Capitulo 11 Los Ford vs los Macleane

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Ryan Macleane:
Terminé de acomodarme la corbata que me hacía lucir más guapo, atractivo y sexy de lo normal. Pasé mis manos por última vez sobre mi pelo, me observé en el espejo y bajé a la sala, en donde se encontraba mi mamá, desesperada porque mi papá aún no llegaba a casa.
Ryan —asentí. ¿Te gusta mi vestido? —preguntó, emocionada. No entendía la razón del por qué le emocionaba un vestido, o ver a un amigo de papá.
No —me miró indignada. No sé —encogí los hombros; yo no sé de esas cosas —me senté sobre el sofá y saqué el celular del bolsillo del pantalón.
Algún día entenderás. Mira —se dio una vuelta completa; es un vestido único, hecho por las mejoras diseñadoras del país. Este vestido verde esmeralda y sin mangas, con velo alrededor, es absolutamente único. Nadie más tiene uno igual.
Ya lo dijiste —rodé los ojos.
Mi papá llegó al final, se dio un baño, mientras mi madre le cuestionaba con gritos: “¿Por qué a estas horas? ¿Dónde estabas?”. Al final, salimos de casa y nos subimos al auto.
Me bajé del auto y caminé hacia la entrada en donde se encontraba un tipo muy grande; mi madre le dio su nombre y nos dejó entrar. El lugar estaba adornado con listones dorados, y lo demás no fue de mi incumbencia. Bajé las escaleras hasta encontrarme con Erick.
¡Esto es horrible! Me quiero ir a casa ya —se quejó. Yo también odio las bodas —dije; sin embargo, aquí estamos —Y eso que no habíamos asistido a la ceremonia en la iglesia.
Un mesero pasó con copas en una charola; Erick lo detuvo y le pidió dos.
¿Qué edad tienen? —preguntó.
Qué estúpido —pensé. Dieciocho —respondimos al unísono.
¿Identificación?
Está bien, en unas semanas cumpliremos dieciocho —confesó Erick.
No puedo atenderlos si son menores de edad.
Nos miramos, saqué algunos dólares del bolsillo y los deposité en su chaleco. Él nos dio las copas y se retiró como si nada hubiese pasado. La mamá de Erick se acercó y me alejé. Volteé hacia donde estaban y ella le arrebató la copa; pude ver que lo regañaba para después irse. Me acerqué nuevamente a él, y me quitó la copa. Una chica rubia y una morena se acercaron.
Hola, ¿cómo están? —preguntó la rubia. Bien —respondió Erick de manera cortante.
Vaya que estaba tomando en serio lo de… ¿Cómo se llama…? ¡Ah, sí! Melanie. Ambas chicas se miraron y se fueron molestas. Reímos por lo bajo.
Volteé hacia otra dirección, y mi vista se encontró con una

chica de vestido azul pastel sin escote y con solo una manga de encaje; su vestido no era tan corto, le llegaba un poco sobre las rodillas; traía una coleta alta; se veía tan hermosa… miraba como bobo hacia la dirección donde ella se encontraba.
Ella volteó hacia todos lados, no sé por qué. Escuché cómo otras dos chicas hablaban y al instante dejé de escucharlas; la chica comenzó a acercarse hasta quedar a un metro de distancia y me saludó con la mano.
Erick me tocó el hombro —suerte amigo, susurró mientras se alejaba. ¿Por qué suerte? ¿Acaso la conoce? ¿Yo la conozco?
La chica terminó de acercarse, quedando frente a mí. Guardó silencio. No sabía quién era, pero tenía que saberlo. Mi mamá llegó hasta donde estaba.
Hola querida —saludó, mientras se acercaba a nosotros. Te ves hermosa —le dijo y después me miró. ¿Ya le dijiste a Keysi lo hermosa que se ve, Ryan? —me preguntó.
¿Keysi? ¿¡Keysi!? ¿¡KEYSI!? Keysi…
¿Ke-Keysi? T-te ves he-hermosa.
¿Por qué tartamudeo?
Gracias —dijo con simpleza.
Keysi, necesito que… —dejó las palabras en el aire. Su cara era de sorpresa y horror;  Keysi miró a mi madre, luego se giró para ver a otra mujer de vestido verde, y se volvió a girar varias veces, sorprendida, para observar a ambas.
La mujer le mandó una mirada fulminante a mi mamá, a lo que ella le respondió también con una mirada de muerte.
Ambas comenzaron a hacer un escándalo, por el simple hecho de que llevaban el mismo vestido.
¿Por qué las mujeres se preocupan por eso? ¿Acaso los hombres nos peleamos por vestir todos con trajes negros y camisas blancas?

Keysi Ford:
Terminé de hacerme una coleta alta, atorándola con un listón café para que no se notara la diferencia del color de mi cabello; pasé mis manos por el vestido, que al final me quedó por encima de las rodillas, me giré un poco, quedando de lado, mirándome fijamente frente al espejo, cogí unos Vans del color del vestido.
¡Que ni pensara mi madre que me pondría unos malditos tacones! Quería que usara vestido; tenía que agregarle al menos un pequeño toque mío. Me coloqué el brazalete color perla que me regaló mi padre.
Me miré en el espejo. El vestido me hacía sentir incómoda; sin embargo, extrañamente me sentía bien conmigo misma. Era algo nuevo para mí, nunca antes había usado un vestido, ni siquiera cuando fui niña. Siempre usé jeans y shorts, a excepción de la falda que me obligaban a ponerme para ir a la escuela.
Me quité las gafas y me observé nuevamente en el espejo; me veía bien. Incluso, podría decir que me veía… bonita. Hice una mueca y me giré, cogí el celular y salí de la habitación.
Bajé lentamente las escaleras, encontrando a mi padre parado frente a ellas, desesperado por irse. Sonreí, y su mirada se dirigió hacia mí; una gran sonrisa se formó en su rostro, y dejé de bajar al estar a tres escalones de terminar. Mi madre, que vestía un vestido color verde esmeralda, sin mangas, con velo alrededor y un bello collar de piedras que adornaba su cuello, me miró y sonrió.
Bajamos del auto, mi madre cogió a mi padre del brazo y comenzaron a caminar. Me acomodé el tenis izquierdo, recar-
gándome en un auto, y seguí caminando detrás de ellos. Llegaron hasta la entrada, en donde un tipo enorme los atendió, e inmediatamente nos dejó entrar.
Nos encontramos con otro tipo —menos grande que el anterior, que vestía de gala, y un chico rubio que también vestía de gala, pero solo miraba el techo; comenzó a bajar la mirada lentamente. Mis padres saludaron al hombre y después comenzaron a caminar. Pasé al lado del rubio y este me guiñó un ojo; lo ignoré y seguí caminando.
El lugar estaba completamente adornado con listones dorados; meseros caminaban con copas encima de las charolas, el lugar no estaba repleto de personas —sí había bastantes, pero no en exceso. Mujeres brindaban por alguna u otra razón, un pastel enorme estaba en una esquina del lugar y las mesas se encontraban en el fondo, mientras que en el centro se encontraban algunas personas bailando.
Los novios sonreían de felicidad y todos los felicitaban por
su matrimonio; algunas personas los acompañaban en su baile,

You Are My Nerd [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora