Punto de vista de Frank:
Kris se había quedado dormido, apoyado sobre la mesa de la sala de interrogatorios, ni siquiera con todo el té que había tomado pudo resistirse al cansancio; ya que no había dormido nada en por lo menos 3 días, el sueño le sería muy beneficioso. Parecía que mi conversación con él le había aliviado un poco la presión que sentía, y como doctor estaba muy satisfecho.
Salí de la sala de interrogatorios con las tazas vacías, y vi a Mike saludándome con la mano. Me acerqué con una sonrisa y le di las tazas.
-¿Ha sido incómodo de ver?
-¡Has estado fantástico! -Los ojos le brillaban-. Aunque también tengo que decirte que hace más de 24 horas que me fui de casa por este caso. Mi novia pensará que me he fugado contigo o algo.
-Oh, ¿en serio? Parece que tu novia sabe apreciar mis encantos.
-Seguro -contestó con toda tranquilidad-. Pero sí que es cierto que al señor superviviente lo has conquistado con esos encantos tuyos.
-Por supuesto, es mi obligación que un chico triste se sienta feliz -dije, yendo hacia el cuarto de baño-. No te olvides de traer otras dos tazas de té, esto aún no ha terminado.
Mike recogió las tazas perezosamente.
-Vaya, ahora resulta que soy el camarero. En fin, sigue animando a ese chico triste tan mono, nosotros te estaremos observando.
Cuando salí del baño, vi a Kris, que aún dormía con el pelo rubio despeinado sobre la mesa.
-Con todos los años que llevo colaborando con vosotros, ¿no me puedes dar algunos de esos detalles que sólo saben los de dentro? -le dije a David, su cabeza calva me impedía ponerme serio.
-Mira, Frank, si los muertos hablaran, lo que dirían sería espantoso. Sin tener la formación pertinente, me temo que tu corazón no lo soportaría -dijo.
-Me hago responsable de mi corazón -dije-. Tengo la mejor de las medicinas.
-¿En serio? ¿Qué marca es? -se rió y me miró.
Lo miré con impotencia, saqué un bote de pastillas de mi bolsillo y dije:
-No suelo revelarle mis problemas de salud a ningún colega... además, no soy parte de la policía.
David miró el bote de pastillas y dijo:
-Vaya, parece que esta marca es muy popular.
-No cuestiones mis gustos -dije-. Yo nunca utilizo marcas populares, incluso para los medicamentos.
-Oh, puede que esa no sea una buena costumbre -dijo David-. Podrías morir de forma muy dolorosa.
-¿Qué pasa, la presión constante está empezando a afectarte al corazón? -le pregunté-. Pensaba que los ataques al corazón eran algo muy común entre vosotros.
-Frank -David miró el pequeño bote de pastillas con curiosidad y luego me miró a mí-. Si un día me entero de que eres mago a tiempo parcial o algo así, definitivamente me encargaré de que te arresten.
-¿Ah sí? ¿Puedo pedir que me encierren con ese pequeño entonces? -pregunté riéndome.
-¿Cómo? -me dio un pequeño codazo-. No sabía que tuvieras ese tipo de hobbies.
-Qué mal pensado eres -sonreí-. Solamente estoy cumpliendo con mi trabajo, eso es todo, algo que vosotros no entenderíais... magia oriental. -Me di la vuelta y entré a la sala de interrogatorios.
Abrí la puerta y desperté a Kris de su sueño, si es que se le podía llamar así, y no pesadilla.
-Lo siento -utilicé el pie para cerrar la puerta-. No quería interrumpir tus dulces sueños.
Parecía que Kris estuviera tomando una decisión antes de dirigirme una fría risa, supongo que quería decir que sus sueños eran de todo menos dulces.
-¿Tienes hambre? -pregunté-. Si no te importa, te recomiendo el ramen de marisco, aunque no sea auténtico tiene su punto.
-Está bien. No tengo hambre -dijo, arreglándose el pelo con la mano.
-De acuerdo entonces -sonreí-. Como quieras.
Su cara parecía demasiado pálida para ser asiático, sus mejillas y su mentón eran tan esbeltos que parecía que los hubieran esculpido. Sin embargo, tenía un par de ojos impresionantes, y miraba a la gente como si hubiera una capa de neblina cubriéndolos.
-¿Sabes muchas cosas que yo no sepa? -preguntó de repente.
-¿Por ejemplo? -lo miré.
-Por ejemplo... si hay otra gente aparte de mí en el Departamento Federal ahora mismo...-dijo-. ¿Hay más miembros de nuestro grupo?
-¿Si están los cadáveres? -No sabía a qué se refería exactamente, así que decidí usar esas palabras y hablé cuidadosamente.
Sus pupilas parecieron reflejar una emoción perdida, y él también eligió con cuidado sus palabras.
-¿Están todos... todos están muertos?
-¿Tú mismo no lo sabes? -lo miré, pensando en las peculiares expresiones de Mike y David y lo protectores que estaban siendo con la información, cosa que nunca antes habían hecho-. Yo sólo soy un doctor, pero creo... que si te las arreglas para ayudarles, a la policía, quiero decir, ellos también se esforzarán por ayudarte a ti.
Ese par de bonitos ojos se cubrió con una niebla aún más espesa, y se fueron hundiendo en una sombra oscura.
