18. Huésped

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Me despierto como si pesase mil kilos. Mi cuerpo se relajó tanto que literalmente se ha clavado en la cama. No recordaba la última vez que dormí así. Ni siquiera cuando estaba de vacaciones en la playa. Supongo que fueron muchas emociones juntas.

Por la ventana entra una luz indirecta preciosa. El suelo de esta estancia es de madera clarita, se refleja la luz dando un color precioso. Hay bastante silencio a pesar de que a lo lejos se escuchan tranquilos sonidos de actividad mañanera. Parece que la gente no tiene prisa en este lugar. Ahora que lo pienso, parece que en este... "mundo", la gente nunca tiene prisa y eso me relaja.

Giro la cabeza en la otra dirección. La puerta de la habitación está cerrada. La chica ha sido muy gentil cerrándola para que durmiese. Por primera vez en la vida creo que soy capaz de detectar cómo un pequeño gesto puede reflejar una personalidad completa.

Este sitio es un lugar extraño, pero me siento como en un hogar. No sé por cuánto tiempo, pero la mujer no parece dispuesta a echarme de aquí. Podría ser una estancia larga. Me quito algo de ropa y me meto dentro de la cama. Con el cansancio ni me desvestí. Sé que es de día ya, pero me gustaría aprovechar un poco más para descansar.

—¡Hola!, ¿puedo pasar? —dice la chica desde detrás de la puerta.

—Sí, adelante. —¿Cómo no va a poder pasar? Por supuesto que puede.

Camina descalza, de manera suave y sutil. Se mueve tan suave que parece que el suelo le acaricia los pies cuando avanza. Es tan ligera que parece espectral. Su cara brilla como si estuviese muy alegre.

—No te levantes —indica cuando nota mi intención de incorporarme.

Se sienta en el suelo al lado de la cama, cruzando las piernas como los indios. Lo hace justo en línea con la dirección en la que yo tenía la cabeza apoyada, para ponerse a mi vista.

—¿Has dormido bien? —Su voz es alegre y calmada, gentil.

—Sí —contesto.

—Abajo tengo comida, puedes comer lo que quieras, no ahora, sino en cualquier momento.

—Muchas gracias.

—Encontraremos a tu amigo, no te preocupes.

Es encantadora. No puedo resistir la tentación. Tengo que preguntarle.

—¿Quién eres? ¿A qué te dedicas?

—Me llamo Aila —contesta sonriente—. ¿Qué quieres decir con a qué me dedico? —pregunta con cara de no entenderme demasiado, como si le hablase en otro idioma. Aila es un nombre bonito, tanto como ella. Sin embargo su respuesta me descoloca, ¿me estaré explicando mal?

—Quiero decir que me gustaría saber de tu trabajo —reformulo la pregunta.

Le cambia la cara, parece que ahora sí me entiende. Hace ese gesto de cuando encuentras algo, así como abriendo los ojos un poco y asintiendo ligeramente con la cabeza.

—En mi vida hago muchas cosas. No sabía a qué te referías —contesta sonriendo en tono inocente—. Me dedico a los jardines. Recojo semillas que luego se venden en las tiendas de hierbas.

Ahora que me doy cuenta, esta pregunta no ha servido para nada. Su respuesta no me explica nada de cómo es ella o por qué es tan impresionante. Me encuentro tal cual estaba al principio, solo que ahora sé cómo gana dinero.

Aila me mira muy fijamente, de una manera que no intimida nada. Creo que nunca nadie me había mirado de ese modo. Me gustaría saber algo más de ella, pero no sé cómo preguntarle nada. Me doy cuenta de que ni siquiera soy capaz de sacar un tema de conversación. Su personalidad me despierta mucha curiosidad, pero es tan atípica que mi forma de pensar no me ofrece siquiera un modo de interrogarla. Lo único que se me ocurre preguntarle ahora mismo es "¿por qué eres así?" y la verdad, no me parece una buena pregunta.

Se hace el silencio y la chica parece no necesitar saber nada. Me inquieta un poco, no hay un ¿dónde trabajas?, ¿cómo te llamas?, ¿cuál es tu edad? De repente se me ocurre por fin algo que decir.

—¿Quieres hacer alguna cosa, te puedo ayudar en algo? lo que sea —balbuceo. Es una tontería, lo sé, pero tanto silencio me estaba matando y además tampoco sé cómo agradecerle su gesto.

— No, no te preocupes —contesta. Hace una pausa.

— Te presentaré a gente. A lo mejor ellos te pueden ayudar. Eres libre de hacer lo que quieras. Quédate todo lo que necesites. Yo te ayudaré en lo que pueda.

— Muchas gracias —respondo. ¿Tendríais un plan mejor?

La chica se levanta suavemente. Se queda mirándome con esos ojos que me traspasan. Me da la impresión de que me conoce perfectamente. Se acerca un poco y me toca con suavidad la cabeza.

— Duerme —dice sonriendo.

Y una vez más, me duermo.

La historia continúa en casa de Aila, ha sido cortito, pero espero que te haya gustado el capítulo

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La historia continúa en casa de Aila, ha sido cortito, pero espero que te haya gustado el capítulo. ¿Sigues pensando lo mismo sobre Aila?

Sé bienvenido/a a Sándwich de Dragón. Espero que más que un libro para leer, tengas un buen sitio para estar. Puedes hablar y comentar o puedes permanecer en silencio. Esta es tu habitación mientras te encuentres bien aquí. En la cocina encontrarás fruta fresca y otro tipo de comida, sírvete cuanto quieras.

Hagamos la casa de Aila aquí.

#SoyFelizConAila

¡Un abrazo!

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