1• Miradas prolongadas

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Noto como alguien gira el pomo de mi puerta mientras sube las persianas para que la luz natural del sol, llegue a cada uno de los rincones más oscuros de mi habitación, la cuál antes permanecía en una siniestra y total oscuridad.

—Vamos Amy, despierta —susurra una voz que me resulta totalmente familiar; Thalia.

Me giro sobre las sábanas de una forma bastante grosera pero graciosa, y con ambas manos aprieto un poco más la almohada contra mis mejillas; El sueño es la parte más importante del día, así que no pienso dejar que nadie me lo arrebate.

—Un rato más. —Le suplico a mi amiga mientras arrugo el entrecejo y arrastro un poco más las sábanas hacia mi pecho.

—Ya has dormido demasiado. —Thalia retira con un movimiento brusco, las sábanas que cubren mi cuerpo, y con ambas manos comienza a darme pequeños empujones para que la vagancia me abandone, pero eso no sucede.

—¡No! —Con un bufido vuelvo a echarme las mantas por encima e ignoro a mi amiga, la cuál, se encuentra mirándome con las cejas arqueadas y la poca paciencia colgando de un fino hilo, que muy pronto se romperá.

—Vamos a llegar otra vez tarde al instituto por tu culpa —dice mientras la escucho rechinar los dientes unos contra otros; Cada vez la cordura está más al borde del precipicio.

—Me da igual. —Continúo con mi rechazo hacia levantarme mientras sonrío victoriosa.

—¡Levántate! —Escucho a mi amiga suspirar.

—No.

La puerta se cierra a mis espaldas con un golpe sórdido, y con aires de superioridad vuelvo a cerrar los ojos, sabiendo inconscientemente, que por primera vez en mucho tiempo, yo he ganado una de las muchas peleas matutinas con las que convivo día a día, y que para mí desgracia siempre acabo perdiendo; Y cuando digo siempre, es siempre. Nunca pueden haber excepciones ni aunque yo se las desee, a las estrellas más fugaces de todo Oriente.

Abro los ojos de forma excesiva, y todavía con los pies descalzos comienzo a caminar y patalear de forma excéntrica por toda mi habitación; Mi pijama está inundado, y ni siquiera veo que alguna sábana de la cama, haya podido sobrevivir al diluvio.

Tuerzo el gesto en dirección a Thalia y, con los ojos todavía inyectados en sangre a causa de haber dormido unas cuántas horas de menos, observo la jarra que sostiene entre sus brazos, y como las comisuras de sus labios se cierran en seguida, al comprobar que para mí, esta situación no ha sido graciosa.

—¡¿Qué has hecho?! —musito entre dientes.

—Despertarte.

Con la voz todavía titubeante, deja reposar la jarra vacía sobre el suelo, y después y sin poder evitarlo, su risa ya no se esconde más.

¿Es en serio?

—No es gracioso.

Por un momento en la habitación sólo se respira tensión, y algo parecido al rencor y la rabia acumulada. Entro al baño, esperando que una ducha caliente de diez minutos pueda quitarme el estrés, pero al parecer Thalia sabe a la perfección como devolverlo.

—¿En serio vas a ducharte? ¿Es que no has tenido suficiente agua?

En un acto reflejo, y por aliviar un poco el enfado que siento en estos momentos, cojo el primer cojín que veo a la mano, y se lo tiro en dirección a su cabeza; La oigo rechistar en silencio, y antes incluso de que ella pueda decir palabra, yo me adelanto:

—Espero no haberte dado muy fuerte. Sería fatídico que perdieras más neuronas de las pocas que ahora te quedan vivas.

—Serás... —Antes si quiera de que sus manos puedan llegar a agarrarme del cuello o algo por el estilo, cierro la puerta y me deslizo sobre ella, con la sonrisa de venganza más satisfactoria del mundo; Esto si es un claro punto para Amy—. Ya saldrás, y yo te estaré esperando.

Dark SecretsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora