Prólogo.

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30 de septiembre.

POV Jimin.

A medida que avanzaba por las oscuras calles, los latidos en mi cabeza se transformaban progresivamente  en agónicos gritos que le pedían misedicordia a mi cuerpo para que pare, pero hacerlo sería inútil, pues si lo hacía sus puños impactarían en mi rostro hasta dejarlo de un color vino. Estos latidos nublaban mi vista, solo me guiaba por las tenues luces que alumbraban las partes más descuidadas de Busan.

La fuerte lluvia incrementaba al mismo tiempo que los vientos aumentaban su velocidad, golpeando mi pequeño cuerpo con más potencia.

Pocas veces lograba tomar el aire suficiente para continuar, pero era en vano, aquel hombre solo me obligaba a correr más rápido. El frío y los espamos causados por el terror ocasionaban en mí una necesidad imponente de continuar sin importar qué. Era inexplicable saber cómo yo, un debilucho de 21 años, seguía de pie.

—¡No des ni un paso más o disparo! —Su gruesa voz resonaba en las vacías calles de la ciudad. Era de madrugada, no había ni siquiera un alma allí, nadie podría ayudarme.

Viéndolo como mi única escapatoria, corrí unos pasos más y giré a mi izquierda. Allí lo vi. Avancé hacia él con mis únicas fuerzas con la esperanza de que no me viera y luego ingresé.

En el centro de una de las zonas más humildes de Busan se encontraba un antiguo (y famoso en su época) teatro. Una maravilla destruida por la guerra. Las familias más pobres se refugiaban en sus salones durante muchísimos años, anhelando el fin del caos. Pero poco a poco fueron dejando este lugar hasta convertirlo en algo terrorífico e inhabitable.

Tal y como decía, el olor a antiguo y a húmedo parecían no querer irse, en el suelo había algunos escombros, cenizas y mucho polvo que permanecen aquí desde los tiempos oscuros. Su estado de conservación aún reflejaba los sentimientos de tristeza, desolación, desesperación y, en menor medida, esperanza. Tal y como lo recuerdo la primera vez que visité este lugar cuando era un niño.

A pesar del mal estado del teatro, todavía conservaba parte de sus rojas y gruesas cortinas; su alfombra, si bien destrozada, seguía siendo maravillosa ante mis ojos. Las puertas de las salas ya no estaban, el techo parecía caerse a pedazos y las ventanas con miles de mosaicos coloridos habían desaparecido.

Entré a una de las cinco salas principales con la intención de descansar. Bajé con cuidado las escaleras recubiertas en una empolvada tela bordó mientras observaba con detenimiento lo destruida que estaba: butaca rotas, paredes desprendidas, un gigante pedazo de techo faltante, charcos de agua, luces caidas en el suelo y demás. Sorprendentemente, el piso del escenario estaba intacto y reluciente, sobre este, un piano que jamás había visto.

Cuando llegué al final de los escalones decidí subir, desde ahí podía ver completamente la inmensidad del teatro. El piano me tentaba a tocar unas cuantas teclas, pero mis conocimientos eran nulos, así que solo apreté algunas al azar las cuales resonaron en toda la sala. La acústica no era tan mala.

 La acústica no era tan mala

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31 days | a yoonmin fanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora