VII

1.9K 163 224
                                    

Kai's POV

Estaba sentado sobre la camilla, con una bolsa de hielo en la nariz y una bolita de papel ensangrentado. La enfermera entró a la habitación y me miró sin la menor preocupación, seguro a visto cosas peores que una nariz sangrando.

—Uh, no —fue lo primero que dijo.

—¿No qué? —hablé despacio, con dificultad. Mi voz sonaba ahogada.

—¿Puedes retirar el hielo de tu rostro por favor?

Le obedecí.

Ella comenzó a examinar mi rostro. Mi nariz aún estaba inflamada, pero ya no tenía tanto dolor como antes. Desde esa distancia aproveché para verla mejor.  Tenía la piel morena y el pelo castaño, que seguramente se vería deslumbrante si no lo usara apretujado en un moño; en conclusión era bonita, seria y fría, pero bonita.

Ella era bonita y yo era un menudo imbécil.

«Una vez imbécil. Siempre imbécil»

Perdí mi atención en ella cuando la presión de sus dedos se sintió cómo el pinchazo de una aguja en mi tabique.

—Hmmm... No —musitó apartando la mano de mi rostro.

—¿No qué?

—No está rota, sólo está bastante inflamada... —respondió mirando mi nariz —¿Cómo te has golpeado?

Rodé los ojos, aun podía sentir el puño de Lloyd contra mi cara. Me lo había ganado, ese golpe no era ni la mitad de lo que me merecía.

—Mi amigo me cerró la puerta en la cara —mentí.

«El que me gusta me dio mi merecido por mujeriego»

—Sí, aja —se limitó a responder.

Al parecer fui muy poco convincente. Ella tomó su porta papeles y un bolígrafo, se recargó en la pared con una pose relajada y comenzó a anotar.

—Será un naproxeno cada doce horas durante quince días. Te recetaré unas gotas nasales que te pondrás por las noches —respondió escribiendo —Si se vuelve a inflamar te pondrás hielo durante treinta minutos.

—¿Es todo? —pregunté bajando de la camilla.

—No.

Rodé los ojos ¿Acaso esa era su respuesta para todo?

Me quedé parado un momento, viendo a la enfermera esperando su respuesta. Ella me miraba sin decir nada.

—¿No qué? —pregunté sin paciencia por tercera vez.

—No creo que tengas dificultades para respirar, a menos que te niegues a ponerte la férula —habló finalmente.

Traté de no hacer y gesto de confusión, pero una punzada de dolor en el ojo (que también estaba inflamado) me avisó que no había tenido éxito.

—¿Férula?

***

—¿Cuándo te van a quitar esa cosa? —preguntó Cole subiendo al auto.

En todo ese rato no había apartado su vista de mí. Subí de igual forma en el asiento de copiloto, de mala gana.

—En dos semanas —respondí cerrando la puerta.

—Vas a la tienda y terminas en emergencias —gruñó —Vaya cosa.

Me llevé una mano a la cara, y lo primero que toque fue la banda de metal que recorría el puente de mi nariz, la férula. A los lados de esta, por debajo de mis ojos, estaban dos parches de unos dos centímetros.

GET UP | Greenflame | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora