Capítulo 3

72K 3.7K 982
                                    

Vanessa

El auto se sacudía de un lado a otro esquivando rocas y plantas. Manejar en medio de la nieve no era una buena idea.
-Entonces... ¿Por qué unos lobos, capaces de correr casi a la velocidad de la luz por horas sin cansarse, han venido en auto?- La respuesta era obvia, pero aún así quería escucharlo. 

El alfa rió por dentro y negó con la cabeza. El conductor me vio por el retrovisor.
-Llevamos auto cuando sabemos que volveremos con carga, no es fácil llevar personas hasta la manada, es un largo viaje- dijo el que estaba junto a mi. El alfa observaba fuera de la ventana sin decir nada. Aún en el simple reflejo del vidrio él se veía jodidamente ardiente, no era un secreto que en verdad era muy atractivo.

-¿Cuál es tu nombre?- pregunté en su dirección, entrecerró los ojos y frunció el ceño, parecía que le había preguntado por su experiencia mas extraña. 
-Tu curiosidad es extraña- dijo volteando de nuevo a la ventana, con un brazo reposando sobre la puerta del auto y una mano sobre sus labios. -En vez de preguntarte qué pasará contigo, a dónde te llevamos, quiénes somos, qué queremos de ti, te limitas a cuestionar mi nombre.

Se burlaba de mi.
-Veremos si te da gracia cuando te corte el cuello- murmuré viendo a la ventana.
-Gracia me dará verte intentarlo- responde riendo acompañado de sus hombres. No tardó en verlos como unos niños siendo regañados, todos dejaron de reír. 

-¿Solo tú puedes reír?- pregunté sin entender porque la reacción de sus hombres.

-Solo yo puedo verte- respondió viéndome por el retrovisor. 

***

Un rato silencioso después, nos encontrábamos frente a unos árboles enormes y cruzados de una manera extraña, parecían la entrada a otro mundo. En medio de ellos, una gigantesca reja color negro. Ésta se abrió por la mitad, el auto avanzó en medio adentrándose.
-¿Tu manada?- pregunté de mala gana.
-Nuestra- corrigió. 

Mi corazón se aceleró y mis mejillas ardieron. ¿Habían apagado el aire acondicionado o por qué sentí tanto calor de pronto?

-¿Q... Qué?- ¿Había escuchado bien? ¿Dijo nuestra?
-Me has escuchado bien- en ningún momento vio hacia mi. Mantuvo su fría y seductora mirada volteada al frente. El auto aparcó cerca de un pequeño arroyo, rodeado de flores que estaban siendo cubiertas de nieve al igual que las hojas verdes. El conductor bajó y después el alfa. El que estaba junto a mi abrió su puerta y de un brinco ya estaba fuera.

-Andando leona- dijo el alfa con una enorme sonrisa estirando su mano en mi dirección.
-No pienso salir de este auto- me crucé de brazos. Giró los ojos.
-¿Piensas hacerte la difícil tan temprano? Tengo muchas cosas por hacer.

-Son más de las seis de la tarde, no es tan temprano- corregí. Su mirada cambió a una un poco mas divertida. Con el ceño fruncido, negué.
-Ven, ahora- ordenó. Mis manos temblaron. Su voz sonó aún más firme que la primera vez.
-¿O qué?

Entró al auto lentamente. Ya no podía retroceder más ya que la puerta estaba detrás de mí. Sus manos envueltas en puños aplastaron los asientos de piel a cada lado de mi cadera. Su rostro quedó muy cerca del mio. Peligrosamente cerca.
-Yo no me ando con amenazas Vanessa-, "Vanessa" era la primera vez que había dicho mi nombre y con eso bastó para perder la fuerza en mis brazos. 
-Que miedo- dije burlándome de su intento de macho alfa. Tal vez tentaba mi suerte, pero no lo dejaría ganar tan fácil. No lo dejaría ganar en lo absoluto.

Sonrió. -De acuerdo- salió del auto y enseguida desapareció. ¿Cómo se pudo mover tan rápido? ¿A dónde se fue? 

La puerta detrás de mí se abrió, perdí el balance y apenas pude soltar un leve chillido. Un par de brazos me sostuvieron de caer directo al suelo. En un parpadeo, veía al cielo casi obscuro. En otro, a un par de ojos brillantes azules y nuevamente una enorme sonrisa.

AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora