Corto original en el que basé la novela

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Algunos me habéis preguntado por el corto original que escribí para la antología de Escuela del Delirio. Os lo dejo aquí por si alguien tiene la curiosidad de leerlo. 

Lena se dejó caer sobre la endeble silla, que crujió bajo el brusco cambio de peso. Suspiró aliviada al darse cuenta de que no se había partido. Lo único que le faltaba, aparte de ser la única de toda su clase que aun no había perdido la virginidad, era caerse de una silla en medio del comedor del instituto a la hora del almuerzo.

—No soporto alemán —se quejó Alisa, removiendo sus espaguetis con cierto desprecio.

La comida de la cafetería era una lotería, podía resultar un manjar delicioso o una abominación contra el paladar humano.

—¿De verdad es necesario complicarse tanto para decir la hora? —continuó Alisa, totalmente ajena al momento de pánico que acababa de vivir a causa de la silla.

Ja —contestó Lena en su mejor acento alemán—. Por eso les va tan bien. Sus cerebros están súper desarrollados después de años usando una lengua tan complicada.

Lena alargó el brazo para coger una patata y mezclarla en su boca con el sabor de la hamburguesa; cuando una mano más grande y cálida que la suya se interpuso entre ella y su objetivo.

Con el ceño fruncido siguió la trayectoria de la patata secuestrada hasta que se perdió entre los labios de Alex.

Este la miró desafiante instándola a protestar mientras masticaba su comida exageradamente. Lena se obligó a poner los ojos en blanco fingiendo impaciencia cuando lo único que quería era soltar una risilla estúpida y sonrojarse hasta los dedos de los pies. Pero logró ocultarlo relativamente bien. Alex le mantuvo la mirada desde su posición superior; esa mirada que siempre lograba que se derritiera fusionándola con la silla; volvió a coger patatas del plato de Lenamientras ocupaba la silla contigua a la de ella. Detrás de ellos había un buffet gigantesco con kilos y kilos de patatas a disposición de cualquiera que deseara tomarlas, pero Alex siempre se decantaba por picarla, a veces forzando estúpidas peleas por alguna razón que no lograba discernir. En ocasiones, Lena fantaseaba con la idea de que su comportamiento respondiera a la primitiva norma infantil de "Los que se pelean se desean"; pero al instante la realidad la golpeaba: Ya no estaban en preescolar y cada vez que Alex quería a una chica lo manifestaba sin contemplaciones, la tomaba sin excusas ni juegos. Por esa razón debía resignarse de una vez por todas al hecho de que para él, ella era un marimacho más con la cualjugaba al fútbol e intercambiaba puñetazos amistosos. Y como si pudiera leer sus pensamientos y quisiera ilustrarlos con su comportamiento, le lanzó una patata justo antes de tirarle otra a su amigo Toni. Fue suficiente para hacerla dejar de soñar con los posibles sentimientos ocultos de él.

De todas formas que él lo hiciera solo por amistad no quitaba que ella pudiera aprovecharse de las circunstancias; al fin y al cabo, al llegar a casa y repasar su día, sus momentos estelares casis siempre estaban protagonizados por Alex y un breve forcejeo en el pasillo.

—Si habéis terminado con esta infantil guerra de comida, ¿podemos ir fuera? —pidió Alisa—. Necesito broncearme antes de que me deporten a Albania.

— ¿A Albania? —preguntó Toni arrugando el entrecejo.

—Ya sabéis...de donde vienen los albinos.

Las carcajadas que siguieron a esa declaración no fueron ninguna sorpresa.

— Olvídate del jardín —declaró Alex con el tono más serio que pudo reunir—. En tu caso sería más recomendable que te encerrases en una biblioteca antes de que te deporten a Mongolia.

El Problema de Lena (Enamorándome de tí)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora