Shun había estado presentando pensamientos autodestructivos últimamente, a veces estos desaparecían de la nada e incluso también tenía ideas para nada pacifistas cosa que también le había llegado asustar, mismas que reprimió y olvidó repentinamente.

Era como sentirse incompleto, un día se sentía de lo más genial y al día siguiente solo necesitaba una cálida compañía como la que la señorita Saori le brindaba, otras veces necesitaba ver el rostro de su hermano, escuchar sus palabras por muy duras y frías que fueran, pero lo quería ahí inclusive hasta el mismísimo Albert Einstein por ser una inspiración para el más joven de los caballeros. Aunque, este día era diferente por que Shun quería estar solo ahogándose en su propio sufrimiento.

No solo estaba así por extrañar a su hermano, por sentirse insuficiente sino que también se encontraba así porque la persona que se dio cuenta de que amaba no le sería correspondido.

¡Toc, toc!

Alguien había tocado la puerta, el menor levantó la vista rápidamente limpiándose las lágrimas; no quería que lo vieran llorando de nuevo.

Quien estaba detrás de la puerta terminó abriendola tras no haber recibido respuesta, esta misma reveló de quién se trataba cuando unos cabellos lilas se visualizaron.

—¡Señorita Saori! — Shún exclamó sorprendido tras ver a la japonesa en el marco de la puerta.

El brillo en sus ojos aumentó más aunque está vez de felicidad, para ser sinceros cada persona que estuviera cerca de Saori podía sentir paz a excepción de los dioses quienes solo podían sentir envidia por tanta tranquilidad que la menor de Zeus emanaba.

Shun no hizo más que correr a sus brazos después de tanto tiempo sin verla, había pasado más de dos meses sin verla y tenerla aquí de nuevo en la mansión a Shun le hacía tener calma en ese momento.  Atena lo recibió gustosa, ella apreciaba mucho a sus caballeros con quienes había convivido un poco de pequeña.

Saori con su cálida voz decidió hacerle una pregunta que rondaba por su mente desde hace semanas cuando recibió cierta noticia que tenía que ver con el chico que tenía al frente:

—¿Shun, cómo te encuentras hoy?

Saori estaba preocupada ya que estaba informada de que el joven parecía presentar cuadros de depresión y la joven quería ayudarlo de cierta manera que incluso pensó en proponerle que se diera un tiempo y que dejara de ser uno de sus caballeros, pero luego recordó las palabras de su extrañado Mitsumasa Kido.

Shun se apartó por un instante para luego abrazarla aún más fuerte, quería evitar esa pregunta a como diera lugar pero se resignó porque sabía bien que no podía mentirle a su diosa, pero lo terminó haciendo:

—¡Muy bien, señorita Saori! Me encuentro demasiado bien y si tengo los ojos hinchados es porque estaba leyendo algo triste.— Justificó tratando de sonar coherente, pero sobre todo alegre.

Saori fue separando un poco a Shun de aquel abrazo solo para verle a los ojos.

Shun estaba mintiendo y la joven de cabellos lilas lo sabía perfecto además aunque fuese así no estaba convencida que decidió replicar su misma inquietud mientras inquiría con una de sus cejas:

—¿Seguro Shun?

El chico aseguró moviendo la cabeza de arriba abajo formando un "Sí" sonriendo de oreja a oreja. La chica ya rendida decidió no hacerle la misma pregunta al japonés.

La joven diosa soltó un suspiro mientras posaba su vista en toda la habitación ajena. Entre las cosas del chico notó una fotografía la cual se acercó para cargar en sus manos.

MI SHUN  |BlUE DREAM|         HyogaxShun  Where stories live. Discover now