Belial me observó unos instantes más, muy fijamente con ese extraño brillo en los ojos y después apoyó completamente la palma extendida de su mano derecha sobre la pared y permaneció un momento en silencio.

Miré la espalda de Belial en el mismo silencio absoluto. Tenía demasiadas preguntas pero sabía que tal vez no era el momento apropiado y, sobre todo, porque había una que se alzaba sobre las demás. Di un paso hacia Belial, aun sin llegar a acercarme a él.

—¿Por qué me has traído contigo?

Belial no se giró a mirarme.

—¿Y si digo que no quería que te quedaras con Vassago?

Lo intenté. Me repetí cientos de veces en unos pocos segundos que aquello sólo era una de las provocaciones de Belial, que no hablaba en serio, que no tenía por qué prestar atención a esas palabras... Me lo repetí, sí, y hasta comprendía todo eso, pero no pude evitar sentir un hormigueo por todo el cuerpo y esa agradable sensación cuando el corazón comienza a latir con fuerza y la imperiosa necesidad de dejar de respirar.

—En serio —dije, negándome a que el recuerdo del beso se impusiera en mis pensamientos.

Belial rió débilmente.

—Necesito esa voz de tu cabeza.

Ni siquiera necesité pensar en lo que esas palabras significaban. Lo había sabido todo el tiempo.

—Me quieres utilizar —Otra vez—. ¿Es eso?

Belial ni siquiera me miraba y realmente no quería que lo hiciera. ¿De qué me quejaba? Belial nunca había intentado fingir que yo fuera especial para él, Vassago no había pasado de una agradable cordialidad, fijando los limites al no usar jamás mi nombre, ¿no era yo la única que había querido, que había deseado algo más? Tal vez mi error en esta ocasión había sido buscar desesperadamente a Belial. Oh, sí, mi vida había estado vacía sin él, pero junto a él sufría ¿Y ahora Vassago? Había cometido el mismo error dos veces e irónicamente era algo que cometíamos los humanos con mucha frecuencia. En menos de dos días —ni siquiera tenía forma de saber el tiempo que había pasado—, me tendría que ir de ese mundo. Y sólo yo volvería al lugar donde se supone que pertenecía con un dolor desgarrador, un sentimiento de soledad... Unos recuerdos que me arrastrarían y me hundirían el resto de mi vida, ¿por qué no me había conformado con volver a mezclarme con el mundo mágico que Belial me había dejado saborear? ¿Tanto necesitaba sentirme miserable?

—Llevo años intentando encontrar el secreto guardado por los Ancianos.

Se acabó.

Vassago lo había dicho. Ni por Belial, ni por nadie.

Esta vez no necesité escuchar la voz en mi cabeza, lo sentí, lo vi como si fuera yo misma, como si fueran mis propios recuerdos, mis emociones y sentimientos y desvié los ojos hacia una de las tantas estanterías que había a mi alrededor.

—Que triste —dije con una sonrisa que no pretendía decir nada. Amor, dolor y recuperación. Sí, el vacío era insoportable, pero ya había comprobado que no me mataría. Esta vez no cometería el mismo error. No buscaría a Belial y mucho menos trataría de encontrarme con Vassago. Había mucho mundo de cuento de fantasía —o de película de terror que a la larga ya no le encontraba mucha diferencia—, para conocer, para rellenar el vacío que deja un corazón roto—. Vassago dijo que podría ir a donde quisiera estos dos días y tú me traes a una oscura, siniestra y llena de monstruos biblioteca. El plan perfecto.

Belial me miró con la cabeza ladeada, levantando la antorcha.

—Yo no soy un príncipe. Mis modales no son tan refinados.

Desire (Silence 2)Where stories live. Discover now