Capítulo:39

3.1K 208 41
                                    



Eres diferente.

Hay personas que tratan de buscarle una explicación a todo lo que les rodea, Dafne no era una de esas personas, por ello nunca había tratado de explicar el amor. Siempre prefirió sentirlo, darlo y recibirlo.

Valeria si solía ser de aquellas personas que buscaban explicaciones, de las que le gusta tener la definición de todo, por eso buscó una definición para el amor. "Un sentimiento, mi vida, es un sentimiento, es lo que yo siento por ti" le respondió Brap cuando su hija de siete años le preguntó que era el amor.

Para Minerva el amor no era gran cosa, para ella el único amor que existe el que se puede sentir los familiares cercanos. Pero ese amor que describen en los libros y se muestra en las películas, solo eran un invento de alguien para ganar dinero. Y así trató de enseñárselo a sus hijas.

El problema fue que el amor no es algo que se enseñe, el amor se siente porque Brap tenía razón, es un sentimiento.

Caminó hasta su habitación tranquila, abrió la puerta y dejó caer descuidad la ropa que llevo la noche pasada puesta. Siguió caminando por la casa hasta que llegó al despacho de su padre. Entró.

Brap miraba distraído el café frio que contenía la taza entre sus manos, oyó la puerta abrirse y cerrarse, sabía quien había entrado,no se molestó en mirar a Dafne.

Su hija se quedó allí, delante de la puerta cerrada mientras miraba a su padre. Lo perdió cuando Valeria se fue, se quedó desprotegida frente a Minerva, vulnerable. No le importó, hasta que Harry apareció. Ahora quería recuperar su vida, pero no sabía cómo arrebatársela que se la robó.

—Papá. —Susurró acercándose al hombre quien no se movió. — Es mi último año de instituto ¿lo sabes?— miró a su hija y asintió. Antes de que su hija se lo dijera no lo sabía. — Debería empezar a elegir que quiero estudiar, y universidad.

—Pues hazlo y elige bien. — Dijo levantándose de su asiento y colocándose frente su escritorio. — No dejes que nadie elija por ti, lucha por lo que quieres. — se apoyó en el escritorio y sonrió mientras miraba el atuendo de su hija. —Bonita camiseta ¿de quién es?

No le respondió, se arrojó a los brazos de su padre y este le acogió en ellos. Era su niña, menos niña, pero su niña.

Cuando Harry llegó a su piso de lujo, Louis aún seguía allí en el mismo sitio donde se quedó. A Harry no le molestó la presencia de su amigo, estaba feliz y feliz dejó las llaves en la mesa junto a los pies de Louis.

—A ver idiota enamorado ¿se puede saber a qué se debe el odio de hoy hacia mi persona?— por primera vez miró a Harry. — ¿Estas sonriendo?—Harry asintió. — ¿Qué coño te has metido para el cuerpo?

Harry se sentó junto Louis, sin decir palabra alguna y sin parar de sonreír. Louis lo miraba incapaz de creer la enorme sonrisa que había en sus labios. Sabía muy bien que Harry no sonreía, y tenerlo junto a él sin que parara de hacerlo, comenzaba a preocuparle.

—Dafne me ha dicho que está enamorada de mí.

Supuso que aquellas palabras eran la razón por la que su amigo no dejaba de sonreír. Sabía que los sentimientos de Harry hacia Dafne eran reales, pero no que fueran tan fuertes, y era totalmente capaz de adivinar lo que Dafne sentía por su amigo, así que no le sorprendió aquella confesión.

—Vale entiendo tu sonrisa estúpida pero ¿Por qué me odiabas?

—Dafne me dijo que le gustabas. — le contestó echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos.

—Joder con Dafne, te tiene cogido por los huevos, hace contigo lo que le viene en gana. — Harry seguía sonriendo. — Y tú tan feliz.

Dafne entró acompañada de Emma en la cafetería. La rubia seguía insistiendo en que entrara en el equipo de animadoras, pero Dafne se negaba. Emma se alejó de ella en cuanto vio el lugar lleno de alumnos cosa que, en silencio, la de la coleta mal hecha agradeció.

Cogió su comida y fue hasta la mesa compartida, en la cual Harry ya la esperaba, porque lo estaba haciendo, a pesar de que lo negaría si alguien le preguntara. Dejó la bandeja sobre la mesa y su enorme bolso negro en el suelo junto a sus pies.

Se puso a comer aquella pasta sin sabor alguno que las cocineras del centro llamaban macarrones con queso. Harry la miró, sonrió cuando la vio arrugar la nariz mostrando así, su disgusto ante aquella comida.

— ¿Qué harás después de clase?— Dafne bebió un poco de agua y miró al que le habló.

—No lo sé, estudiar supongo.

La muchacha pinchó otro macarrón pero no se atrevió a llevárselo a la boca, lo dejó pinchado en el tenedor y comenzó a comerse el flan que tenía por postre. No arrugó la nariz, le gustaba.

—Eso es muy aburrido ¿no preferirías hacer algo conmigo?

— ¿Hacer que exactamente?

—Lo que quieras, me da igual. — dijo encogiéndose de hombros.

—Que me ayudes con un trabajo de biología.

"Vale" dijo antes de continuar comiendo, Dafne lo observo unos segundos antes de seguir devorando su postre. Tras las clases y una discusión de "no pienso dejar aquí mi coche" "Ni yo tampoco" ganada por Harry, se fueron al piso del dios griego.

Harry ayudó a Dafne con el trabajo de biología, si es que se le puede llamar ayudar a hacerlo mientras que Dafne miraba comiendo fresas con chocolate. Harry nunca antes había puesto tanto empeño por hacer bien un trabajo escolar, normalmente no hacia los suyos, pero no le importó hacer el de Dafne.

—Estoy seguro de que te ha quedado todo clarísimo. — Habló Harry mientras cerraba los libros.

Dafne asintió con entusiasmo mientras repetía la última palabra que Harry dijo. Hizo como que la creyó, aunque ambos sabían que no era así. Empujó los libros a un lado y cogió una fresa que mojó en chocolate.

— ¿Por qué no vives con tus padres?— preguntó Dafne viendo como Harry se manchaba la boca de chocolate.

—Mi madre murió. — Dijo indiferente.

— ¿Estabas muy unido a ella?

—No la conocí.

Se recostó en el sofá y miró atento los ojos de Dafne, como si hubiera algo en ellos que nunca antes vio. Dafne le sonrió y comenzó a recoger todo lo que Harry utilizó para ayudarle a realizar el trabajo. Se puso de pie, le agradeció por la ayuda y le pidió que la llevara a casa.

El rumbo que el vehículo conducido por Harry llevaba, no era el de la casa de Dafne. Ella se percató de ello, pero no dijo nada, no le importaba a donde la llevaba, sabía que no la llevaría a ningún lugar en el cual podría salir dañada.

El destino fue la playa. Harry caminó por la arena mientras Dafne lo seguía en silencio. En la mente de aquel ser tan perfecto había una lucha, que tras varios minutos Dafne rompió.

—Harry. — Se giró para mirarla. — ¿Por qué no te acostaste conmigo?

Dafne miró hacia sus viejas zapatillas mientras que se arrepentía de la pregunta que salió de su boca. Harry suspiró mientras pasaba sus manos por su desordenado pelo. Se acercó a ella y colocó sus manos en los hombros de la muchacha, quien ante el cálido contacto levantó la mirada.

—Porque tú eres diferente. — Le besó la frente y siguió con u camino.

No le dio tiempo a poner un pie dentro de la casa cuando la mujer severa ya estaba frente a la puerta, con los brazos cruzados y los labios apretados. Dafne la vio allí, parada, mirándola con cara de pocos amigos y cerró la puerta tras ella muy despacio, con mucho cuidado.

— ¿Quién te ha traído?

—Un amigo, hemos estado haciendo un trabajo juntos y me ha traído cuando hemos terminado. —Minerva no añadió nada más y dejo ir a su hija.


Ella {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora