Capítulo 41: Nunca Cambiarás.

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ATENCIÓN: Este es uno de los capítulos más largos que he escrito, así que les recomiendo que se pongan cómodos. ¡¡Es importante que lleguen al final!! 

:)

***

Colgué el teléfono y no hice más que llorar en silencio, ¿Acaso se podía ser más idiota? Mi orgullo estaba pisoteado. Me odiaba a mí misma, no podía creer que fuera tan débil... solo tenía que aparecer Jason mágicamente luego de tres meses para ir corriendo tras de él como si nada hubiese pasado.

Apoyé mi cabeza de la ventana y cerré los ojos con fuerza.

Tan solo escuchar su voz, ronca, decaída, arrastrando palabra por palabra, suplicándome... eso era suficiente para desbaratarme y sucumbir, así de fácil era.

Idiota.

Estaba totalmente claro que no merecía piedad, me hizo sufrir y por eso tenía que pagarlo caro. Pero no, ahí iba Anna la chica buena que siempre perdonaba y olvidaba fácil. Si tan solo me quisiera un poco no lo hubiese hecho.

Sería una sola oportunidad, y más vale que la aprovechase. No se lo haría pan comido, tendría que demostrarme que de verdad lo sentía y al menos merecía una explicación.

Pero a quien engaño, de alguna manera ansiaba verlo.

Me revolví en mi lugar y sin pensarlo dos veces me dormí profundamente, ya era de noche y tanto pensar me tenia exhausta.

Me hallaba desparramada en el asiento con los labios entreabiertos cuando alguien me sacudió levemente, abrí los ojos desorientada y me dirigí hacia el conductor que se encontraba frente a mí con el ceño fruncido.

-Esta es la última parada señorita.

-Lo-lo siento...- Me recompuse.

Me levante en búsqueda de mis maletas y noté que no había más nadie en el autobús a excepción del conductor y yo. Esperaba no haberme saltado la parada.

-¡Gracias!- Grité sacudiendo la mano en forma de despedida cuando ya estaba fuera del autobús.

Mire a mi alrededor y efectivamente estaba como a cinco kilómetros de casa. Revise el horario y no pasaría otro autobús hasta dentro de dos horas, así que me propuse a buscar un taxi pero pasaban muy pocos y estaban ocupados.

Suspiré frustrada.

No me quedó más que empezar a caminar, arrastrando las dos pesadas maletas. Observé mi reloj y apuré el paso.

-Llegaré tarde a la cena de navidad...-Susurré.

Todo estaba oscuro y solo, no había ni un alma y empezaba asustarme. Yo una chica sola en el medio de la nada, de noche...no era una buena idea.

Estuve un buen rato caminando hasta que las casas empezaron a hacérseme conocidas, en su mayoría estaban adornadas del motivo navideño. Con un montón de luces en el techo, nieve artificial, renos; y hasta tenían el trineo con un Santa Claus inflable tamaño, no sé cómo decirlo, enorme en el jardín.

Los miraba boquiabiertos.

Supongo que iba enserio lo del premio a "mejor casa navideña" este año, la competencia estaba fuerte.

Los pies me mataban y tenía mis brazos entumecidos por el esfuerzo, pero ya estaba a unos pocos kilómetros para llegar. Pare un momento y me senté en una de las maletas cuando de la nada, como si no fuera peor, empezó a llover.

-¡Rayos!- Mascullé.

Empecé a correr como una desquiciada, llovía torrencialmente como nunca antes. Rápidamente llegué a mi vecindario. Perfecto un par de casas más y llegaría.

Amigo de la InfanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora