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| Capítulo final |

Guille:

Después de tanto tiempo, aún hay muchas cosas que no te dije, muchos pensamientos que me guardé para mí mismo.

Me siento tan mal. Desde la muerte de mis padres ya nada me hace sentir bien, ni siquiera tú... y eso me hace sentir horrible, porque tú eres la persona más maravillosa que yo conocí jamás, y no es justo que yo no pueda darte lo que tú me das.

Creo que lo mejor para ti será que nos dejemos de ver.

Guille, no soy bueno para ti. Me estoy muriendo de a poco y no quiero que también tú lo hagas. Mereces a alguien que te cuide, te proteja... te haga sentir cosas que nunca nadie te hizo sentir. No mereces tener que lidiar con una persona como yo. No lo mereces, mi amor.

Al quedarte conmigo, sólo te estás condenando a una vida horrorosa, y no quiero eso para ti, en lo absoluto.

Quiero que seas feliz.

Te amo.
—Vegetta777.

Guillermo, con lágrimas en los ojos y un corazón roto, dejó de leer aquella última nota. Samuel la había dejado en el bolsillo de su chaqueta la última vez que estuvieron juntos.

Intentó infinidad de veces llamarle por el móvil, pero no contestaba a ninguna de sus llamadas. Comenzaba a ponerse paranoico y no paraba de pensar lo peor. No sería capaz de aguantar otra muerte...

Sin pensarlo dos veces, salió de su casa y se dirigió a la de Samuel. Necesitaba verlo, aunque sea por última vez.

Al llegar, tocó la puerta con desesperación. Cada segundo que tardaban en abrir, era un segundo perdido para salvar a Samuel. Estaba seguro que necesitaba ayuda.

—¿Dónde está Samuel? —atinó a decir en cuando Sacramento abrió la puerta.

—Cariño, él...

—¡No! —gritó—. ¡No lo diga! ¡No quiero oírlo! ¡Él no puede estar muerto! ¡Él está aquí, esperándome! Lo sé...

A esas alturas, Guillermo ya estaba hecho un mar de lágrimas. El solo hecho de pensar que su Samuel pudiera estar muerto, le desgarraba el alma entera.

—¿Qué? —preguntó Sacramento, sin entender lo que el chico frente a ella le decía—. No, cariño, él no...

—¿Él está bien?

—Sí, está bien...

Al escuchar aquello, el corazón de Guillermo volvió a latir con normalidad.

—Quiero verlo.

—Se fué...

—¿Qué? ¿A dónde?

—No dijo nada, sólo se fue. Mi pequeño se fue... —ahora era el turno de Sacramento echarse a llorar.

Aquella escena le fue imposible de soportar a Guillermo. Ver a la pobre anciana afligida por la partida de su nieto le hacía doler el pecho. No solo él estaba sufriendo.

"Te amo, ¿ok? Pase lo que pase... digas lo que digas, yo te amo. Y nada me hará cambiar de opinión"

—¿Confirmamos, compañero?
Confirmamos.

Guille | wigetta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora