Capítulo 78

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— Amor, soy yo... Stefan — veo como frunce el ceño aún más en su rostro

Niego con la cabeza sin dejar de observarla. Siento lo que ella está sintiendo, miedo. Miedo al no reconocerme, al no saber si esto es una pesadilla, miedo completo de saber que éste es el destino que nos toca llevar una vez más.

— Lo siento, yo no... —mueve la cabeza, negando. Desesperado, me acerco a ella y la tomo de los hombros.

— No no no, soy yo, Charlotte. Hemos superado cosas peores, mi amor, podremos con esto. ¡Soy Stefan, tu hombre, el padre de tu hijo! —trata débilmente de quitar mis manos de su piel.

— Lo lamento, usted se está confundiendo, no tengo hijos y tampoco novio.

— ¡Charlotte recuérdame! — ella comienza a forcejear, veo como el doctor me toma de los brazos, pero de un sólo golpe con la cabeza hacia atrás logro quitármelo de encima, volviendo hacia Charlotte.

Escucho su grito de miedo, pero nada me importa, quiero que me recuerde, que nos recuerde a los únicos hombres de su vida. De un momento a otro siento un molesto pinchazo en la cabeza, comienzo a sentirme mareado, pesado y veo borroso. Trato dificultosamente de abrir los ojos mientras escucho de fondo una voz llamarme desesperadamente, su voz. Poco a poco me dejo caer en el sueño profundo donde inunda su risa junto con sus ojos marrones y la sonrisa de ella y nuestro hijo, es todo lo que veo. Ellos son mi vida, sin ellos nada tiene sentido.

¡Stefan! —Abro mis ojos de golpe y me impulso para quedar sentado, siento el sudor correr por mi frente y mi pecho—. Stefan —giro mi cabeza a ver a la dueña de ese susurro.

Rápidamente tomo su cintura y la dejo en mis piernas, mientras siento sus manos acariciar mi cabello. Oculto mi rostro en su pecho, escuchando su corazón latir desbocadamente, como el mío. La piel descubierta de su pijama de seda rosa pálido, contra mi pecho desnudo, logra tranquilizarme. Siento sus delicados labios dejar suaves toques en mi cuello, sin dejar de acariciar mi cabello negro. Tomo su rostro con ambas manos y acaricio su frente, sus ojos, su pómulo, sus mejillas y sus labios rojos, la observo desesperado

— ¿De nuevo lo mismo? —asiento sin dejar de observarla.

Desde que salió del hospital tengo esa horrible pesadilla, varían entre perderla definitivamente y sueños como el de ésta noche pero nunca se sintió tan real. Nunca sentí la desesperación que sentí hoy. Veo como su pecho sube y baja de golpe, suspirando.

— Lo siento —acaricio su hombro hasta dar con sus manos, las tomo y dejo un beso en todos sus dedos.

— Ha pasado un mes de eso, cariño. Estoy contigo y no te dejaré sólo —me abraza y la aprieto más a mí.

Cuando estoy a punto de decir que volvamos a dormir, el llanto de Cameron desde el monitor de bebés logra separarnos. Bufo audible, ese niño es un celoso compulsivo.

— Bajaré a preparar el desayuno y luego iremos a verlo ¿sí? —veo como su rostro cambia rápidamente. Asiente y sale prácticamente corriendo de la habitación.

Me levanto frustrado, paso mis manos por mi rostro tratando de despabilarme. Haría cualquier cosa para quitarle el sufrimiento y el dolor a Charlotte, para volver a verla sonreír sin preocupaciones. Sé que debe pasar por esta fase sola y a su tiempo, pero nadie me impide poder aliviar su dolor y acortar el tiempo. Sonrío ante la idea que se me viene a la cabeza antes de entrar al baño para ducharme rápidamente.


Charlotte Woods

Observo por última vez a mis dos muchachos que se encuentran en la camioneta esperando por mí y sonrío inconscientemente al entender que me están dando mi espacio. Camino hasta el frío lugar, donde la lápida de mi padre se encuentra bien lustrada y con ese aspecto nuevo. Me dejo caer en los asientos de madera blanca frente a la lápida y suspiro.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora