Capítulos 42 y 43

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Lunes 16 de abril de 2007, 22:53 - Los superhéroes también duermen

He llegado a casa a las nueve de la noche más o menos, agotado después de un intenso día de trabajo. No sé yo si el ir arrastrándose por las calles atestadas para luego subirse a un tren en el que no cabe ni una aguja –y en el que encima todavía ponen la calefacción aunque haga calor– forma parte del dicho que asegura que el trabajo dignifica… Quizás el refrán se inventó en aquellos tiempos en que la gente todavía trabajaba en el campo y sólo tenía que soportar su propio olor corporal.

En cualquier caso, he logrado llegar sin sufrir más percances, y antes de dirigirme a mi apartamento he recogido el montón de papel que llenaba mi buzón. Subiendo las escaleras le he echado una ojeada: facturas, propaganda del chino, resúmenes de los movimientos del banco, un flyer del telepizza, más facturas y ¡oh, sorpresa!: una carta de los juzgados de Mataró. Ya tardaban…

He tirado las cartas sobre la mesa, sin molestarme en abrirlas, y me he dirigido directamente al baño. No hay nada que me relaje más que una ducha bien caliente mientras suena en la minicadena el Carmina Burana o algún CD de Loreena McKennitt. Mientras el agua cae sobre mí siento como si mi alma se desligara del cuerpo y dejara el cansancio, el dolor y las preocupaciones atrás. Me siento como debía sentirse Lobsang Rampa cuando salía flotando en sus viajes astrales, dejando el cuerpo en la tierra reposando al otro extremo del fino hilo de plata que une lo físico con lo espiritual y que marca el camino de regreso.

El «viaje» ha durado unos diez minutos que se me han hecho cortos, pero desde pequeño me enseñaron que hay que racionar el agua, así que he salido del baño satisfecho y como nuevo. He mirado las cartas al cruzar el salón y he decidido que mañana las abriré: quería conservar mi buen humor unas horas más. Lo suficiente para poder ir a dormir tranquilo otra noche.

Hasta los superhéroes necesitamos dormir. Los que no salimos en los cómics, claro.

Martes 17 de abril de 2007, 22:41 - Molestias

El estrés vuelve a formar parte de mi vida. Hoy, por segundo día consecutivo, he vuelto a llegar a casa a las nueve pasadas, y sólo estamos a martes. Estoy asqueado, cansado, agobiado...

Tenía que comer con Sara pero al final me he visto obligado a llamarla para anularlo y he tenido que conformarme con un mísero bocadillo de atún delante del ordenador.

Me escuecen los ojos, así que procuraré no extenderme; necesito apartar la vista un rato de la pantalla antes de que me estallen los globos oculares o se frían dentro de sus cuencas.

Iré al grano: hoy me he dado cuenta de algo que creo puede ser importante y que además me ha recordado que tengo que pedir cita para el médico.

Hoy, de camino a la oficina, el molesto zumbido que sentí la semana pasada se ha instalado de nuevo en mi cabeza cuando el tren se ha adentrado en los túneles que pasan por debajo de Barcelona, y no me ha abandonado hasta el mediodía. Ninguno de los pasajeros que había a mi alrededor parece haber notado nada. El zumbido ha aparecido de repente, y se ha ido de igual modo. Luego, sobre las cinco de la tarde, ha vuelto y ya no me ha abandonado hasta que, ya de regreso, he dejado atrás la capital.

No tengo ni idea de qué puede ser, pero empiezo a pensar que no se trata de un síntoma de algo. Es realmente extraño y debo averiguar qué es, pero ¿cómo? Igual Rafa tiene alguna idea.

¿He dicho ya que Rafa es mi Libro Gordo de Petete particular?

Voy a llamarle.

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arawna@hotmail.es - http://soyunsuperheroe.blogspot.com/

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Hoy me ha pasado algo muy bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora