Prólogo

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Un fin de semana con amigos en el bosque acampando fue el tiempo y lugar donde Camila Cabello se dio cuenta de muchas cosas. Por empezar, que era posible enamorarse a primera vista. Quién diría que unos ojos verdes, los ojos verdes más hermosos que había visto nunca, la dejarían embobada apenas se cruzaran con los suyos, esas cejas gruesas pero perfectas, esos labios rosados y casi siempre en una línea recta tuvieran su atención siempre. Su rostro precioso, esa mirada adorable y tierna que tenía la chica que bien recordaba su nombre, Lauren Jauregui.

Lauren Jauregui era la persona más preciosa que había conocido en sus diecisiete años de edad. No entendía cómo alguien podía ser tan bonito, tan adorable, tan dulce, tan precioso y realmente hermoso. Camila nunca podía cansarse de ponerle adjetivos a esa chica. Es que simplemente era perfecta.

La morena también se dio cuenta de algo importante, algo muy importante y que cada vez que lo pensaba su pecho dolía: Existían personas que tenían a otras a su lado sin merecerlas ni un poco. Pero en especial existía una persona que tenía a Lauren Jauregui en su vida y no la merecía para nada, no se merecía ni siquiera que le dirija la mirada. Pero cuando la realidad la golpeaba, cuando se daba cuenta de que eso solo valía en sus pensamientos, se sentía una tonta porque Nick, el novio de Lauren, no era más que un machista, un maltratador, golpeador y un completo imbécil por no respetar y disfrutar sanamente de la hermosa persona que tenía al lado.

Camila aquel fin de semana se dio cuenta de algunas personas a veces son demasiado tontas por dejarse hacer por otras. Ella se sentía tan mal  cada vez que pensaba y recordaba todas las veces que tuvo que hacerse la tonta y desviar la mirada cuando veía a Lauren ser maltratada y ella no hacía nada para detener a su novio. Ella solo debía esperar a que Lauren esté sola para poder preguntarle si estaba bien, sin embargo la respuesta que recibía era la misma: "No es nada, está bien".

Cinco palabras que enfurecían a Camila porque ninguna mujer debía tomar eso como algo que está bien, ninguna mujer debía ser tratada de la manera en la que era tratada Lauren Jauregui. Era humillada delante de todos y sus amigos no hacían nada, era insultada, era golpeada cuando nadie lo veía y era utilizada como un objeto y solo por ser mujer, porque según Nick, Lauren era su mujer y debía hacer lo que él le decía porque le pertenecía, además de que las mujeres existían para satisfacer las necesidades del hombre. Vaya mentalidad de mierda, pensaba Camila.

La morena más de una vez intentó detener el mal trato de ese chico a Lauren, pero siempre terminaba siendo detenida por sus amigos, en especial por parte de Nick que le exigía que se callara la boca porque no era su asunto. Al encontrarse con los ojos de Lauren, esos ojos que ese fin de semana mayormente estuvieron tristes, apagados y oscuros, no veía nada más que dolor, pero a través de ese dolor veía y sentía que Lauren le pedía que se detuviera, que dejara todo como estaba, que no intentara nada. Camila terminaba saliendo del lugar y dejando solos a sus amigos que eran unos estúpidos por permitir que Nick  tratara así a su novia. O por tenerle miedo, quién sabe,

¿Cómo alguien podía ser tan tonta para dejarse tratar de esa manera? ¿Cómo alguien podía lastimar tanto a otra persona, a su pareja? ¿Cómo podían verlo como un objeto sexual nada más? ¿Cómo podían ser tan poco hombre? ¿Cómo es que dejaban que existiera tan poco respeto en una relación? ¿Relación? Ja. Si así se llamara a insultar, golpear y humillar a quien tengas al lado todo se iría al carajo.

Con solo recordar la única vez en tres días que Camila habló con Lauren su corazón latía a mil por segundo. Era algo inexplicable lo que sentía al hacer memoria. Esos ojos. Esa sonrisita. Esa carita tierna que tenía era algo que la estaba volviendo loca. Loca por Lauren Jauregui.

—¿Es divertido tirar piedras al río en medio de la oscuridad?—La voz de Camila hizo que Lauren se girara de repente. Soltó un suspiro cuando vio a la morena,  se había dado un susto.—Lo siento si te asusté.—Se rió un poco y Lauren se encogió de hombros.—¿No puedes dormir?

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