Perdida entre las Sombras

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Hola amig@s, os dejo un nuevo relato de terror, espero que os guste y no olvidéis votar y comentar, vuestro apoyo es importante.                                

                          PERDIDA ENTRE LAS SOMBRAS

 El cielo se mostraba amenazante sobre Caracas. El viento arreciaba con fuerza, y pronto la tormenta descargaría un fuerte chaparrón que se mezclaría con la suciedad de las calles. Lesbia se levantó para cerrar la ventana de su despacho, pues los pequeños golpes que daba contra el marco empezaban a incomodarle. Desde su apartamento, a las afueras de la ciudad y situado en la séptima planta de un bloque residencial, disfrutaba de una preciosa vista de Los Teques. Cuando Lesbia tomó asiento de nuevo, jamás pensó que aquella tarde su vida cambiaría por completo.

Todo fue fruto de la casualidad, o tal vez ese era su destino. Lo cierto es que algo la llevó hasta un blog, donde un novelista español empezó a colgar una novela. Pronto, la atmósfera de misterio y terror  que envolvía Pueblo de Sombras la atrapó por completo, pero nunca imaginó que podría llegar hasta un punto sin retorno. Lesbia se involucró tanto con los personajes que se convirtieron en parte de ella, por las noches visitaban sus sueños más profundos, creía ver fantasmas donde solo había reflejos e incluso una noche, mientras se lavaba los dientes antes de irse a la cama, creyó ver un extraño mensaje escrito en el espejo.

—Alberto!!! —Gritó, solicitando la ayuda de su marido, pero Alberto dormía plácidamente y apenas respondió con una leve sonrisa, consciente tal vez, de que todo era una broma provocada por su hija.

Sugestionada por el mensaje decidió volver al despacho, dispuesta a perderse entre las sombras de la novela, deambulando entre la densa bruma que cubre las frías calles de Point Creek.

¿Qué ocurrió con Valerie Gould? ¿Quién era el fantasma que atormentaba a Thomas? ¿Por qué sentía tanto temor con la presencia de Harold S. Lucien? ¿Qué ocultaban los oscuros páramos de River’s Glen? Aquella lluviosa noche, Lesbia estaba dispuesta a encontrar respuestas a todas esas preguntas que tanto la inquietaban. 

Despertó desorientada, con una fuerte migraña y una sensación de sequedad en la garganta. Alzó la vista y observó el techo, era de madera.

—Qué extraño  –pensó-. Este no es mi apartamento.

El horror azotó su cuerpo y la hizo estremecerse cuando, al poner pie en el suelo, se fijó en el enorme ventanal que presidía la habitación, y que tan familiar le resultaba a pesar de que jamás había estado allí. Caminó hasta llegar al mirador, y quedó aterrada cuando vio frente a ella un enorme bosque cubierto por una inquietante y perturbadora niebla.

—No puede ser… No puede ser… —repetía Lesbia una y otra vez.

Entonces se volvió y clavó su mirada en la cómoda, sus peores presagios se convirtieron en realidad: Allí se encontraba, anclada en un marco de plata, la fotografía de una bella mujer, de cabello ondulado, rubio, y con unos cautivadores ojos azules. Era Valerie Gould. En ese instante descubrió que, por alguna extraña razón, había despertado en la casa de los Gould. No había lugar para la duda, se encontraba en Point Creek.

Lesbia, muy confusa, entró en el cuarto de baño, casi podía oler el perfume derramado en el suelo, incluso creía sentir el dolor de Thomas tumbado en la ducha, mientras la sangre descendía por su cuello. Había vivido aquella escena en repetidas ocasiones, pero siempre desde la seguridad que le aportaba su despacho, bajo el resguardo de la lámpara y el olor afrutado de un buen vino, pero esa vez era diferente, aquel día estaba allí. Por alguna extraña razón, Lesbia cruzó el umbral que separa la realidad de la ficción creada por una mente casi tan conocida como extraña.

El ruido de una silla al moverse la alertó, no estaba sola en la casa. Asustada salió al pasillo, pudo escuchar el sonido de la cafetera, y unas extrañas voces que conversaban entre susurros, jamás las había escuchado y sin embargo le resultaban familiares. Bajó con cuidado a la planta inferior, apoyando los pies con suavidad y pisando con delicadeza la madera, pues no quería ser descubierta y sabía del ruido que emitían los escalones, que de forma imaginaria tantas veces había pisado cientos de veces.

—No hagas tanto ruido, nos puede oír —Dijo una de las voces.

—Tranquilo  —dijo la otra voz a la vez que echaba un vistazo a su reloj— ya debe estar muerta.

¿Muerta? ¿Quién? –Se preguntó Lesbia-. Nada tenía sentido, pero entonces comprendió: Había despertado en la casa de los Gould, tan solo un momento después de que Valerie fuera asesinada. El miedo recorrió cada centímetro de su cuerpo, aterrorizada se puso las manos en la boca, tratando de evitar que un grito se escapara de ella y alertara a los asesinos. La curiosidad la invitaba a interrumpir en el salón, quería ver en primera persona los rostros de los asesinos, disponer de una información privilegiada y que ni el propio escritor de la novela conocía. Con cuidado volvió sobre sus pasos, necesitaba ver el cuerpo de Valerie, si la encontraba muerta bajaría de nuevo y descubriría a los asesinos, después de todo aquello no debía ser más que un sueño. ¿Qué podía ocurrirle?

Y allí lo encontró, tendido sobre la cama yacía el cuerpo sin vida de la escritora. Lesbia comprobó horrorizada que se trataba de Valerie Gould, entonces, ese grito que momentos antes logró contener retumbó en toda la casa. En la planta baja una silla golpeó el suelo, a continuación unos pasos que hicieron chirriar con estridencia la madera de la escalera. Cuando Lesbia volvió la cabeza hacia el pasillo los asesinos de Valerie ya estaban arriba, frente a ella, dispuestos a todo para que los secretos de Pueblo de Sombras continuaran a salvo. Lesbia les miró fijamente a los ojos:

—Vosotros… —Balbuceó ella, momentos antes de ser asesinada.

A la mañana siguiente, cuando Alberto despertó, Lesbia no dormía a su lado. Pensó que estaría en el despacho, y que se debió quedar dormida mientras deambulaba por las calles de Point Creek. Dispuesto a darle una reprimenda por no haber descansado, Alberto abrió la puerta del despacho, pero su esposa no estaba. Nunca más se supo de ella. Desde entonces,  fuerzas oscuras la retienen por descubrir historias del pasado, por husmear secretos del mundo de los muertos que nunca deberían conocer los vivos.

Perdida entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora