Capítulo 280

822 56 4
                                    

La temperatura aumentaba en aquel departamento bogotano en el que Dulce María seguía con sus rodillas clavadas en el piso de madera, mientras su boca se entretenía por otros derroteros mucho más agradables. Christopher, tan ansioso como extasiado, agarraba sus cabellos pelirrojos, obligándola a seguir el movimiento de su pelvis.

Sintiendo cómo uno y otro se aceleraba a cada segundo que transcurría, la mujer abandonó su hazaña, mientras que aquel bebé transformado en hombre la tomaba por las axilas, elevándola del suelo, haciendo que entrelazase sus piernas a su cintura, sus brazos a su cuello, uniendo nuevamente sus labios con los suyos con voracidad desmedida.

Ésta no cesó cuando Uckermann la tumbó sobre aquella cama que poco tardaría en deshacerse, desprendiéndola de sus vaqueros ajustados con habilidad sublime. Misma destreza que demostró al recorrer sus piernas, acariciándolas con aquellos besos tiernos que la derretían una y otra vez, haciendo que su respiración se acelerase conforme sus labios ascendían hacia la parte interna de aquellos muslos que pedían clemencia en forma de agudos gimoteos...

- ¿Te parece si pedimos sushi para almorzar?; preguntaba Christopher aún entre sus piernas, clavando su vista en aquellos ojos chispeantes que los miraban llenos de furia.

- ¡Chris, no me jodas! Sigue...; suspiraba Dulce fuera de sí, observando al hombre que le ofrecía una de sus pícaras sonrisas.

Uckermann, obediente, complació los deseos de su novia, desnudándola por completo, dejando caer sus braguitas sobre aquel piso en el que reposaban sus otras prendas, explorando con su lengua la zona más húmeda de su ser, mordisqueando su clítoris, llevándola a otra dimensión... Mil y un espasmos invadían todo su ser, haciendo que su cuerpo se tensase en un par de segundos, sintiendo cómo un tsunami de placer recorría su cuerpo, corriéndose sobre su boca después de tanto tiempo.

- ¿Estás bien?; preguntaba el muchacho socarronamente, viendo cómo la joven se retorcía sobre aquella cama completamente desecha.

- Mejor que nunca...; gimoteaba ella, tomándolo de sus manos, haciéndolo caer sobre su cuerpo.

- Te veo muy pálida... ¿Seguro que no quieres parar?; reía el chico aún sobre la pelirroja.

- Para y te mato...; amenazaba Dulce, empujándolo nuevamente, colocándose a horcajadas sobre su novio, entrelazando sus lenguas una vez más.

- No podré arriesgarme...;susurraba el greñudo, tomándola en brazos, apoyándola contra la pared, embistiéndola como si no hubiese un mañana durante un tiempo que no pudieron contabilizar,despertando en ambos un intenso gemido que anunció la llegada de aquel orgasmo que llevaban meses esperando. Y al que, por supuesto, siguieron unos cuantos más durante aquellas horas en las que definitivamente se olvidaron del almuerzo, lacena y del desayuno del día siguiente. 

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora