Capítulo dos

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Bobbie se dirigió al baño con el corazón latiendo en su garganta. Ahora si estaba asustada <¿y sí eso estaba allí, cuando estaba con el abuelo?> pensó.

Mojó sus manos con el agua de la canilla y se refregó su rostro, su cara estaba fría. Y no era por el agua. Al tocar su rostro sintió sus manos temblar, también estaban frías. Cielos.

Cuando levantó su rostro, para mirarse en el espejo. Lo vio. Allí estaba, justo detrás de ella y aquellos mismos ojos rojos la observaban siniestramente. Bobbie quiso gritar, correr. Pero nada, estaba estancada justo frente al espejo cual tronco. Mientras aquello se acercaba aún más, aunque no pudiese ver su rostro.

- ¡Bobbie! - llego su abuela medio corriendo - ¿Estas bien, cariño?

Y aquello se esfumó. Bobbie respiro aliviada, agradeciendo mentalmente a su abuela. Aún tenía un nudo en la garganta que no le permitía hablar. A lo que sólo asintió, mientras salía corriendo hacia afuera de la casa, dejando anonada a su abuela.

Tres menos cuarto de la tarde y aún no se decidía. Si, quería ir. Pero un miedo tremendo la tomaba por sorpresa cada vez que intentaba encender el Datsun. <Vamos Bobbie, termina con esto> Se convencía en su mente.

Como sí estuviera haciendo algo prohibido, miro hacia los lados y encendió el viejo auto <Tu puedes, Bo. Se valiente, joder> Se reprendió en su mente. Nunca había sido una chica miedosa, pero esto la sobrepasaba. Sus miedos eran debido a películas de terror y el tener que enfrentarse el dormir sola en la noche con paredes de madera que rechinaban, pero no con una especie de sombra que la acechaba.

Iba de camino ya. No estaba totalmente segura de lo que estaba haciendo, se estaba dirigiendo a la mitad de la nada, sólo para estar de caza fantasmas. Pero no podía evitarlo, algo le llamaba para que tuviera tal curiosidad.

Cuando estuvo frente a la casa, se debatió en su mente si debía bajar del auto o no. Tal vez la "cosa" vivía dentro de la pequeña casa y tenía una especie de reinado bajo tierra. Pero eso era imposible, se convenció.

Bajó del auto para comenzar a caminar dentro del terreno. Durante todo el recorrido no pudo evitar sentirse observada y eso la aterraba. Tendría que haber traído a George.

Una especie de murmullo llamo su atención. Volteo. Pero no había nada, estaba volviéndose paranoica gracias a todo esto. Pero allí estaba otra vez, no lograba oír lo que decía, pero era un murmullo escalofriante.

- No es nada. Se valiente Bobbie -se dijo a sí misma. Tratando de auto-convencerse.

Al cabo de unos segundos volvió a resonar en sus oídos aquel murmullo. La estaba haciendo enojar. Tal vez todo esto era una broma de mal gusto.

- ¡Ya basta, sea quien seas..., sal! -grito y no obtuvo respuesta. Se volvió a voltear y cuando lo hizo unas ramas que no las había visto antes, aparecieron en su camino haciéndola tropezar. Mierda, se lastimaría.

Coloco sus manos enfrente, para no tener demasiados rasguños. Pero antes de caer unos brazos la tomaron por los hombros haciendo que no cayera. Sólo se terminó lastimando dedo.

Una vez centrada y de pie, sacudió las hojas de sus rodillas y miro a su "salvador". Y ¡mierda!, si que era apuesto. Era alto. Esta bien, ella podía quedar pequeña al lado de todos, pero este chico era un jirafón, tenía unos hermosos ojos verdes esmeralda que brillaban a la luz del sol y un cabello castaño levantado hacia arriba. Bobbie resistió la tentación de tocarlo. Tenía una hermosa sonrisa torcida que hacia que simpáticos hoyuelos aparecieran en sus mejillas. Llevaba una musculosa que llevaba escrito: "Pink Floyd", la cual dejaba ver perfectamente sus trabajados bíceps. Genial. Y unos ajustados pantalones negros. El emanaba sex appeal de cada parte de su cuerpo.

Beautiful blood [Harry Styles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora