Capítulo 12: Nueva pareja de tortolitos.

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—¿Cómo entraste a la mansión? —conseguí decir algo finalmente, a lo que él carraspeó la garganta.

—Vuelvo a preguntar: ¿Qué pasó aquí? —fruncí el ceño, luego desvío un poco mi mirada hacia atrás y recuerdo que tengo a Jackson abrazándome por detrás.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó Jackson—. ¿Viniste a formar problemas, eh? —dijo sentándose en el sofá.

—Vine a averiguar porqué Samantha no me respondió ayer, me preocupé, ahora veo la razón
—dijo Bradley.

—¿Qué? —chilló mi primo levantándose del sofá un tanto enojado.

—Solamente te voy a advertir, no te metas con mi chica, ¿entendido? —dijo Bradley sin pensárselo dos veces tratando de provocar a Jackson.

¿Con mi chica? ¿Qué clase de juego es este?

Parece que Bradley no tiene idea de quién es Jackson.

—¿Con tú chica? —Bradley parecía estar avergonzado de lo que dijo, lo dijo sin pensar. Sus mejillas se enrojecieron.

—Lo que sea, solamente, mantente alejado de ella —respondió tratando de sonar firme.

—No, eso es lo que deberías hacer tú, si no quieres terminar mal, lo que seguro no quieres, porque puedo arruinar tu fachada de chico lindo.

Estaban a punto de pelear, estaba segura, así que me interpuse entre medio de ellos dos.

—¡Basta! —pausé y miré a Bradley, que me observaba serio—. Bradley, mejor vete a casa ¿sí? Luego lo hablaremos —volví a pausar, pero esta vez mirando a Jackson—. Y tú Jackson, sé que quieres protegerme, pero no hay porqué golpearse, así no.

Jackson miró feo a Bradley y él simplemente le devolvió la misma mirada antes de marcharse.

—Menudo imbécil —susurra Jackson para sí mismo, pero logro escucharlo—. ¿Qué hora es? —me pregunta.

—No lo sé... —digo bostezando, cuando de repente recuerdo, abro mis ojos como platos y me quedo sin habla.

—¿Sam? —ríe—. ¿Qué te pasa? Pareciera que hubieras visto un fantasma.

—No... Peor aún... —pausé—. ¡La escuela! ¡Voy a llegar tarde! —grité a todo pulmón subiendo las escaleras de dos en dos.

—¡Sam, espera! —gritó Jackson llamándome. Lo ignoré y seguí corriendo.

Me cepillé los dientes lo más rápido que pude y como pude me vestí.

En cinco minutos ya estaba lista y bajé las escaleras rogando que Bryan también lo estuviera.

—¡¿Bryan?! ¿Eres idiota o qué? —chillé al ver a mi hermano en pijama rondando como si nada por la mansión, tomándose una taza de café.

—Mmm, no, ¿por qué? —respondió de lo más tranquilo y relajado tomando un sorbo de su café.

Juro que estaba por ir allá y tirarle todo el contenido de la taza que se estaba tomando en el rostro a ver si reaccionaba.

Sentía que iba a explotar en cualquier momento. No iba a arruinar mi asistencia perfecta en la escuela nada más porque mi hermano es un tarado.

—¡LA ESCUELA, IMBÉCIL! ¡ES TARDE! ¡ERES UN IDIOTA! —solté un largo suspiro de estrés—. ¡VETE AL DIABLO! —grité histérica.

Mi hermano quedó mirándome sin entender.

—¡¿NO VAS A DECIR NADA?! —añadí.

Estaba bajando las escaleras hecha furia, estaba segura que el propio demonio me había poseído.

El diario de una NerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora