Capítulo 1

41.7K 4.7K 1.1K
                                    

Viernes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Viernes. 8:30am. 2012.

Me acomodé en el asiento de piedra frente a ella y coloqué una manzana entre nosotros.

—Desayuna.

—No tengo hambre —ni siquiera me miró.

—¿Sigues enojada conmigo?

El sol de la mañana molestaba mis iris y me obligaba a entrecerrar los párpados; Ángela parecía disfrutarlo, estirando el cuello y cerrando los ojos mientras absorbía cada rayo. Lo estaba haciendo adrede, pues ambos nos conocíamos lo suficientemente bien como para saber que no me gustaba estar bajo un sol tan fuerte y que ella lo había hecho específicamente para molestarme.

Ni siquiera abría las cortinas de su cuarto durante el día, por amor de Dios.

—Ángela, háblame —insistí, algo desesperado. Nunca me había gustado que me ignoraran.

Ella siguió fingiendo que no existía. Me lancé hacia delante y tomé sus manos entre las mías. Ya no sabía qué hacer, así que comencé a suplicar.

—No puedo pedirte perdón si no me dices qué te pasa. No soy un adivino. —Se deshizo de mi agarre y entrecerró los ojos hacia mí, sin embargo proseguí—: Dime qué sucede y déjame arreglarlo.

—Ya deberías saberlo.

—¡No leo mentes, Ángela! —Me puse de pie, haciendo aspavientos mientras expresaba mi frustración—. Ayer estábamos bien pero en la noche comenzaste a ignorar mis mensajes y luego mis llamadas. Hoy fingiste que no existía. ¡Y yo no hice nada!

—¡Claro que sí! —Se puso en pie también y se acercó hasta encararme—. Lo que más enojo me da es que ni siquiera te has dado cuenta. Creí que eras mi mejor amigo.

—Lo soy. Pero soy hombre, no mago. —Suspiré—. Por favor, dímelo. Sabes lo distraído que soy y que hago muchas idioteces. No puedo evitarlo, pero conscientemente nunca haría nada para dañarte.

—¡Eres un imbécil!

Pasó a mi lado como un torbellino furioso e ingresó al liceo. Permanecí inmóvil ante su arrebato, pero un segundo después la vi salir por las puertas dando furiosas zancadas mientras se dirigía de regreso a mí. ¿Había olvidado gritarme algo más?

Tomó la manzana de la mesa a mi lado y echó el brazo hacia atrás, tirándomela con fuerza en la cabeza.

—¡Un imbécil! —chilló y volvió a irse.

—¡Ángela, estás loca! —grité en respuesta mientras me frotaba el costado de mi cabeza que latía como un bombo. La vi sacarme su dedo medio, algo poco común en ella, antes de cerrar la puerta tras de sí.

Estuve parado allí por varios segundos, repasando mentalmente cada cosa que dije o hice el día anterior, y seguía sin encontrar algo en específico que pudiera haberla incordiado. Aunque, pensándolo bien, cualquier cosa podría alterar a esa lunática.

Latido del corazón © [Completo] EN PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora