—Recuerde 123045, tiene ocho minutos, resuelva el acertijo y le dejaré descansar.
Esa voz magnética retumbó en mi mente y antes de que pudiera decir nada, me encontraba otra vez en la sala de simulación. Una sala de paredes blancas, vacías e insólitas; en el centro había una mesa y una silla del mismo color blanco hueso.
Me acerqué suspirando, me senté en la silla y colocando mis codos sobre la mesa volví a suspirar. La quincuagésima vez en la misma simulación, y no conseguía pasar de nivel. Estaba perdiendo las esperanzas de que me dejaran descansar algún día.
Mi mente estaba agotada y sólo de mirar al cubo de Rubik sentía que se me iban todas las fuerzas.
Todos los colores seguían desordenados, pero la clave no era ordenar los colores; créanme, lo he intentando cuarenta y nueve veces y seguía sin encontrar la solución al colorido cubo.
Cojo el cubo entre mis delgadas y pálidas manos y lo analizo bien. Treinta y seis cuadrados, nueve de cada color. Si la solución fuera unir los colores de forma tradicional, tendría siete simples posibilidades de conseguirlo; pero, al no ser así, me estaba costando el doble pensar en dicho enigma.
—Cuatro minutos y cincuenta y nueve segundos.
Aprieto las piezas de Rubik en mis manos y éste se rompe en mil diminutos cuadrados.
—Mierd...
—Otra secuencia fallada, volvamos a empezar 123045.
Vale.
Cincuenta y cuatro cuadrados, nueve piezas por colores, seis colores.
Tengo cincuenta y cuatro posibilidades en ocho minutos para descifrar la clave antes de volver a empezar. Lo que es un setenta por ciento de chance de conseguirlo.
Empiezo a mover las piezas con una velocidad vertiginosa mientras mis dedos se mueven a cámara rápida, moviendo y colocando piezas al azar buscando una solución rápidamente; ya que tampoco disponía de mucho tiempo para tomarlo a la ligera y pensar detenidamente, uní los cuadraditos a mi juicio dispuesta aceptar las consecuencias de haber cometido otro error.
—Otra vez.
Y de esa manera paso el tiempo. Comenzaba a sentir mis dedos entumidos pero volvía a empezar. Una y otra vez, hasta que el cubo se queda duro y ya no puedo mover sus partes.
Lo he conseguido.
Secuencia superada.
—Descansa.
No hacía falta decírmelo una vez más, en cuanto las luces se apagaron, cerré mis párpados y dormí.
No pasó el suficiente tiempo cuando las encandilantes luces se encendieron de nuevo despertándome para otra secuencia de 8 minutos, donde debería buscar toda clase de errores por muy pequeño que fuera en una secuencia. Parecía que habían pasado apenas segundos desde que me dormí hasta que me volvieron a despertar.
— Buenos días 123045, empecemos.
El cubo se encontraba nuevamente frente a mi pero esta vez todo había cambiado.
Estaba cada color en su sitio, quise replicar pero luego me callé.
No iba a ser que decidieran que debía hacer más entrenamiento de simulación superiores a mi nivel. No estaba preparada para ello.Suspire y tomé el pequeño cubo entre mis manos sintiendo una pequeña descarga eléctrica que hizo que cerrara los ojos involuntariamente. Mis dedos empezaron a jugar con el cubo y salió una secuencia de colores nada que ver con la dinámica habitual.
Suspiré y de pronto, dejé de sentir el fatal olor a químicos del laboratorio, el ruido de la ventilación y las constantes voces de los hombres de blanco.

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8 minutos.
Science FictionEn un mundo donde la ciencia experimental lo gobierna todo, ningún ser humano está a salvo.