Capítulo 17 | Solo |

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UN MES DESPUÉS

Lo único bueno de la época de parciales es que puedo dejar de ir a trabajar. Creo que esa era la única ventaja de ser la hija del jefe.

Estaba cerrando la puerta pensando en los apuntes que necesito para prepárame para mi siguiente parcial de economía internacional cuando escuché la voz de Rodrigo a mis espaldas.

— ¿Vos no acabas de llegar? - preguntó confundido.

Giré para verlo y lo quise abrazar al ver que sostenía dos cafés de Starbucks. Me extendió uno y sonreí.

— Vine a buscar algo, tengo que estudiar.

Contesté mientras tomaba el café caliente en mi mano.

— Mucha suerte entonces.

— Gracias, y también gracias por el café.

— De nada, Mari. Escribime si queres hacer algo después.

Contestó guiñándome un ojo y alejándose.

Hace dos fines de semana Rodrigo y yo fuimos a tomarnos algo a un bar cuando salimos de trabajar. Una cosa llevó a la otra y terminamos besándonos durante toda la noche. Le expliqué que no estaba buscando nada con nadie, y también le rogué que no se hiciera ningún tipo de expectativa conmigo. Por suerte él estaba lejos de eso, y supimos manejar la situación dentro de nuestro lugar de trabajo. ¿Me arrepiento? No, no fue la gran cosa. ¿Lo volvería a hacer? Tampoco. Pero me ayudó a sacarme a Mateo de la cabeza, al menos por unos días.

Al día siguiente me detuve en una pizzería para comprar mi cena. En el parcial no me había ido tan bien como esperaba, y quería ahogar mis penas con una pizza grande para mi sola. Sí, ese era mi plan para este viernes. No saldría de mi pieza durante el resto de la tarde y noche.

Finalmente llamaron el número de mi orden y agarré la caja entre mis manos.

— ¡Mari!

Me saludó Mariel con una sonrisa y colocándose a mi lado.

— ¡Hola! No te vi entrar.

— Acabo de llegar - sonrió - ¿cómo va todo?

— Mal, es época parciales.

— Somos dos - contestó con una mueca.

— Fue bueno verte así sea por un ratito - dije despidiéndome.

Mariel era parte del grupo de los chicos. En las juntadas siempre nos la pasábamos juntas, y era ella quien me integraba al grupo ya que Agustin casi nunca se separaba de Mateo.

— Entonces supongo que no te veré esta noche.

Fruncí el ceño.

— ¿Qué hay esta noche? - pregunté.

— Hoy es el cumpleaños de Mateo ¿no sabías?

Me mordí el labio.

— No - admití con culpa.

— Ah, pensé que sí sabías pero que no te importaba. Él acaba de llegar de Paraná, pasó el mes allá. Nos vamos a juntar en su departamento y todos le vamos a insistir para que salga con nosotros. Está medio desanimado y sin ganas de hacer nada. Vení vos también entonces. Mientras más seamos, mejor.

Dudé.

— Creo que es mejor que sea Mateo el que decida si invitarme o no.

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