Capítulo 2: Recuerdos

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Valery y Emilia insistían en decirme que no lo hiciera, que no era una buena idea, pero yo lo iba a hacer de todas maneras, aunque el presidente me lo prohibiera.

Entré a los camarines cuando ellos estaban entrenando, saqué toda la ropa que tenía Bruno en su casillero, la metí adentro de una bolsa y la boté al basurero que ahí había. Combiné su shampoo con pintura azul y escribí con lápiz permanente en su casillero: "Imbécil".

Pasaron algunas horas en donde intenté no parecer emocionada por lo que había hecho, pero en la hora libre Bruno llegó a mi costado, enfadado, eufórico y con el cabello y la frente azul. Me reí un poco cuando lo vi, la venganza era tan dulce.

Flashback

—¿Qué demonios pasa contigo? —me gritó.

—¿Qué te pasa? —pregunté haciéndome la desentendida.

—¡No hagas como si no supieras de lo que hablo! ¡¿Dónde dejaste mi ropa?!

—¿De qué hablas? —seguiría con ese tono de voz hasta que le explotara la cara.

—¡¿Eres idiota o qué?! Son mis cosas, mira como he quedado.

—Dios, cállate por favor. Yo no sé nada, qué vergüenza —ironicé.

—Te aseguro que esto no se quedará así, ya verás cómo te expulsan del campamento.

—No tienes pruebas.

Él se acercó a mí apegándome a la muralla, puso ambos brazos en ella atrapándome en medio y me miró muy de cerca.

—¿Quieres jugar conmigo? —preguntó con amenaza —Veremos quien juega mejor.

Me quedé quieta y él rápidamente se volteó sin mirarme ganándose unas cuantas miradas de chicas intentando ver más allá de su toalla que estaba alrededor de su cadera.

Fin Flashback

Claro que no todo quedó en eso. Bruno se convirtió en mi peor enemigo ese verano, a veces encontraba mi habitación hecha un desastre y yo seguí fastidiándolo hasta que una gota rebasó el vaso. Mi vaso porque creo que el suyo ya se encontraba completamente rebasado.

Una noche luego de la cena iba a entrar a mi cabaña cuando de pronto una gran nube de humo gris y negro me desconcentró.

Flashback

—¿Qué ocurrió? —le pregunté a Val cuando la vi salir de la cabaña.

—No lo sé —contestó con el ceño fruncido mirando en dirección al fuego.

—¡Mila tus cosas! —oí el grito de Emilia.

La vi correr hacia la gran fogata que había en medio del campamento, corrí junto a ella sin preocuparme muchísimo de lo que había a mi alrededor y vi a mis compañeros de cabaña lanzando agua con baldes para apagar todo. Si, eran todas mis cosas. Mi ropa, mis adornos, mis cuadernos, mis fotografías. Sentí un gran dolor en el pecho cuando recordé que tenía un sinfín de fotografías de mi familia, de mis amigos y un cuaderno lleno de dedicatorias de gente que quería. También había una carta de mi hermano que había escrito antes de que ese estúpido accidente le cobrara la vida. Sentí que todo se estaba cayendo a mi alrededor.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, todo estaba quemado, nada era recuperable.

—¡Es un imbécil! ¡Qué hijo de puta! —grité mientras lloraba histérica.

Mis amigas intentaron calmarme, pero las ignoré y corrí a una de las oficinas en donde trabajaba la madre de Dafne que era dueña del campamento para decirle lo que Bruno había hecho con mis cosas, pero ella se limitó a decirme que no podía culparlo porque no tenía pruebas. Era obvio que todos lo protegerían si era el favorito del equipo y la idiota de Dafne lo adoraba.

¡Eres mio! ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora