Nueve.

10.1K 1K 169
                                    

— ¿En qué estábamos?

—En que te recordaba lo linda que me pareces.

—Qué suerte que el chico más lindo de toda esta universidad considere eso de mí. —le dije y él rodó los ojos riéndose un poco.

—Como para no hacerlo.

—Y ya que me siento con suerte no quisiera desaprovechar el momento.

—Yo tampoco quisiera que lo desaproveches. —se acercó un poco más y yo sonreí al momento que por voluntad propia hizo chocar nuestros labios, recibí su caricia abriendo un poco más mi boca para cerrar mis ojos y besarlo cuando él dio esa iniciativa. Tenía buen aliento porque estaba entremezclado con el alcohol y su gusto era dulce, besaba bien y eso me gustaba porque era un chico seguro y decidido a la hora de besar, sin embargo, no pude pensar en el análisis que quería hacer de eso con exactitud, solamente pretendía tener un espectador y eso iba a llevar a que el beso fuera perfecto.

Un empujón me llevó más cerca de Dante y sentí incluso una mano rozarme el trasero, al darme vuelta para mirar no me sorprendió ver a Lautaro en el medio del pogo que hacían sus amigos, la música ameritaba que lo hiciera y al igual que ellos todos los chicos que estaban a nuestro alrededor empezaron a saltar también.

—Tengo que ir al baño, ¿nos vemos en un ratito?

— ¿No querés que te acompañe? Me quedo del lado de afuera. —me dijo al oído y yo quise negarme, pero eso sonaba muy tentador.

—Les dije a las chicas que nos íbamos a ver ahí, a esta hora. —mentí y él asintió levantando sus manos, por lo que interpreté que lo había entendido.

—Voy a estar en la barra.

—Está bien, en un rato vengo. —le dije y me incliné para besar la comisura de su labio, sintiendo como se elevaba por una sonrisa. Lo saludé con la mano y me metí entre la gente para salir de todo el barullo que había en el centro del salón.

El baño era el único lugar, aparte del zum, que la universidad prestaba para que usaran los estudiantes en noche de fiestas, debía ser limpiando por la facultad encargada y cuando vi en los pasillo una chica detrás de una mesa pidiendo algún retribución por papel higiénico, tuve que poner mi mejor cara para convencerla que me dejara entrar. Ellos juntaban plata para sus fotocopias o cualquier cosa que necesitara su carrera, no la conocía a la chica por ser de otra facultad, pero fue muy amable en dejarme pasar.

— ¿Qué onda chicas? —saludé a mis amigas al verlas adentro arreglarse frente al espejo.

— ¡¿Y cómo fue?! ¡¿Te besó?! —preguntó exaltada Dani y mi sonrisa me delató de inmediato. — ¡Hija de puta!

— ¡Ay lo besó! —chilló Aye dando saltitos mientras me abrazaba, me reí siguiendo los saltitos y viendo por el espejo a las chicas que estaban saliendo mirarnos como unas locas.

—Ahí tiene el puto ese, para que tenga, guarde y le sobre la envidia. —dijo Dani y las tres nos reímos, pero según Lautaro estaba pasos más adelantes que yo y si bien Dante no me lo negaba, yo lo iba a llevar mucho más a la cima.

—Si cálmense que sólo fue un beso.

—Y después del beso sigue la cama Cali, derechito a las sabanas amiga.

—No pará, tampoco tan rápido. —le dije corriéndolas un poco para acercarme al espejo y encimarme así arreglar mi maquillaje. —No es para sólo un polvo, es un chico...

— ¡Ay Cali no te alarmes! —dijo asustada Ayelén y me di la vuelta rápido. —Tranquila.

— ¿Qué, qué pasa?

—Mierda, tomá esto. —se sacó Dani nerviosa el pañuelo de la cabeza para acercarse y rodeármelo a la cintura.

— ¿Pero qué es?

—Te pasaste, estás manchada. —me dijeron y yo abrí los ojos de par en par bajándome el pañuelo para ver si era cierto, y efectivamente el verde brillante de mi vestido tenía una mancha.

— ¡Pero si no estoy en mis días!

—Te habrá venido ahora Cali, vamos rápido a tu casa así te cambias.

— ¡La puta madre, qué mierda! —bufé y me até con fuerza el pañuelo negro a la cintura. Me miré nuevamente en el espejo y nerviosa traté de acomodarlo para que no se notara. —Tengo que avisarle a Dante...

La puerta se abrió y la española, disfrazada de conejita playboy entró al baño mirándonos despectivamente para dirigirse a los cubículos, rodé los ojos y me apuré a abrir nuevamente la puerta para salir.

—Cali si querés le aviso yo.

—Pero si no se ve nada, está todo oscuro.

—No, le voy a avisar yo, así se queda tranquilo.

—Te acompañamos. —me dijo Dani y las dos me siguieron quedándose casi pegadas a mí. Volvimos a entrar a la fiesta y nerviosa busqué la barra, estaba al final del zum así que me metí entre la gente para llegar adónde Dante me dijo que iba a estar, todavía con mis amigas respaldándome.

Era increíble que haya pasado eso, principalmente porque no estaba ni cerca de mi fecha y porque tampoco sentía dolores o algún síntoma, nunca antes me había sucedido algo tan horrible y desagradable, así que como inexperta tenía que solucionarlo de inmediato.

Dante estaba tomando junto a unos amigos y le toqué el hombro para que se diera la vuelta, sonriendo me ofreció una copa pero negué acercándome a su oído.

—Tengo que irme rápido a mi casa porque...

—Un minuto por favor. —se escuchó su voz con el micrófono y me di la vuelta a escuchar cuando la música se paró haciendo que todos los estudiantes se quejaran de aquel acto. Lautaro estaba al lado del DJ y se había parado en uno de los bancos, no entendía el porqué. —disculpen que tenga que interrumpir la fiesta de esta manera, pero como ningún encargado de la facultad de sociales se anima a hablar, me ofrecí a hacerlo yo...acá todos seguimos a la cuenta de Instagram de la universidad, y si no lo hacen, háganlo, ya.

Como estúpidos, le hicieron caso y Dante a mi lado sacó el teléfono para abrir la cuenta de Instagram, las luces se habían prendido así que ninguno tuvo problemas de buscar su celular.

—Me parece totalmente una falta de respeto que hayan hackeado la cuenta de nuestra universidad para publicar tal asquerosidad, la responsable y la que todos sabemos quién es, debería hacerse cargo y dar las explicaciones necesarias...sí, vos Camila García.

— ¿Qué?

— ¿Cali qué es esto? —me preguntó Dante y le saqué el teléfono cuando me lo acercó.

El aire se me quedó atragantado y a pesar de todo lo que empecé a escuchar, mis ojos se llenaron de lágrimas al ver en la pantalla del celular la foto que habían tomado de uno de los cubículos, donde asquerosamente estaba escrito en la pared con sangre el nombre de Dante repetidas veces y el mío al final.

Todos los alumnos empezaron a abuchearme y a reírse de mí, lo único que pude hacer es devolver el teléfono con las manos temblando para salir corriendo, seguida por mis amigas que me ayudaron a hacer paso entre todas las personas para salir.

Sentirme humillada era poco, devastada e indignada por un acto totalmente inmaduro parecía nada a cómo Lautaro lo veía, gracioso y por venganza, si a eso se le puede llamar por la cordura que obviamente él no tenía.

¡Va a ser mío!Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin