Prólogo

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   Dentro de una pintoresca casa —adornada con un pequeño portón y un pulcro pasto—, en los suburbios de la quinta región, en Chile, se encontraba el matrimonio conformado por Mateo Roldán y Carolina Lira, disfrutando de las fiestas navideñas de aquel año.

   O eso se esperaba.

   Los gritos que se escuchaban dentro de la residencia eran, sin lugar a duda, lo último que se esperaría en aquella fecha de paz y amor. Una pelea se estaba gestando dentro de aquellas paredes, sin certeza específica de qué podría tratarse, los vecinos estaban cansados de aquel panorama repetitivo. En ocasiones, se había requerido llamar a los carabineros por el espectáculo que era compartir espacio con la pareja de recién casados. Ambos integrantes del matrimonio habían recibido las advertencias, pero poco o nada les importaba cuando ya estaban enfrascados en una discusión sobre cualquier cosa.

   Los vecinos estaban seguros de que, dentro de aquella tierna casa, ocurría violencia doméstica; principalmente por la forma en que se escuchaban objetos ser estrellados por las paredes, o por la forma en que vieron al señor Mateo salir de su casa el día anterior, con una venda sobre el ojo, que se veía claramente amoratado.

   Pero eso no era lo más extraño en las disputas, que sepa Dios si eran extrañas. Cuando empezaban los problemas para los residentes del pasaje los Lirios, era en el momento que la tierra aparentaba moverse específicamente en el sector donde ocurrían los hechos mencionados, como si los gritos intensificaran el desplazamiento de placas al que ya estaban tan acostumbrados. Solo a veces, cuando el movimiento no paraba, algún vecino decidía ir a tocar la puerta de los Roldán y, con ese simple golpe, cualquier indicio de temblor desaparecía.

   ¿Había algo extraño con aquella pareja? En definitiva, pero más extraño fue el día que vieron a la conflictiva pareja salir con un pequeño bebé, de tez morena y cabello rubio. Como comunidad no eran estúpidos, advirtieron que Carolina estaba embarazada, pero no aparentaba tener la cantidad de meses suficiente para dar a luz. Todos los embarazos eran distintos, argumentaron algunas señoras ante las habladurías. El padre de la pobre criatura tampoco se denotaba muy metido en todo esto, pues no aparecía hasta muy entrada la noche en la casa.

   De igual forma no les incumbía, solo servía como un buen chisme a la hora de la once.

***

—¡Hola, Carolina! Quería entregar el papel de aviso para la siguiente junta de vecinos —una de las vecinas de la tesorería se había acercado hasta la mujer que, con dificultad, estaba sacando las compras del supermercado del auto.

   Últimamente era difícil que alguien se topara con alguno de los residentes de la casa ¿La llegada del bebé les estaba consumiendo mucho tiempo? Bien podría ser la respuesta.

—¿En serio? Muchas gracias, le diré a Mateo para que se aparezca por ahí —respondió Carolina con una sonrisa.

   A su lado, en un coche de color azul marino, cubierto por una manta celeste, se encontraba el pequeño bebé que le habían visto con anterioridad a la temperamental mujer. La vecina, curiosa, se acercó al chiquillo que balbuceaba debajo de su pequeña protección al sol.

—¿Es tu hijo? A ver belleza, que hablas tanto —rio la mujer de la tesorería.

—Oh, sí. Es mi hijo, Alex.

   La mujer removió la manta entre risas, sin esperar lo que se encontraría allí; unos ojos profundamente dorados. Una gota de sudor se resbalaba de su frente por el calor. El iris, comúnmente negro, se perdía ante el brillo desconcertante que le rodeaba, acompañado de unas pestañas rubias que decoraban aquellos incómodos ojos. La mujer guardó silencio, sin saber que decir. Podía sentir la mirada fija de la joven mujer que era la madre de aquel engendro, así que volvió a reír, tomando la mano del bebé.

—Es una preciosura —comentó. No sabía si su mentira sería creíble.

—Gracias —fue la corta respuesta de Carolina.

   Después del fugaz encuentro, la noticia se esparció como pólvora entre los vecinos. «¿Viste los ojos de ese niño? Son terroríficos» «¿Pero no tiene el mismo tipo de ojos su padre?» eran los comentarios que se escuchaban entre la comunidad unida únicamente para las habladurías.

   «¿Los Roldán Lira? Una familia realmente extraña.»

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Hola, espero se encuentren bien. Este año 2024 planeo reestrenar esta novela que escribí hace ya diez años.

Si hay personas que la hayan leído y recuerden un poco, quiero que sepan que la trama tomará un rumbo distinto, especialmente porque cuando escribí esta historia —a mis 14 años— no había un punto de enfoque para todo lo que hacía, solo era un ir y venir —¡Que a mi yo adolescente le divertía un montón! —, pero creo que es hora de cambiar e intentar escribir algo que me pueda identificar ahora y, al mismo tiempo, devolver la emoción de mi yo chiquita.

La publicación de capítulos tiene planificación para febrero del 2024, avisaré en mi perfil la fecha de estreno. Serán capítulos semanales, así que espero que todo esté listo para entonces.

Desde que escribí No me digas e Identidad Olvidada recibí muchos comentarios con respecto a como la historia de Alex y Jonathan los acompañó en momentos difíciles de su vida, ¡incluso los convirtió en momentos felices! Por lo que me gustaría expresar que, cuando escribí a Alex, yo no sabía que era un personaje bisexual lo que representaba en mis escritos, sino más bien era lo que yo misma pensaba del romance y las relaciones —que no importa el género y esas cosas—. Años después entendí que yo misma era una persona bisexual, que creció en una familia profundamente homofóbica, que dejaron cicatrices que intentaba que Alex no tuviese. Leyendo mi trabajo anterior, comprendo que había muchas ideas las cuales ya no comparto, hoy en día estoy orgullosamente fuera del clóset, como mujer bisexual y me gustaría expresar esto con Alex, más en su recorrido a ello.

Espero que las personas que me pidieron un pdf de esta historia, puedan volver a encontrar la novela. Nunca entregué un pdf a nadie porque el estilo de escritura de mi yo pasada no me representa, y no me sentía cómoda compartiendo un archivo así.

Hoy en día tengo un título en ilustración y espero usar ello pero crear piezas para esta historia. Dejaré un modelo del diseño de Alex —en boceto— sujeto a cambios.

Adjuntaré mi cuenta de arte, por si desean enterarse de algunas cosas cuando trabaje en ilustraciones para la novela.

Adjuntaré mi cuenta de arte, por si desean enterarse de algunas cosas cuando trabaje en ilustraciones para la novela

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Con amor.

Vasito.

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