Extra | Hannah

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«No quiero que me quieras, Hannah, quiero salir con chicas que de verdad me gusten, tener aventuras y sexo con otras, cumplir mis sueños, todo menos vivir contigo toda la puñetera vida porque eres vacía y aburrida, no te importa nada más que las ondas de tu jodido cabello y hacer lo que tus padres dicen. Entiéndelo de una maldita vez, ¡no te quiero!»

Esas palabras siguen deambulando en mi mente como fantasmas, no puedo parar de pensar en ellas, se han quedado grabadas en mi alma. Y a pesar de todo no puedo odiarlo, incluso cuando debería, cuando me ha dado razones de sobra para hacerlo. ¿Por qué? Porque durante años me he aferrado a la idea de que un día se dará cuenta de que me quiere, eso es lo que mamá dice para consolarme cada vez que llego llorando a casa, que él solo es un adolescente rebelde y aventurero que quiere vivir un poco su locura para después estar con lo que siempre ha querido, que tarde o temprano se cansará de lo mismo y, entonces, me amará. Quise creerlo por tanto tiempo, pero solo me engañé, William jamás me querrá como yo.

«¿Por qué es tan difícil para ti entender que entre tú y yo no hay nada? Que no necesito que estés oliendo mi trasero todo el tiempo.»

He vivido una vida enamorada de este chico, esperando que me mire de verdad, que entienda que no es un capricho, que en serio estoy enamorada de él. No he desistido, día y noche he intentado demostrarle que cuenta conmigo, incluso si estar a su lado me lastima, que estaré ahí para apoyarlo si es que cae y que aplaudiré cada vez que se levante, ¿eso es ser masoquista?

Mi labio inferior tiembla, la verdad es que no lo entiendo, no soy capaz de comprender por qué a veces dice que me quiere, que se preocupa por mí y que quiere intentarlo; y otras veces damos cien pasos atrás. Hemos retrocedido más de lo que hemos avanzado.

Todavía puedo recordar cuando éramos pequeños y nos gustaba hacer castillos de tierra o meter caracoles a la casa para que nuestros padres gritaran al verlos en el comedor, hacíamos travesuras y era divertido hasta que crecimos y me dieron celos cuando lo vi besando a una chica. No sé muy bien cómo pasó todo, un día me invitó a salir, luego nos hicimos novios, creí que me quería, sin embargo, me confesó que no era de ese modo y que sus padres lo habían obligado, le pedí que me dejara porque yo no era capaz de hacerlo, él dijo que no porque recibiría un castigo. Pensé que mamá me diría que lo mandara al carajo como cualquier madre hubiera hecho, en cambio, dijo que él solo quería divertirse, que lo entendiera y fuera paciente, así como ella era con papá.

Eso he sido: paciente. Me he tragado los celos cada vez que lo veo con otra chica, fingiendo que no está pasando nada e ignorando las burlas de la gente pues murmuran cosas horribles a mis espaldas, esas personas que dicen ser mis amigos, las mismas que han visto una y otra vez a Liam pisoteando mis sentimientos y jamás han hecho algo más que reír cuando no miro, ¿por qué sería de otra manera si ni yo misma logro alejarlo?

Y tiene razón, soy aburrida, hago todo lo que mis padres dicen, soy una loca de las calificaciones que no soporta una nota inferior a noventa sobre cien, me gusta que todo sea perfecto, incluyendo mi cabello y mi ropa, mi máscara; pero lo amaba con cada poro de mi piel, con locura, yo hago cualquier cosa por Liam, incluso cuando para él no soy más que la hija de los amigos de sus padres. Ahora también soy vacía, le he dado tanto que ya no encuentro nada en mi interior.

Miradas azucaradas © ✔️ (AA #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora