CAPITULO 46 -"ELLAS NO TIENEN LA CULPA"

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Maratón 2/3

KURT POV'S

Y si mi corazón estaba por salirse de mi caja torácica, sería por una buena razón; ella me quería. Sus labios habían proferido aquellas palabras que amenazaban con detener el tiempo y arrojarme sin cuidado alguno en un vacío sin fondo.

<<Has caído>>.

Su expresión seria me inquieta y sus ojos expectantes a mi respuesta sólo hacen que mi reticencia se disuelva como el azúcar en el agua. Sus manos acercándose con una lentitud tortuosa y sus labios moviéndose, pero cerrándose en el acto, sin soltar palabra alguna.

–Kurt –me llama; sus manos tocando las mías, encerrando mi calor en su fría cárcel compuesta por unos finos dedos.

– ¿Por qué? –es todo lo que puedo decir, es lo único que sale de mi boca.

–No lo sé –suspira, acercándome a ella, embriagándome de su aroma, de su esencia –..., pero dicen que cuando realmente quieres a alguien, no sabes el porqué.

Pero su absurda respuesta sólo me saca de quicio y enloquezco un poco al analizar las palabras.

<<Ella no me quiere>>.

Y mis pensamientos vuelan, vuelan hasta parar en el más áspero y hosco recuerdo que tengo.

Recuerdo a mamá llorando, aferrándose al maletín de aspecto viejo y con un notable desgaste. La cuerda de donde este se cuelga se rompe gracias a la fuerza. Ella llora más y sus sollozos se combinan con los desesperados gritos para que aquel hombre se quede.

Ella lo amaba y el sólo la dejo, llorando en la puerta de casa, con su hijo en las escaleras presenciándolo todo. Y a pesar de saber cuánto dolor causa, el sólo me mira, me ve parado en las escaleras y sólo dice dos palabras.

"Cuida de ella".

Y no lo entendía. Jamás lo entendí.

Para ese niño de tan sólo doce años cuando amabas a alguien la cuidabas, velabas por su bien. Y eso era lo que papá quería..., cuidarla, ¿entonces porque no se quedó?

No hubo abrazos de despedida, ni palabras para recordar cuanto amor me profesaba por el simple hecho de llevar su sangre corriendo en mis venas, sólo el solitario chasquido de la puerta siendo cerrada, de los sollozos ahogados que mamá profería, del llanto incesante de Nina a la edad de tan sólo tres años y al incesante repiqueteo de la lluvia golpeando el cristal de las ventanas de la casa.

Más tarde en la noche mamá entro a mi habitación y aquel día sus palabras hicieron un hueco en mi corazón y se plantaron allí, para ser recordadas por siempre.

–No seas como tu padre –murmura, sentándose en el borde de mi cama, subiendo la manta para cubrir mi cuerpo –Todo tiene una razón, Kurt y si en algún momento no la tiene es porque no es real lo que esa persona dice o sus acciones son sólo una prueba vana de algo. No es ver para creer, Kurt. Es escuchar y sentir para creer –dice –Amamos a alguien por lo que nos brinda su compañía, por cómo nos hace sentirnos, por tantas cosas que a veces no alcanzamos a explicar, pero que está claro en la forma en que miras, actúas y dices que amas a esa persona. Por eso jamás debes ser como tu padre...yéndose sin decir porque –las lágrimas se avecinan y sus manos tiemblan, toquetean mi cara con temor y se disculpa, se disculpa y llora en mi pecho, pero yo no entiendo porque se disculpa.

Mamá no ha hecho nada malo.

Luego entendí que desde ese momento ella se disculpaba porque sabía que no sería la misma. Que sus momentos de alegría se habían acabado y consigo el amor que juraba tenerle a sus hijos tan amados. Ella sólo se fue unos años después, sin poder soportar la presión de dos niños reclamándole un amor que ella no poseía. Nadie nunca la había amado como papá decía...y por no haber albergado si quiera una pizca de este sentimiento en su alma, ella sólo no podía brindarlo. Se le era imposible.

Mafia In Love (#1 de Bilogía) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora