aspecto tenebroso, además a cada lado del pasillo habían celdas con las puertas cerradas y mayormente deterioradas. Las paredes eran literalmente piedras, como si aquel lugar estuviera construido en las mismas entrañas de la montaña, se respiraba un aire cargado, poco ventilado y del techo caían gotas constantes que creaban moho, musgo y charcos en el suelo.Ahora sentía que me daba más miedo lo que había fuera de la habitación que dentro, incluso con el cadáver de Kenzo ahí.

El frío y la humedad de aquel lugar calaban hasta mis huesos y luché por no tiritar, pero era imposible, sentía cómo mi piel se iba helando y como poco a poco dejaba de sentir mis labios.

Cuando llegamos al final del pasillo pude ver a Tanisha esperando allí, aguantando una gran puerta de hierro para que pudiéramos pasar. Al ver de nuevo a esa mujer sentí el miedo y el horror que había experimentado con ella anteriormente y sin darme cuenta giré la cara para no tener que mirarle.

Al otro lado de la puerta había otra persona, un chico alto y robusto de media melena negra recogida en una coleta y piel blanca. Llevaba una máscara blanca que le cubría tan solo la parte derecha de la cara. Por el lado que tenía la cara descubierta, pude ver su mirada perdida en su ojo color café. No dijo nada al vernos, tan solo nos siguió en silencio hasta que llegamos a un ascensor.

Quería saber a dónde íbamos, dónde me llevaban, qué iban a hacer conmigo, por qué me sacaban de allí. Pero no podía pronunciar palabra alguna, tenía demasiado miedo para hablar, simplemente me quedé mirando fijamente a la puerta del ascensor hasta que ésta se abrió.

Rick empujó la camilla hacia dentro del elevador y entro junto a Tanisha.

-Ryu, tú encárgate de Kenzo.

El chico de la máscara inclinó la cabeza hacia abajo en gesto de aprobación y sin decir absolutamente nada, dio media vuelta y se marchó a la habitación donde estaba el cadáver de Kenzo.

Subimos hasta la planta -3, y pude ver por los números que se marcaban en el ascensor que todo este tiempo había estado en la planta -7. Cuando salimos del ascensor, en esta ocasión el pasillo no estaba oscuro y tampoco hacía frío. En vez de piedra, la pared era de mármol color beige y hacía que la pared estuviera pulida y lisa. El suelo era de un mármol reluciente también de color beige y con cenefas en forma de rombo de color marrón oscuro. Todo el pasillo estaba iluminado por lámparas de araña en tonos dorados y con preciosos cristales y prismas de Swarovski. Esta planta no tenía nada que ver con la planta de la que veníamos, ahora parecía como si estuviera en un tipo de palacio lujoso, construido con un gusto muy delicado, cuidado y refinado.

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