-Es que eres preciosa. –Susurré sobre sus labios, dejándole un pequeño beso. Me separé- Y te quiero –Volvía dejarle otro- Muchísimo –Y otro más- y me encantas.

Le dejé el último, y ella soltó una carcajada, arqueando su cuerpo hacia atrás y dejándome vía libre en su cuello. Mientras reía me acerqué a éste, besándolo. Sentí sus pequeñas manos en mi nuca, acariciándola. Después las subió y siguió acariciando mi pelo, estirando levemente de él.

-Mhh..Sigue con eso, me gusta. –Murmuré, sin dejar de besar su cuello. Ascendiendo hasta el lóbulo de su oreja-

-¿Sabes qué? –Preguntó seria, sin dejar de acariciarme-

-Dime –Contesté, aún con mi cabeza enterrada en su cuello. Sentí como dejaba de acariciarme, y pasaba sus manos por mi espalda. Abrazándome-

-Gracias –Susurró, sorprendiéndome- por todo, por este verano. Eres lo mejor que me ha pasado.

Suspiré sobre su cuello, dejando un último beso ahí. Me levanté de la posición donde estaba, y apoyé mi espalda sobre una de las patas de la hamaca. Aún sentado sobre el suelo. Le tendí la mano a Sam, para que se acercara a mí. Gateó hasta mí y colocó sus piernas encima de las mías, rodeándome la cintura y quedando cara a cara.

Le recogí un mechón de su pelo detrás de la oreja.

-Creo que ya sabes mi respuesta. –Contesté, con una pequeña sonrisa-

No me contestó, pero se abalanzó contra mí, atrapando mis labios en un suave beso.  Se lo correspondí con gusto. Noté como se apartaba para coger aire, pero atrapé su labio inferior. Mordiéndolo y haciendo que ella sonriera. Atrayéndola de nuevo hacia mí.

Me daba igual morirme por falta de oxígeno si lo hacía de esa manera. Sería una muerte maravillosa.

Escuché de fondo varios gritos de niños pequeños, que se iban acercando más y más a la zona donde estábamos. Nos sobresaltamos los dos cuando nos cayeron varias gotas de agua de la piscina. Nos giramos de inmediato, para ver como una manada de niños de diez años acababan de venir con sus madres.

Volví la vista hacia ella, y reímos los dos.

-Será mejor que vayamos a comer algo, tengo hambre. –Dije, dejándole un último beso en la mejilla- si no quieres que nos apuntemos al Chiqui Park, claro. –Me elevé de hombros, sonriendo sarcásticamente-

-Vale, pero hoy invito yo. Y no acepto un no por respuesta. –Dijo, levantándose del césped-

-No. –Respondí gracioso, ella entrecerró los ojos hacia mí-

-Tonto. –Murmuró, sacándome la lengua-

-No quieras que te la muerda. –Le advertí, señalándola con mi dedo índice-

-¿El qué? –Me preguntó, sonriendo-

-Esa lengua que tienes.

Los encantos de Sam (EN PAUSA)Onde histórias criam vida. Descubra agora