Capitulo 22

5.8K 347 32
                                    

Treinta minutos. Ese fue todo el tiempo que me tomé para darme un buen baño completo, antes de meterme en la cama.
Mi reflejo en el espejo dejaba ver a otra persona, otra chica, una muy diferente a la de siempre. Ya era una mujer. No podía acostumbrarme aún a verme de esa forma, con otras facciones en mi rostro, más adultas, o mejor dicho, más jóvenes. Era raro, ya que, durante todo este tiempo, solo podía ver mi reflejo en el agua de los lagos, lo cual eran muy pocas las veces que tenía esa oportunidad. Pero ahora aquí, en uno de verdad, era extraño. Y no podía describirlo de otra forma, porque así era.
Cepillo mi cabello con mis dedos y me doy la última mirada, ya conforme, para regresar a mi nueva habitación. Al bajar el picaporte de la puerta, me sobresalto al ver al gran hombre que llevaba siempre, ahora ya no, una ballesta colgada en su espalda. Él se pone de pie, ya que seguía sobre la ventana, y se acerca a la puerta. Como yo entro, él sale, y la cierra, dejándome sola. ¿Enserio pensabas que se iba a quedar toda la noche contigo? Eres ridícula, Mel.
Y sí, era totalmente ridícula al pensar que se quedaría conmigo, cosa que obviamente, no era así.

*********************

No puedo dormirme ya que mi llanto no me lo permite. El recuerdo de lo sucedido mientras no estaba en Alexandria inunda mi mente y una gota de culpa por no haberme quedado aquí, cuidando de ellos, hace que mi alma se estremezca cada vez más. Los Anderson ya no estaban por lo cual entendía completamente a la perfección que finalmente, había quedado sola, sin recuerdos de mi pasado. Solo quedaba yo. Y no creo salvarme tan fácilmente de esto. Pero igualmente, mi preocupación aumenta más cuando se viene la imagen a mi cabeza de Carl. El pobre y pequeño mini sheriff, herido y con ahora, un solo ojo. No merecía esto. No merecía sufrir lo que estaba pasando. El disparo fue accidental, pero si no hubiese sido por el ataque de ira que mi ex mejor amigo tuvo, nada hubiese sucedido.
La puerta se abre de repente y yo me asusto, mientras tomo el puño de mi jersey y limpio las lagrimas que estaban mojando mis mejillas. Un Daryl con su cabello mojado, limpio y diferente me queda mirando mientras cierra la puerta y se acerca al closet. Solo lleva una toalla enroscada a su cintura, mientras me deja notar su formado abdomen, y su marcada espalda. Del closet saca un bóxer, esta vez de color gris, y su pantalón negro con cortes, no tan cómodos para dormir, pero de todas maneras, nada me sorprendía si venía de Daryl. El raro ballestero.
Siento como la cama se mueve cuando él se sienta brutamente y se quita su toalla, tirándola al suelo. Desliza por sus piernas su ropa interior y se la coloca rápidamente, mientras yo miro con disimulo hacia el techo, para que él no me descubra que lo estoy observando.

- Pensé que estarías durmiendo. – Dice mientras se para y desliza por sus piernas su pantalón.

- No puedo. – Digo en un hilo de voz. Él frunce su ceño mientras aparta las sabanas, y se recuesta a mi lado. Mi corazón late fuertemente, mientras siento el perfume del jabón que él lleva. Se acuesta de costado, apoyando su cabeza en la almohada, y mirándome. Él esta acostado, a mi lado, tapado con el edredón de mi misma cama. Sí, estamos en una cama, sin hacer absolutamente nada indebido. Solo nos miramos. - ¿Daryl Dixon duchado, por su propia cuenta? – Pregunto en broma, tratando de olvidar todo el dolor que minutos antes estaba teniendo.

- ¿Estás bien? – Pregunta, tomándome de sorpresa. ¿Le preocupo? ¿O sólo lo hace por obligación? ¿O, mejor, estará haciéndolo para evitar el tema de su baño? Él lo nota, ya que hace un mohín y lo más seguro que sea porque tengo mis ojos como platos, mientras lo observo. – No soy un monstruo, Melody.

- No dije que fueses un monstruo. Y no sé porque me preguntas si estoy bien.

- Por todo lo sucedido. Por Carl, los Anderson... - Dice él.

- Estaré bien. Si te digo que lo estoy, pues te estaría mintiendo. – Él solo me mira, y me sorprende ver como su mano acaricia mi brazo, comenzando desde mi codo, hasta llegar al final de su recorrido en mi mejilla. Él aparta un mechón que estaba haciendo que no pudiese verlo del todo bien, mientras lo esconde detrás de mi oreja.

Siendo tu reflejo, Dixon © (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora