Capítulo 45: Un nuevo comienzo

Start from the beginning
                                    

Traté de no ponerme sentimental. Las lágrimas las iba a guardar para la despedida en el aeropuerto, por lo que la miré y le sonreí. Ella me respondió con una serie de señas que no pude entender.

—La cuarta elegida es… ¡Katheleen Moncrieff!

Todos me miraron.

—¡¿Qué?! —pregunté tan fuerte que los aplausos cesaron.

—Así es —el profesor se acercó—. ¡Felicitaciones! —posó su mano sobre mi hombro.

—No, no… Esto debe ser un error.

—No hay ningún error. Por favor, únete a tus compañeros.

—Pero yo no…

—No puede creerlo —Dafne se apresuró a interrumpirnos desde donde estaba—. Katheleen tenía muchas dudas sobre su ensayo —me miró—. Te dije que ibas a lograrlo.

Estando más confundida que nunca, me levanté de la silla y caminé hacia donde estaban los otros tres ganadores. Me situé al lado de mi mejor amiga esperando una explicación de su parte.

—¿Recuerdas que tenía dos ideas, pero no sabía cuál elegir?

Asentí con disimulo.

—Pues hice dos ensayos. Cuando me dijiste que no ibas a poder terminar a tiempo, envié uno con tu nombre. No te había dicho porque no pensé que ganaríamos.

—Dafne, tú… No lo puedo creer. ¡Dafne!

Ella se echó a reír.

—Puedes guardar las palabras de despedida. O desecharlas de una vez, ¡porque nos iremos juntas a Australia! —dio un bailecito.

—Y por último… ¡Santiago Valencia!

—Ay no —se dio una palmada en la frente.

Él se levantó de su silla y se colocó a mi lado.

—Parece que vamos a tener mucha diversión en Australia, ¿eh?

Me eché para atrás para que ellos pudieran hablar.

—¿Cómo es que tú, entre todo el mundo, lograste ganar?

—Puede que sea un idiota, pero no soy estúpido —sonrió.

—¿Sí sabes que esos son sinónimos?

—Como sea. Tú y yo, en un país desconocido, piénsalo.

Mi mejor amiga se rio.

—Oh, pero si no hay nada que pensar. Voy a conseguirme un par de australianos que suplan mis necesidades.

Santiago arrugó la cara. Entonces el profesor nos dijo unas palabras a las que nadie les prestó atención debido a la emoción. Empecé a imaginar cómo sería el viaje a Australia, pero caí en cuenta de algo que pisoteó las ilusiones que me había hecho.

—Joder, Dafne. ¡Mis padres!

Su expresión de felicidad cambió por una de preocupación.

—Oh, mierda.

—Después de todo lo que he hecho, no hay forma de que me den dinero para pagar los tiquetes aéreos.

—Algo se nos ocurrirá.

***

Al día siguiente.

Mi mejor amiga se las arregló para organizar una reunión con mis padres. Su plan brillante era que tuviéramos una conversación honesta con ellos para intentar convencerlos: sin trucos ni trampas. Para mí, el desenlace era más que obvio.

SERENDIPIA PARTE I: MARIANNEWhere stories live. Discover now