Capítulo diez. Máscaras que no engañan

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A una sola semana de volver al instituto (noo!) os traigo el siguiente capítulo. Puede que sea un poco corto, pero ocurren bastantes cosas. No me alargo, disfrutad del capítulo.

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"Our hands are gently interwined, a feeling I just can't describe"


Los preparativos para el baile no se hicieron esperar. Laura llegó al Salón de las Mujeres al día siguiente con una sonrisa impresa y su carpeta llena de ideas. Las chicas parecían verdaderamente entusiasmadas con el baile, aunque Violet seguía preguntándose por qué. Había bailes cada semana, ¿por qué era ese diferente?

Fueron dos días frenéticos. El servicio se quejaba del poco tiempo que habían dado para preparar todo el material, algunas doncellas se quedaban toda la noche tejiendo el vestido que sus seleccionadas querían llevar, los pedidos no llegaban... Pero, al final, todo estuvo a tiempo.

Violet había diseñado su máscara siguiendo el modelo impreso en papel que Laura había entregado a todas. Después, ella misma había añadido los detalles. La máscara era de color crema, casi blanco, con dibujos de estrellas en negro y notas musicales. También tenía varias plumas en la parte superior y se sujetaba con una banda por la parte de atrás. Alice y Emily insistieron en que llevara una peluca, pero ella se negó. En cambio, dejó que sus doncellas la hicieron un intrincado recogido que ocultaba su mecha morada. Llevaba un vestido muy largo, tanto que no podía verse los pies debido a la tela, similar al color de su máscara. El vestido estallaba en la parte inferior en flores, la tela se doblaba y arrugaba para conseguir tales figuras que la hacían sentirse en un jardín. Peyton había querido maquillarla, pero Violet dijo que no era necesario, ya que llevaba una máscara que cubría la mayor parte de su cara.

Hanna sujetó la mano de Violet mientras esta se levantaba. No estaba acostumbrada a llevar unos tacones tan altos y sus tobillos amenazaban con acabar con ella. Con ayuda de su doncella, caminó por su habitación hasta, más o menos, conseguir mantener el equilibro sin parecer un pato. Volvió a dar las gracias a aquellas mujeres y bajó al salón de baile.

No pudo quedar más impresionada al entrar. La sala había sido decorada tal y como habían pedido que estuviera. Las telas colgaban del techo formando la forma de un cono, todo el mundo llevaba máscaras y la comida estaba escogida de forma correcta. Pero ninguna seleccionada había mencionado cómo iría vestida o qué máscara llevaría. Las chicas pululaban por la sala, esperando a que llegara el resto de invitados. Violet enarcó las cejas al ver a varias de ellas con el pelo teñido del mismo color que su cabello y zapato plano. Cruzó los brazos delante de ella y se sentó en una de las sillas, disgustada. Había propuesto el baile de máscaras para hacer algo fuera de lo común, no para que un puñado de estúpidas aprovechara la oportunidad para imitarla.

La familia real entró, detrás de ellos, los invitados de todas partes de Illéa. Violet reparó en la presencia de más invitados de lo habitual, incluso vio a varios niños de la mano de sus padres. Todos llevaban las máscaras puestas. Emma llevó la voz cantante al colocarse delante de ellos:

—Les doy la bienvenida al baile de máscaras de palacio. Algunos de ustedes han tenido la suerte de decorar sus propias máscaras, pero tienen a su disposición muchas más en aquella mesa. Solo hay una norma: No se pueden quitar las máscaras hasta que la señorita Laura de la señal. Esperamos que disfruten de la velada—dijo con una voz segura. Realmente Emma tenía un don para la oratoria y había tenido el detalle de continuar con su precioso pelo rubio.

Todos los presentes entraron en el salón, sonrientes. A la vez, se giraron hacia Laura, que asintió con la cabeza unos segundos más tarde. Los invitados, que solían ser extranjeros o altos cargos de las diferencias provincias, se quitaron las máscaras que les tapaban la cara. Varias seleccionadas ahogaron gritos o se echaron a llorar. Violet se tapó la boca con las manos al ver a su familia a menos de diez metros de ella, con los trajes más elegantes que llegarían a llevar en su vida. Su madre, con un vestido azul preparado expresamente para ella, la esperaba con los brazos abiertos. Tras ella estaba su marido, David Elesse, con un traje de tres piezas, todo de negro y con el pelo engominado hacia atrás. Apoyaba su mano en el hombro de su esposa y admiraba a su hija con un orgullo que se reflejaba en los ojos. Por último estaba Jamie, que también llevaba un traje oscuro con tirantes, pero no parecía tan cómodo con él como el resto de su familia, ya que se rascaba todo el tiempo y no podía moverse a su antojo.

Doble Elección (Orígenes de la Selección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora