Lauren: Parece que alguien interrumpió algo interesante –besó la mejilla de su "pequeño ángel" . Ella estaba tan cómodamente acostada sobre su cuerpo  mientras con la mano jugaba con el bebé de prácticamente 11 meses, sin saber que su perfume, su dócil cuerpo y calor provocaba a Lauren. La deseaba, la quería, le encantaba toda ella y por sobre todas las cosas la respetaba. Ambas se levantaron, Camila sostuvo al bebé entre sus brazos y juntas bajaron al primer piso para ver a Taylor, ella estaba arreglándose para irse lo que sorprendió a su hermana- ¿Por qué te vas?

Taylor: Mathew tiene una importante cena con el jefe y debo acompañarlo -estiró sus brazos al bebé pero este parecía no tomarla en cuenta, jugar con Camila parecía más divertido- vamos, tu tía necesita privacidad para conversar. Te he dejado la cena en el horno.

Y aunque le había costado separarlo de los brazos de Camila, tuvo que hacerlo e irse rápidamente antes que el chiquilín llorara de pena. Lauren calentó la comida, dándole órdenes estrictas a la más pequeña para que se quedara cerca de la chimenea pues le llevaría la cena en bandeja. Juntas comieron, hablando abrazadas sobre las cosas que se venían. En todo el rato la morena no dejó de acariciar su rostro golpeado, pensando en si los hermanos Edwards hablarían o no con su abuela. Aquello la angustiaba pero no podía culpar a Lauren, ocultar la verdad del tumor y el SIDA había sido idea de ella misma. ¿Qué pasaría ahora en adelante? A Lauren le daba miedo pensar en que no podría encargarse de sus pacientes, pero se daría una semana para descansar antes de ir en busca de otro lugar de trabajo. Demonios, sentía tanta angustia, tanta pena lo único que la calmaba eran los brazos de Camila.

Camila: Yo ya no quiero seguir mintiendo, pero es difícil todo -suspiró con los ojos llenos de lágrimas- Fiore no merece que le ocultemos esto porque es muy buena persona, pronto todo va a colapsar y lo vamos a lamentar pero no quiero fallecer sin haber hecho las cosas bien -Lauren suspiró con un nudo en la garganta, atrapando el dócil cuerpo de su pequeña entre sus brazos y hundió su rostro en el cuello de esta, aspirando su perfume mientras se embriagaba de las más dulces sensaciones, apaciguando la angustia y el temor por el mañana- Te quiero Lauren, te quiero mucho -ambas tenían miedo de utilizar un término más fuerte en relación a sus sentimientos porque sabían que no podría durar para siempre, que quizás no se conocían de mucho pero ambas no tenían idea que la palabra "Te amo" no debe depender de meses de relación, sino de cómo se dice y como se siente.

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Lunes 23 de Enero 2016

El ambiente en la clínica era extraño, sí, bastante extraño para los que sabían el motivo. A Perrie Edwards le habían dado el alta el sábado en la noche y en ese mismo momento le comentaron que había sido despedida igual que su colega Lauren Jauregui. No tuvo problemas ni respeto porque formó una sonrisa de oreja a oreja al darse cuenta que de cierta forma había logrado lo que quería, cagarle el momento a la "médico estrella"

Edwards no tenía problemas, tenía importantes contactos como para la próxima semana misma estar trabajando en algún recinto de salud, privado de preferencia.

No le importaba encargarse de los problemas de Sinu, si ella deseaba contarle a Theresa era su problema, dejaría que su hermano lidiara con eso, ella sólo había "ayudado" a la prostituta esa para aprovecharse del momento. Sí, le habían levantado la denuncia pero tan imbécil no era, sabía que a Sinu Cabello la perseguía la policía.

El médico jefe salió de su oficina, viendo un dibujo pegado en su puerta. Allí sobre la hoja había un infante hecho el rostro de un niño llorando. Le pareció bastante extraño pero dobló aquello, lo guardó en su bolsillo y siguió caminando.

Había algunos paramédicos con los brazos cruzados, una enfermera pasó al lado de este, la quedó mirando casi con desprecio y continuó dirigiendo a un paciente en silla de ruedas.

¿Qué era lo que le estaba pasando a los trabajadores?

Tratando de sólo enfocarse en lo que tenía que hacer, caminó más rápido por el pasillo pero se topó con un grupo grande de trabajadores relativamente jóvenes y algunos pocos de más edad. A su lado había algunos pacientes que iban siempre a las charlas que tan buena doctora impartía.

XX: Oh Dios, ¿más gente? –dijo el doctor enfadado- tengo trabajo que hacer y la verdad es que no tengo tiempo para perder en estas cosas, lo siento.

Paramedico: Usted siempre ha estado abierto al diálogo, ¿por qué ahora se muestra tan reacio?

XX: Tengo cosas que hacer, permiso.

Enfermera: No señor, usted debe escucharnos, en realidad no sólo a los compañeros de quien fue un buen ejemplo como profesional sino como persona, también hay quienes quieren dar su opinión y son sus pacientes.

Levantó la vista para ver a un niño llorando con las manitos sobre su rostro. Toda la clínica se había enterado de que Lauren Jauregui había sido despedida y no lo creían justo. La ojiverde no estaba acá y no se daba cuenta que habían varias personas apoyándola, haciéndose escuchar por cosas que no creían justas.

XX: ¿Qué quieren que haga? ¡¿Qué le diga que venga a trabajar?! La he despedido y no puede andarse peleando en los pasillos.

YY: Pero nuestra doctora Jauregui tiene aptitudes que no todos tienen, se preocupa porque estemos bien, se queda a veces más tiempo con tal de escuchar nuestros problemas, tiene un trato muy simpático con sus pacientes, en cambio la doctora Edwards es una persona que no inspira buenas vibras, no es buena, se le conoce por su mala relación y la envidia que posee de la Dra. Jauregui, ¿con que cara la despide? Como persona y como profesional es buenísima, ¿o acaso no está interesado en tener a una de las mejores doctoras de su generación?

Iba caminando el neurorradiólogo que trataba a Camila, levantando la vista como otros tantos funcionarios, impresionados por el apoyo que recibía Lauren. Más no tuvo tiempo de quedarse a apoyar o escuchar todo porque tenía algo más importante que esto.

En sus manos llevaba los resultados de los exámenes de Camila Cabello, los había visto pero también había descubierto algo de lo cual no estaba tan seguro. Ahora iba caminando para confirmar sus sospechas. Eran consecuencias que podrían esperarse de una persona con tumor, pero lamentaba que se cumplieran en una muchacha de sólo 19 años de edad.

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Bitter Sweet Symphony {Adaptación Camren}Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum